¿Qué hacen las abuelas cuando se jubilan? ¿Viajes del Inserso o cuidar de sus nietos?

La transición demográfica y la reciente crisis económica han motivado profundos cambios en el sistema de pensiones en varios países, incluido el nuestro. En muchos casos estas reformas han conllevado el aumento gradual de la edad legal de jubilación. En España la reforma del sistema de pensiones de 2011 retrasó la edad de jubilación desde los 65 a los 67 años (ver aquí). Como consecuencia, algunas abuelas que hubieran estado jubiladas según los parámetros del anterior sistema, ahora trabajan. Esto último podría tener un efecto sobre la inserción laboral de las madres y dicho efecto dependerá de cómo la jubilación afecte las transferencias de dinero y tiempo de abuelas a madres. El papel de las abuelas como elemento que permite la conciliación de la vida laboral y familiar en España ha sido ya argumento de un post anterior de Sara de la Rica.

En un reciente artículo documento las diferencias que existen en términos del efecto de la jubilación de las mujeres sobre la tasa de empleo de sus hijas, entre los países del sur de Europa (España, Grecia, Italia y Portugal) y el resto de Europa.

En teoría el efecto total de la jubilación de una mujer sobre la probabilidad de empleo de su hija es ambiguo. Por un lado, la jubilación deja más tiempo libre, que se podría dedicar a la hija (haciendo la compra, la comida, cuidando de los nietos, etc.). Sin embargo, con la jubilación algunas mujeres pueden dedicarse a viajar o mudarse a una segunda casa cerca del mar o la montaña, lo que dificulta ayudar a sus hijas. La jubilación también suele estar asociada a una caída de los ingresos, lo que en principio restringe la posibilidad de transferir parte de los recursos a las hijas. Sin embargo, con la jubilación también pueden cambiar los patrones de consumo (por ejemplo, si antes se comía siempre fuera con los compañeros y ahora se come en casa) y por tanto, podrían incluso aumentar las transferencias a las hijas. El efecto también podría existir en el caso de los hijos varones aunque esto no ha sido tratado en la literatura, posiblemente porque su oferta de trabajo es más inelástica.

Todos estos mecanismos dependen de manera crucial del contexto institucional y la cultura. Por ejemplo, puede que las mujeres dediquen más tiempo y dinero a sus hijas en culturas enfocadas a la familia y estados del bienestar más pobres. Las reglas sociales también determinan a qué está bien visto que una jubilada dedique su tiempo. Por ejemplo, en algunas sociedades se espera que las abuelas se dediquen al cuidado de sus hijos o nietos, mientras que en otras se ha normalizado que se muden a países con mejor clima. La literatura ha demostrado que existen grandes diferencias en términos de uso del tiempo de los jubilados entre países (ver Gauthier and Smeeding (2003)  y Gershuny, Harvey and Merz (2004)).

Como bien señalaba Sara en su entrada, España y los otros países del sur de Europa se caracterizan porque la familia tiende a compensar los déficits del estado del bienestar. Por tanto, en países donde no hay medidas apropiadas para compaginar la vida familiar y laboral, las madres jugaran un papel más relevante. Los sociólogos han dedicado mucha tinta a caracterizar lo que Esping-Andersen llamaría el modelo “familialístico”.

En mi artículo utilizo datos de SHARE, una encuesta realizada a individuos de más de 50 años residentes en 21 Europeos. En concreto, analizo los años 2004, 2007, 2011, 2013 y 2015.

Estimar el efecto de la jubilación de la madre sobre el empleo de la hija no es fácil porque, si la hija necesita ayuda porque trabaja, algunas madres podrían decidir jubilarse, y esto a su vez podría hacernos pensar que hay un efecto positivo de la jubilación cuando en realidad el efecto iría en dirección contraria. También podría suceder que familias en las que no está bien visto que las mujeres trabajen, las madres se jubilen antes y las hijas no trabajen. De nuevo, esto crearía la ilusión de que hay un efecto cuando no es así. Para resolver esto, he recopilado datos sobre la edad mínima de jubilación en cada uno de esos países, y uso esta variable para capturar las decisiones de jubilación que no están determinadas por circunstancias individuales de las madres, teniendo en cuenta que la edad de la madre en sí misma puede influir sobre el empleo de la hija.

En la tabla de abajo presento los coeficientes asociados a la variable “estar por encima de la edad de jubilación del país de residencia” estimados en una regresión en la que controlo por características demográficas (incluyendo variables dicotómicas por edad) y nivel de estudios de las madres y las hijas. Como se puede ver, encuentro un efecto positivo de la jubilación de las madres sobre el empleo de las hijas en los países del sur de Europa, y un efecto negativo en el resto. Para entender por qué ocurre esto he mirado cómo cambian las transferencias de tiempo y dinero de madres a hijas cuando las madres se jubilan. Sorprendentemente, aunque en todos los países las madres jubiladas cuidan más a sus nietos que las no jubiladas, en los países del sur dedican más tiempo y dan más dinero a sus hijas, mientras que en el resto de países europeos la jubilación de las madres implica una reducción del tiempo y el dinero transferido a las hijas.

Tabla 1: Efecto de que las abuelas alcancen la edad de jubilación sobre el empleo de las hijas

Panel A: Países del sur de Europa

(1) (2) (3)
Efecto 0.033 0.029 0.043**
(0.022) (0.022) (0.022)
Controles de educación N Y N
Controles de nietos N N N
Observaciones 6475 6475 6364

 

Panel B: Resto de países

(1) (2) (3)
Efecto -0.023* -0.024* -0.027**
(0.013) (0.013) (0.013)
Controles de educación N Y N
Controles de nietos N N N
Observaciones 20960 20960 20621

 

*Significativo al 10% y **significativo al 5%. Los países del resto de Europa son: Austria, Bélgica, Croacia, República Checa, Dinamarca, Estonia, Francia, Alemania, Hungría, Irlanda, Israel, Luxembourgo, Holanda, Polonia, Eslovenia, Suecia, y Suiza.

Todo esto me genera dos conclusiones: la primera es que tenemos mucho que agradecer a las abuelas españolas y del sur de Europa en general, y la segunda, que también tenemos mucho que caminar para llegar a un estado del bienestar que les permita irse a un merecido viaje con el Inserso (o donde quieran ellas) sin tener que preocuparse por sus hijas.

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