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IBSEN y el hombre socio-tecnológico

logo ibsen rs 2Venía descansado de las vacaciones (sí, en agosto estuve de vacaciones de verdad, no como en julio, una delicia estar más de tres semanas sin abrir el correo electrónico), pero ya estoy metido en la vorágine del nuevo curso y ya se me han olvidado. Tengo un curso de Álgebra Lineal para ingenieros en tecnologías industriales, otro nuevo en un máster sobre Big Data que estrenamos en mi universidad, pero sobre todo, un nuevo proyecto: IBSEN. No, no tiene nada que ver con el gran dramaturgo noruego Henrik Ibsen, sino con complejidad, economía experimental, sociología... En definitiva, con el hombre socio-tecnológico (aquí no sabía qué enlazar, pero recordé una vieja canción de Vangelis titulada 'To the unknown man' y me parece que pega). Y es que como ya hice el año pasado, voy a empezar este curso dedicándome al autobombo, pero espero que al final le resulte interesante, sufrido lector.

IBSEN (web provisional aquí, la definitiva estará lista en noviembre) es el acrónimo de Bridging the Gap: from Individual Behaviour to the Socio-tEchnical Man  ("Tendiendo puentes: del comportamiento individual al hombre socio-tecnológico") y es una aventura en la que nos hemos embarcado con el objetivo fundamental de entender cómo se comporta la gente en sistemas complejos socio-tecnológicos. Ha sido seleccionado dentro del subprograma FET Open del programa H2020 de investigación de la UE, y como tal ha de ser rompedor, novedoso, interdisciplinar, con perspectivas de futuro, y de alto riesgo. En este sentido, la contribución rompedora de IBSEN es el desarrollo de una plataforma para investigar el comportamiento humano en grupos grandes, de mil personas o más, con estructura social o similar, mediante experimentos controlados. Dicho así, parece que no es gran cosa, ¿verdad? Sin ir más lejos, usando Facebook se han hecho experimentos con millones de personas (por ejemplo, éste). ¿Para qué entonces una plataforma como la que propone IBSEN? Hay varias razones por las que resulta necesaria. En primer lugar, los experimentos con usuarios de redes sociales tienen serios problemas éticos (véase si no el revuelo que se montó en torno a este otro trabajo, que manipuló a los usuarios sin su conocimiento), que quedarían resueltos si los sujetos se inscriben voluntariamente en una base de datos para participar en experimentos. Por otro lado, en los experimentos masivos hay muy poco control sobre los sujetos, tanto en su selección como en sus datos e identidad, y muchas veces caben dudas de si han participado seriamente o incluso de si lo han hecho en absoluto. La plataforma de IBSEN, que estará diseñada como laboratorio, permitirá controlar todas estas variables, además de diseñar el contexto del experimento de principio a fin para abordar exactamente la cuestión que se planteen los investigadores, e incluso seleccionar tipos particulares de sujetos para responder a preguntas muy concretas. Es decir, será como los laboratorios de economía experimental de muchas universidades, pero a gran escala...

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... y con algunas otras diferencias. En los laboratorios "normales" suele haber unas decenas de ordenadores con los que los voluntarios participan en el experimento siguiendo las instrucciones del experimentador. Esto se hace así, típicamente, para que cada persona no sepa con quién está interactuando, y porque además ayuda a calcular el pago; sí, en economía (pero no en otras ciencias sociales) se paga a los participantes en función de cómo se comporten en el experimento de manera que tengan un incentivo para hacerlo lo mejor posible. Si ahora quiero tener 1000 voluntarios, ¿cómo participan en el experimento? Pues si le digo, la verdad, estimado lector, no lo sé. Estamos en ello, y en unos meses lo habremos definido, pero ahora mismo no está claro. En un trabajo pionero (y hasta donde yo sé, récord) utilizamos una vez más de 1000 estudiantes de más de 40 institutos de secundaria de Aragón para un experimento, pero eso no se puede sistematizar. Y si uno no tiene a los voluntarios cautivos en un sitio para que hagan sus tareas, ¿cómo asegurar que las van a hacer? Éstas son las cuestiones que nos ocupan ahora mismo. Lo que sí le adelanto es que en algún momento empezaremos a reclutar voluntarios para los experimentos, y nos encantaría contar con su ayuda (recuerde que la ciencia le necesita).

Entonces, ¿la investigación que pretende IBSEN no se puede hacer en esos laboratorios? Pues no, porque otro objetivo del proyecto es entender el efecto del tamaño del sistema en el comportamiento económico y social. Como físico de sistemas complejos, sé que el comportamiento de estos se ve muy influenciado por el tamaño, pero desde el punto de vista de la economía es fácil convencerse de que esto es efectivamente así (tengo un trabajo muy bonito con Saúl Ares, Raúl Toral y José Cuesta en el que estudiamos una transición de fase que ocurre a una temperatura que cambia con el tamaño del sistema, y que si se va al límite de tamaño infinito desaparece). En el caso económico, los modelos y los teoremas matemáticos que de ellos se derivan no dependen en absoluto de cuánta gente esté involucrada en el problema. Supongamos, por poner un poner, que tenemos un teorema que nos diga que en una red de tráfico de mercancías entre personas, el precio que uno debe poner al paso de tales mercancías depende de la posición que ocupe en la red (medido, digamos, con su centralidad en la red). Si la red es pequeña, es más que probable que los que participan en ella tengan una idea bastante aproximada de qué posición ocupan, y de ahí puedan inferir racionalmente un precio que seguramente será muy similar al predicho por la teoría. Sin embargo, si la red es grande, es claro que el problema cambia radicalmente ya que me puede hasta ser imposible conseguir la información suficiente para estimar cuál es mi posición. ¿Qué pasará entonces? Quizá la información se difunda y se acabe convergiendo a algo parecido a la teoría, pero no es en absoluto seguro. ¿Y si lo ponemos peor y la red va cambiando en el tiempo a medida que los agentes cambian de socio? No sé usted, amable lector, pero yo no tengo ni idea de lo que va a pasar en ese caso.

Pero decía más arriba que los proyectos FET Open deben abrir nuevos caminos y ser fundacionales. IBSEN se ofrece como puerta de entrada al desarrollo de simuladores de sistemas sociales complejos (ciudades, países, por qué no, el mundo) con su aportación metodológica y de conocimiento. No sólo vamos a diseñar una plataforma científica, sino que vamos a usarla. Tenemos varios experimentos programados que contribuirán a entender cómo nos comportamos, pero además vamos a desarrollar herramientas matemáticas para extraer reglas de comportamiento de los datos experimentales. Si tenemos suerte (y aquí es dónde entra lo del alto riesgo) encontraremos que la interacción, posiblemente estratégica, entre personas se puede describir con un conjunto relativamente limitado de tales reglas. Con nuestros experimentos, y con los que pueda hacer la comunidad científica una vez esté disponible para todos, iremos construyendo un repertorio de comportamientos que tendrá una doble utilidad. Por un lado, permitirá simular una persona; podremos tener un trato realista con lo que en realidad son agentes informáticos que forman parte de un software educativo, o de gestión, o de ayuda. Y por otro, permitirá simular colectivos de gente, ya que conoceremos como interaccionan y, como en todo sistema complejo, el conocimiento preciso de la interacción es lo que nos permitirá predecir comportamientos colectivos. Por el camino, esperamos aportar una visión complementaria de la manera de hacer ciencias sociales que sea útil a todos los que trabajan en este campo: la del hombre socio-tecnológico, que vive en una sociedad tecnológica que a su vez condiciona sus interacciones de muy distintas maneras, y que se puede estudiar con esa misma tecnología.

Tengo que decir que para mí es un orgullo liderar este proyecto, cuyo carácter interdisciplinar se puede ver en el mismo equipo reunido para afrontarlo (foto de la primera reunión de proyecto abajo). En España participan Yamir Moreno (Zaragoza), físico de sistemas complejos y reconocido investigador en redes complejas (recién elegido presidente de la Complex Systems Society, ¡enhorabuena!), y Penélope Hernández (València), economista y antigua directora del LINEEX, uno de los mejores laboratorios del mundo. Tendremos con nosotros a un pionero de la incorporación de las redes a los modelos económicos, Sanjeev Goyal (Cambridge), actualmente decano de la facultad de economía; a un psicólogo (y antropólogo) evolutivo famoso por su teoría de los círculos de relaciones y por el número que lleva su nombre, Robin Dunbar (Oxford); a un macroeconomista con amplios conocimientos de dinámica no lineal y caos como Cars Hommes (Amsterdam) y a un físico que investiga sobre relaciones sociales a través de medios tecnológicos, Kimmo Kaski (Aalto). No tengo espacio para contar todos los experimentos que hemos planteado, pero volviendo a los efectos de tamaño, querría destacar los planes de Cars para estudiar formación de burbujas en mercados; hasta ahora ha trabajado con muy pocas personas, por lo que la influencia de cada una en el mercado era muy grande, y hay que ver qué ocurre cuando hay muchos agentes; y también las ideas de Robin para explorar nuestra capacidad de relacionarnos, más allá de nuestro círculo de amistades, con gente con la que compartimos características pero no conocemos. Si los editores de NeG me siguen tolerando, espero poder contar alguna de estas cosas dentro de un par de años.

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El equipo de IBSEN casi al completo. Los responsables son Robin Dunbar (primero por la izquierda), Penélope Hernández (tercera), el que suscribe (cuarto), Yamir Moreno (séptimo), Cars Hommes (décimo) y Sanjeev Goyal (a la derecha).

IBSEN no es más que otro ejemplo la relevancia de la comunidad científica española en este campo a nivel mundial. Recientemente ha tenido lugar en Cantabria la primera reunión de COMSOTEC (Asociación para el estudio de Sistemas Complejos Socio-Tecnológicos, que proviene de las antiguas reuniones de Econosociofísica, y que agrupa a investigadores de distintos campos que trabajan en estas cuestiones. Del contacto entre los que estamos en estas cosas acaban naciendo idesa como la de IBSEN: Así, miembros de COMSOTEC participan asiduamente en proyectos nacionales y europeos, que van desde el uso de redes complejas para entender las redes de comercio del Imperio Romano a partir de restos arqueológicos al aprovechamiento de los datos generados en smart cities para diseñar políticas urbanas de movilidad y sostenibilidad, por citar sólo dos y no alargarme más. Asociaciones como ésta, a la que cabría añadir Complexitat.cat y ComplejiMad, son muestra clara del esfuerzo de los que nos dedicamos a los sistemas complejos por trasladar nuestros conocimientos a la sociedad. Ojalá lo consigamos, y ojalá los políticos se den cuenta de la necesidad de apoyar estas iniciativas, porque como dice la campaña que acaba de lanzar Ciencia con Futuro, "estamos listos, pero no somos superhéroes".

Nota: La verdad es que escribir este post me resulta particularmente reconfortante tras el rechazo del proyecto de investigación (convocatoria 2014) en el que participaba por el MINECO debido a un absurdo defecto de forma. IBSEN, proyecto del que soy coordinador y máximo responsable (para lo que me ha apoyado enormemente mi Universidad, la Carlos III de Madrid, a la que estoy muy agradecido), ha sido concedido en una convocatoria en la que sólo se han dado 24 de 643 proyectos solicitados (claro que a los investigadores tontos el formulario web de H2020 nos avisa si un fichero se pasa de las páginas permitidas, cosa que según el MINECO es muy complicada). Con la contribución de Zaragoza y València, IBSEN supone traer de vuelta a España más de 1 200 000 € de los que pone el gobierno español en H2020 (como reconoce el propio MINECO,  los investigadores españoles nos lo hemos currado en las últimas convocatorias trayendo más de lo que contribuímos). Ahí lo dejo; no le digo nada y se lo digo todo, paciente lector.