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¿En qué idioma deberían los inmigrantes hablar a sus hijos?

Según la Estadística de Migraciones del INE, el número de extranjeros nacidos y residentes en España en el 2015 era 452.123.  Este número refleja probablemente el número de hijos de inmigrantes, aunque podría estar subestimado ya que muchos hijos de residentes en España nacidos en el extranjero tienen nacionalidad española. El hecho de que los hijos de los inmigrantes representen una proporción significativa y creciente no sólo en España sino también en el mundo da relevancia a los aspectos relacionados con su integración social y económica. Un ejemplo del interés por el futuro educativo de este colectivo es esta entrada de Antonio Cabrales.

La literatura ha establecido que el dominio de la lengua del país receptor favorece la integración social, en general, y en el mercado de trabajo, en particular, del inmigrante. Esto ha sido demostrado tanto en el contexto norteamericano (aquí) como en el  europeo (aquí y aquí) y el español (aquí). Los padres inmigrantes tienen una gran capacidad para influenciar el dominio de la lengua del país receptor de sus hijos (ver aquí). Todo esto parece recomendar políticas que favorezcan la enseñanza del español a los inmigrantes, especialmente a aquellos en edad fértil o con hijos, y fomentar que transmitan estos conocimientos a sus hijos en casa.

Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla. Se ha demostrado que hay ganancias de hablar lenguas extranjeras tanto en EEUU (Fry and Lowell, 2003) como en la Unión Europea (Ginsburgh and Prieto-Rodríguez, 2011) y España (Ginsburgh and Prieto-Rodríguez, 2007). Estas ganancias podrían deberse a las mejoras de las habilidades cognitivas inherentes al bilingüismo (Bialystok, 2001). El catedrático en sociología Rodolfo Gutiérrez Palacios señala que todo parece indicar que los inmigrantes cuyos padres tienen mayor dominio de la lengua local consiguen superiores niveles educativos, aunque con diferencias más bien pequeñas, y que el aprendizaje del español como segunda lengua iguala o mejora el logro de quienes lo tienen como lengua materna (ver gráfico abajo).

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Además, los resultados de PISA muestran expectativas sobre niveles educativos consistentemente más altas entre alumnos inmigrantes e hijos de inmigrantes que entre los hijos de padres nativos. Esta ventaja es aún mayor entre los hijos que en su casa hablan una lengua distinta de la propia del país receptor. Si esto es debido a que los alumnos realmente obtendrán mayores niveles educativos o a una mejor comunicación de las expectativas de los padres a los hijos, no lo sabemos.

Además, el lingüista Walt Wolfram asegura que los modelos lingüísticos principales de los niños pasan a ser sus coetáneos a partir de los 4 años. De este modo, los niños que hablan la lengua del país de origen de sus padres en casa aprenderán igualmente la lengua del país receptor fuera de casa. Si la mejora de las habilidades cognitivas a través del bilingüismo fuese tal que hiciese que los alumnos bilingües superaran a los alumnos que hablan la lengua del país receptor en casa incluso en tests administrados en la lengua del país receptor, podríamos revisar nuestra inicial recomendación de fomentar la comunicación entre padres e hijos en dicha lengua.

Para saber si este es el caso, he analizado la relación entre un test de capacidad cognitiva estándar (WJ test) y la lengua que se habla en casa, teniendo en cuenta solamente la edad de los niños y el país de origen de los padres. Para ello he usado datos de la Encuesta de Nuevos Inmigrantes estadounidense, que incluye hijos de inmigrantes en edad escolar. El resultado es que los hijos de inmigrantes que obtienen mejores resultados son aquellos que hablan la lengua del país de origen de los padres e inglés, seguidos de los que hablan solo la lengua del país de origen. Por tanto, aquellos padres inmigrantes que hablan en inglés a sus hijos obtienen los peores resultados.

La encuesta que uso me permite saber si estas correlaciones se mantienen cuando tengo en cuenta aspectos tan importantes como el nivel de dominio de lenguas de los padres, la composición del núcleo familiar, el estilo parental medido a través de comportamientos de los padres (control, ayuda, interés, etc.) y aspectos escolásticos (estilo educativo del colegio, materias estudiadas, etc.). Esta correlación se mantiene, y se mantiene también cuando analizo diferencias entre hermanos (técnicamente lo que hago es incluir efectos fijos de familia) o estimo una función de producción de habilidades cognitivas que permite distribuciones de habilidades diferentes para los hijos de inmigrantes dependiendo del idioma que hablan en casa (técnicamente estimo un modelo de coeficientes aleatorios). También obtengo los mismos resultados cuando “instrumento”, es decir, sustituyo el idioma hablado en casa por una predicción del idioma hablado en casa calculada usando el diferencial de tasa de paro entre inmigrantes que hablan ingles y los que no (por país de origen y estado). Los resultados aún no son definitivos, pero dado que la acumulación de capital humano es el primer paso para el éxito en la sociedad y el mercado de trabajo, yo recomiendo a los inmigrantes (como yo misma) que hablen a sus hijos en su lengua nativa.