El poder de los medios de información: evidencias y preguntas candentes

Parece ser que fue Salvador Dalí quién dijo "que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí, aunque confieso que me gusta que hablen mal porque eso significa que las cosas me van muy bien", si bien ya Cervantes recogía esta idea en el Quijote cuando hablaba de la cortesana que "quedó satisfecha por verse con fama, aunque infame". Viene esto a cuenta de un trabajo de hace unos meses que analiza el papel de los medios de comunicación en la mejora de resultados del United Kingdom Independence Party (UKIP) en la última decada, y que creo relevante en el contexto político español actual, pero también desde un punto de vista mucho más general, que discutiré al final del post.

El artículo que traigo hoy aquí se titula "Does Media Coverage Drive Public Support for UKIP or Does Public Support for UKIP Drive Media Coverage?" (¿Dirige la cobertura mediática el apoyo público al UKIP o es el apoyo público al UKIP el que dirige su cobertura mediática?), y es obra de Justin Murphy (en cuya web se puede encontrar el artículo, el software del análisis y los datos) y Daniel Devine, de la Universidad de Southampton. Las dos variables fundamentales del trabajo son los datos de encuestas de la empresa Ipsos MORI, sobre intención directa de voto al UKIP, y el número de artículos que mencionan ‘UKIP’ o ‘UK Independence Party’ en periódicos nacionales del Reino Unido indexados en la base de datos Nexis, lo que arroja un total de más de 65 000 artículos. La evolución temporal de estas dos magnitudes se recogen en los dos gráficos a continuación:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Así, sin más que una impresión visual, parece que hay una cierta relación entre intención de voto y artículos publicados, pero es difícil afirmar mucho más basándonos solo en estos gráficos. Por ello, los autores del trabajo utilizan una doble aproximación al problema: un análisis econométrico riguroso, seguido de un estudio más cualitativo de lo sucedido durante el período histórico de interés, que como veremos es revelador. El estudio econométrico, en el que al igual que en otras ocasiones no entraré por no meter la pata más de lo habitual, combina autoregresión vectorial (VAR, en inglés) con un test de causalidad de Granger. El análisis considera, además de las variables ya citadas, la tasa de desempleo y el porcentaje de gente que cita la inmigración como un problema en las encuestas. La autoregresión no muestra evidencia de que los cambios en la intención de voto originen cambios en la cobertura mediática, pero sí muestra evidencia significativa de lo contrario, es decir, de que la cobertura mediática influye en el apoyo popular. En cuanto a la causalidad de Granger, se encuentra igualmente que la variable artículos Granger-causa la variable intención de voto, pero no al revés. Por otro lado, la cobertura y el apoyo popular no están correlacionados positivamente con la inmigración o el desempleo, pero sí se observa correlación con los meses en los que se celebran elecciones europeas (no con las generales), lo cual es un resultado muy interesante. Como tests adicionales de robustez de los resultados, los autores utilizaron las mismas técnicas con datos semanales (que requieren una cierta elaboración, en particular de las encuestas) en vez de mensuales, obteniendo resultados cualitativamente similares. Como segunda comprobación, incluyeron otras variables, como porcentajes de voto ganado por el UKIP, o eventos notables como el referéndum del Brexit, llegando de nuevo a las mismas conclusiones. Tercero, consideraron en vez de artículos sobre el UKIP artículos sobre sus líderes, una vez más sin grandes cambios. Así que las conclusiones, en lo cuantitativo, parecen bien establecidas.

Entremos ahora a una discusión más cualitativa, de corte histórico. Para ello, fijémonos en los períodos identificados por los autores como relevantes: los meses de cobertura exógena, que son aquellos en los que el apoyo popular se estanca o decrece en los dos meses anteriores a la vez que aumenta la cobertura mediática, y los de apoyo exógeno, en los que a la inversa la cobertura se estanca o decrece y el apoyo crece en los dos meses precedentes. Estos puntos son los que se identifican por líneas en la siguiente gráfica (punto-raya, cobertura exógena, rayas largas, apoyo exógeno).

 

Uno de los eventos más relevantes tiene lugar entre agosto y noviembre de 2012, cuando el número de artículos publicados sobre el UKIP pasó de 198 a 248. Ese período contiene dos meses (julio y septiembre) de cobertura exógena, aumentos de cobertura con apoyo popular constante o en caída, que preceden el pico de apoyo de octubre. Por supuesto, es imposible demostrar causalidad, es decir, que estos meses de incremento de cobertura son los responsables del pico en apoyo, pero el patrón está de acuerdo con los resultados analíticos y por otra parte se repite en varias ocasiones en la serie histórica, mientras que el contrario (apoyo exógeno incrementando cobertura) no se observa. De hecho, es todavía más dramático el pico de apoyo de 2014, que definitivamente sacó al UKIP del casi-anonimato, precedido por otros dos meses de cobertura exógena.

Por supuesto, este estudio está sujeto a muchas posibles objeciones (entre las que destacan las muchas que se pueden plantear a la causalidad de Granger) y desde ya mismo quiero dejar claro que no podemos tomarlo como la última y definitiva palabra sobre el tema. Dicho eso, este es un trabajo especialmente interesante porque, si bien no es el primero que muestra la capacidad de los medios de generar apoyo para partidos pequeños, en particular de extrema derecha, sí es el primero que lo hace en un sistema mayoritario (en cada circunscripción gana el candidato con más votos) y muy bipartidista, un escenario muy opuesto a que se genere apoyo para partidos pequeños, si no por otro motivo sí por razones estratégicas. Por tanto, y de nuevo tomando con precaución el estudio, sí parece necesaria una reflexión sobre el papel de los medios en un sistema democrático. Como dicen los autores (la traducción es mía),

(...) en una economía liberal y de mercado como es la del Reino Unido, uno esperaría que las preferencias de los consumidores sean muy determinantes para la actividad periodística, ya que los periodistas producirán noticias para empresas que compiten en un mercado abierto. Si los periodistas, que nadie ha elegido, pueden suscitar apoyo para partidos populistas de derecha en una economía liberal y de mercado, históricamente bipartidista, yendo contra las preferencias del votante y el consumidor medianos, entonces el poder de esos medios no elegidos de transformar los resultados políticos es no sólo una importante cuestión normativa para unos pocos casos de alta visibilidad sino, en general, para la democracia liberal. 

Aquí dejo al lector que haga los paralelismos que quiera con la situación española, y que se haga sus propias reflexiones. No hablo aquí solo ya de las posibles causas del ascenso en votos de un partido como Vox, sino de un paso más allá: de la posibilidad de que los partidos (y no solo ellos) se aprovechen de este poder de los medios para granjearles apoyo a base de generar debates y noticias más o menos artificiales. Hay muchos otros aspectos importantes en la relación entre información y política que merecen un análisis riguroso, como nos contó Manuel Bagües en este post sobre la concesión de la medalla Clark a Matthew Genzkow (post más que recomendable si se quiere profundizar en las fuerzas económicas que influyen en los medios en la línea del párrafo anterior, y que aporta alguna evidencia más sobre el impacto de los medios en el comportamiento de los electores). Y es más, me voy a atrever a dar otro paso más allá y a sacar este posible efecto de los medios del ámbito de la política y a plantear el debate del efecto de los medios, por ejemplo, en la propagación de conductas criminales. Haría falta un, no, muchos estudios muy serios para intentar establecer si hay influencia entre que haya muchas informaciones sobre cosas tan horribles como la violencia machista y que se registren más casos, con el agravante de que está el factor confounding de que antes se denunciase menos, y ahora más, entre otros. Pero por otro lado no se puede ignorar el dolor de las víctimas y hacer que se sientan ignoradas o abandonadas, así que esto es un problema muy serio. Otro ámbito dónde este problema es relevante es en la información sobre empresas o productos financieros, pienso por ejemplo en las criptomonedas. El papel de los medios de comunicación, de las redes sociales, y en definitiva de todas las fuentes de información es cada vez más relevante en todos los aspectos de nuestra sociedad, y esto sin entrar en el fenómeno de las fake news, o de la intervención de terceros en el debate interno de los países.

Aunque se suele atribuir a Stan Lee en el primer cómic de Spiderman, en realidad fue Franklin D. Roosevelt quién, en un discurso dos días antes de morir, dijo la famosa frase "un gran poder conlleva una gran responsabilidad". Creo que hay que entrar a fondo en evaluar, con evidencias claras, abundantes datos y métodos serios, cuánto de grande es ese poder de los medios, para poder exigir la correspondiente responsabilidad.

Hay 1 comentarios
  • Un artículo interesantísimo, como todos los que publica. Aunque nuestro modo de entender la vida y nuestra sociedad se basan sobre el concepto de personas individuales y libres, que actúan según sus deseos y voluntades, cada vez conocemos más las formas de dirigir la voluntad de las personas y estamos desarrollando bases de datos gigantescas que permiten tanto estudiar las causas del comportamiento humano como dirigirlo hacia donde se desea.
    Tarde o temprano deberemos asumir que el libre albedrío y los fundamentos filosóficos sobre los que reposa la sociedad son falsos. Cerrar los ojos solo sirve para dar un inmenso poder a aquellos que disponen de las herramientas necesarias.

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