XVII Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Económica: Laura Díaz Anadon

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de Natalia Fabra

Laura Díaz Anadon ha recibido el XVII Premio de la Fundación Sabadell a la investigación económica. El trabajo de Laura se centra en la economía de la energía, y en concreto, en el estudio de las políticas públicas que contribuyen a fomentar la innovación en este campo.

La lucha contra el calentamiento global exige cambiar el modo con que producimos y consumimos energía, que es la principal fuente de gases de efecto invernadero. Ello pasa, necesariamente, por una vía: la de la innovación. Hay que innovar para idear una nueva movilidad que no dependa de los combustibles fósiles, innovar para desarrollar nuevas tecnologías de generación eléctrica que permitan aprovechar más y mejor los recursos renovables, innovar para reducir los costes de las tecnologías de generación existentes, innovar para mejorar la eficiencia en el consumo de energía, e innovar para hacer factible el almacenamiento de energía a mayor escala y menor coste.

El trabajo de Laura nos enseña que nada de esto se producirá por generación espontánea. Para lograrlo, hay que apoyar la investigación a través de políticas públicas y de la cooperación público-privada. La elevada incertidumbre en este campo desincentiva la iniciativa privada, y las elevadas externalidades de la innovación en energías limpias implican que la iniciativa privada, por sí sola, no puede alcanzar los niveles socialmente óptimos. ¿Existen riesgos más elevados que apostar por tecnologías con largos periodos de amortización y cuyo potencial es difícilmente valorable? ¿Por qué habrían los inversores individuales de internalizar la mayor externalidad que existe, que es la lucha contra el calentamiento global?

En un artículo publicado en la revista Nature Energy, Laura y sus coautores nos recuerdan que todos los estudios publicados desde 1997 recomiendan multiplicar de dos a cinco veces los recursos públicos dedicados a la I+D+i de las energías limpias. Aunque ello no haya sido óbice, como ellos denuncian, para que la administración Trump haya reducido en un 57% los recursos destinados a la investigación en este campo - un recorte sin precedentes en la historia.

Pero además de defender un mayor apoyo a la investigación, el trabajo de Laura también aboga por un mejor uso de los fondos: se trata de gastar más, sí, pero también de hacerlo mejor. En la revista Nature, Laura y sus coautores enumeran seis principios básicos que debieran guiar las políticas de innovación en el área de la energía: el fomento del aprendizaje, de la colaboración internacional, de la autonomía de los expertos, la apuesta por la flexibilidad en las estrategias de innovación y la defensa de una financiación estable y predecible. Ciertamente, ellos no se limitan a enumerar estos principios, sino a sustantivarlos con evidencia empírica y un profundo conocimiento de los procesos de innovación en las empresas, en las universidades y en los laboratorios de investigación.

En otros trabajos de investigación (éste, éste o éste), Laura ha profundizado sobre el valor añadido de las herramientas analíticas para mejorar la asignación de los fondos de investigación. El problema al que se enfrenta la política de investigación no es muy distinto al de un inversor que diseña una cartera óptima de activos financieros para maximizar sus beneficios. Como demuestra Laura, en un contexto de elevada incertidumbre, el planificador tiene que decidir en qué energías limpias invertir para maximizar su función objetivo (que puede incluir, además de los retornos sociales, las reducción de emisiones, o la mejora de la salud pública, entre otros). Y para ello, el planificador tiene que tener en cuenta los spillovers que genera cada posible inversión, así como la complementariedad, o no, entre ellas. El ejemplo que aporta Laura es ilustrativo: la innovación en baterías es complementaria a la innovación en energías renovables porque las primeras harán que las segundas sean más efectivas (cuando haya demasiado sol, viento o agua se aprovecharán los vertidos, y cuando haya demasiado poco, se mejorará la garantía de suministro). El planificador tiene que tener en cuenta esta complementariedad para cuantificar los efectos positivos de invertir, en este ejemplo, en mejorar y hacer más eficientes las baterías. Pero, ¿cómo se resuelve un problema de optimización tan complejo cuando el planificador seguramente no está al corriente de las tecnologías disponibles, de sus complementariedades, de su potencial, o de las probabilidades de éxito? El trabajo de Laura nos enseña cómo aprovechar y procesar las opiniones de los expertos para informar a la toma de decisiones. Y los efectos no son menores: con datos de EEUU, Laura estima que con su método, se podría diseñar una cartera de inversión en energías limpias que, en el horizonte 2030 con datos de EEUU, ahorrara 46 Millones de toneladas de CO2, incrementara el excedente económico en 29 Billones de dólares, y aumentara la generación eléctrica renovable en 39TWh.

El trabajo de investigación de Laura comprende muchos otros temas que, por la extensión de este post, por no puedo tratar aquí. Les invito a que visiten su web para más detalles. Pero no quiero cerrar este post sin antes destacar, más allá de su contribución científica, tres cualidades de Laura.

Primera- Laura es una investigadora interdisciplinar…lo que no es fácil. En el campo de la energía, exige combinar conocimientos sobre economía, modelización, tecnología, implementación….no basta con ser economista, o matemático, o ingeniero, o politólogo…hay que serlo todo. Conozco a pocos investigadores capaces de comprender el complejo engranaje entre estas materias - la formación y el trabajo de Laura demuestran que está entre ellos.

Segunda- Laura no es una investigadora en una torre de marfil. Su investigación se centra en problemas fundamentales que afectan a la sociedad - ¡qué mayor problema que el cambio climático y sus consecuencias! Escribir papers es importante – a los investigadores nos evalúan por ello, - pero más lo es el saber traducir ese conocimiento a soluciones concretas – algo que no siempre está lo suficientemente reconocido en nuestra profesión. Recientemente, Laura ha sido seleccionada entre los autores del sexto informe del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC), un reconocimiento al que han accedido pocos españoles (entre ellos, también Xavier Lavandeira y Elena Ojea).

Tercera- Laura es mujer. Hasta la décima edición de los Premios de la Fundación Sabadell, ninguno de los premiados había sido una mujer. De los siete premiados desde entonces, cinco han sido mujeres. La contribución de la Fundación Sabadell a través de estos premios es doble, porque no sólo reconoce la investigación de calidad siempre con el máximo rigor, sino que además nos recuerda que las mujeres son igualmente capaces de llevar a cabo una investigación rigurosa y original. Una de las premiadas en ediciones anteriores, Nagore Iriberri, ha analizado en varios de sus trabajos el impacto de los estereotipos de género sobre el desempeño de las mujeres en entornos tan competitivos como el de la investigación. Confío en que el premio a Laura contribuirá a cambiar los estereotipos y que con ello se consiga que más mujeres se dediquen al campo de la investigación.

Gracias Laura por tu contribución a tan buenas e importantes causas.

¡Enhorabuena!

Hay 1 comentarios
  • Suscribo todo lo que dices Natalia... un simple vistazo en su CV a su trayectoria (Harvard, Cambridge, UCL...) y la importancia y relevancia de sus trabajos me lleva a pensar que en este caso nos estaríamos quedando cortos .... Gracias por el Post

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