Value investing: ¿Nada es Gratis en la Bolsa?

admin 14 comentarios

de Luis García Álvarez (@LuisGarciaAlv) y Michael Morosi (@mjmorosi) 

No todos los métodos de inversión tienen la misma consistencia en sus planteamientos ni, por supuesto, han cosechado los mismos resultados a lo largo de los años. Si dedicamos tiempo a estudiar qué personas o instituciones han obtenido mejores rentabilidades en el largo plazo se observa que muchos de ellos basan su trabajo en una filosofía conocida como inversión en valor o value investing. ¿En qué consiste exactamente esta filosofía y cómo puede ayudarnos a rentabilizar nuestros ahorros? Quizás la manera más sencilla de expresarlo sea decir que el inversor en valor trata, simplemente, de comprar negocios a precios atractivos respecto a su verdadero valor intrinseco. Se trata, por tanto, de buscar ineficiencias que, por distintos motivos, están pasando desapercibidas para el resto de inversores y aprovecharlas en nuestro favor. Una vez localizadas, es necesario tener la paciencia suficiente para esperar a que el mercado recupere la racionalidad. Es decir, el value investing parte de la premisa de que los mercados pueden desviarse del concepto de eficiencia en el corto plazo, usando de manera errónea la información disponible y equivocándose al asignar un precio a determinados activos. Sin embargo, esta filosofía sí acepta (de hecho, necesita) que los mercados tiendan a la eficiencia en el largo plazo, eliminando las diferencias temporales entre valor y precio.

La inversión en valor, al contrario que otros métodos, no consiste en dedicar nuestro tiempo a tratar de descubrir qué empresa va a ser la siguiente Netflix, Facebook o similar. Se trata, sencillamente, de comprar negocios cuyas características ya conocemos, esperando a que el mercado nos los ofrezca con un descuento significativo sobre su verdadero valor. Tan simple como intentar comprar algo por menos de lo que vale, aprovechando momentos de irracionalidad colectiva. A este colchón en el precio pagado, que nos protege contra los errores que inevitablemente podemos cometer en nuestro análisis, se le conoce como “margen de seguridad”.

Una de las características del inversor en valor es que éste toma habitualmente una perspectiva empresarial, intentando entender en profundidad los negocios que analiza. Precisamente, otro de los conceptos claves de esta filosofía es el del “círculo de competencia”. Invertir en negocios que no somos capaces de comprender bien aumenta significativamente las probabilidades de cometer un error. Es difícil que podamos valorar con cierta fiabilidad una empresa si no entendemos exactamente a qué se dedica, cómo gana dinero y de qué manera es probable que evolucione su entorno competitivo.

Otro de los elementos que diferencia a los seguidores del value investing es su concepción del riesgo en una inversión. Mientras que las finanzas tradicionales han asociado este concepto a la volatilidad en el precio de la acción, los inversores en valor huyen de esta idea. Para este grupo, el verdadero riesgo no tiene nada que ver con cuánto se mueva el precio de una compañía en el mercado.

No en vano, si encontramos un negocio atractivo, con un balance saneado y en manos de un equipo gestor de confianza, parece difícil justificar que se trate de una inversión temeraria simplemente porque el precio de sus acciones fluctúe mucho en el corto plazo. Por el contrario, el value investing define el riesgo como la probabilidad de perder poder adquisitivo de manera permanente, algo que parece tener una buena dosis sentido común y acercarse más a lo que verdaderamente debería de preocuparnos como empresarios.

Aclaremos algo importante. Al contrario de lo que en ocasiones se piensa, el inversor en valor puede perfectamente escoger compañías cuyos beneficios crecen actualmente a un ritmo alto o que pasan por un bache temporal pero pueden recuperar tasas altas de crecimiento en los próximos años. Sin embargo, a diferencia de otro tipo de inversores, buscará que esa capacidad para crecer a un ritmo alto sea una realidad que se pueda comprar a un buen precio, no una mera expectativa.

En este punto, probablemente usted se esté preguntando cómo es posible que, si el value investing funciona a largo plazo (lo hace), no haya más inversores que lo utilicen para incrementar su patrimonio. Probablemente esa duda se haya hecho mayor después de leer más arriba cómo los principios teóricos en los que se basa esta filosofía son relativamente sencillos. La respuesta a su pregunta tiene que ver directamente con la naturaleza humana. Con frecuencia, resulta ser la parte psicológica la que complica la puesta en práctica con éxito de este método de trabajo.

Para obtener rentabilidades extraordinarias, se necesitan dos cosas: tomar decisiones diferentes a las del consenso del mercado (cuya visión ya está incorporada en el precio al que cotizan las acciones) y, no menos importante, tener razón en nuestra tesis. Para mantenerse firme en estas decisiones durante el tiempo que sea necesario, mientras que la corriente de opinión dominante va en dirección opuesta a la nuestra, es imprescindible contar con un notable control de las emociones.

Nuestro cerebro, la estructura más compleja que se conoce, no está diseñado ni preparado para tomar decisiones relacionadas con nuestro dinero, sino con nuestra supervivencia. Por eso, si bien nuestra parte racional podría utilizar el value investing para rentabilizar nuestros ahorros, nuestra parte emocional a menudo nos hace olvidar estos principios justo cuando más los necesitamos.

La misma naturaleza humana que hace que aparezcan oportunidades en el mercado es la que con frecuencia nos mantiene alejados de aprovecharlas. Por eso, aunque pueda resultar polémico, me atrevo a decir que, en el mundo de las inversiones, la parte psicológica es a menudo más importante incluso que el propio análisis financiero.

Para aquellos que consiguen que se imponga su parte racional, la recompensa en forma de rentabilidad para su capital puede ser sustancial. Quizás el caso más conocido sea el del gestor americano Warren Buffett y su socio Charlie Munger. Otros destacados inversores en valor como Philip Fisher, Walter Schloss, Peter Lynch, Joel Greenblatt, Howard Marks, Jean-Marie Eveillard, Pat Dorsey o Seth Klarman, no sólo han logrado generar resultados excepcionales para los partícipes de sus fondos, sino que también han sido generosos al compartir las recetas de su éxito a través de sus textos o conferencias.

En nuestro país, sin ir más lejos, contamos en la actualidad con una brillante generación de inversores en valor, impulsados en gran medida por los excelentes resultados cosechados durante muchos años por el equipo liderado por Francisco García Paramés. Además, el profesor malagueño Tano Santos, al que ustedes han tenido ocasión de leer en Nada es Gratis, dirige actualmente la cátedra de value investing más importante del mundo en la Universidad de Columbia (Nueva York), donde en su día comenzó a enseñar Benjamin Graham, a quién se considera como el padre de esta filosofía. Éste es un logro sin precedentes dentro del ámbito de las finanzas para un académico nacido fuera de EEUU. Por todos estos factores, creo que no peco de optimista al decir que España es, sin duda, el país más relevante para los seguidores de la inversión en valor dentro de la Europa continental.

Sorprende, por tanto, que con un nivel tan extraordinariamente alto de gestores y académicos especializados en esta exitosa filosofía de inversión, las universidades de nuestro país no hayan dado todavía el paso de incluir el value investing con la importancia que se merece dentro de sus asignaturas de finanzas. Desde este blog, que en mi opinión tanto ha hecho por mejorar la cultura económica en España, les animo a título personal para que lo intenten. El coste es muy reducido y la recompensa en términos de aumento de bienestar para la población sería realmente significativa. Sin ninguna duda, una auténtica inversión en valor.

Hay 14 comentarios
  • Benjamin Graham resumía el comportamiento del mercado así:

    "In the short run, the market is a voting machine but in the long run it is a weighing machine."

    En definitiva: que a corto plazo el mercado está dominado por modas, miedos y demás sesgos colectivos e individuales, pero a largo plazo las empresas que valen de verdad suben y las que no bajan.

    • Muchas gracias por tu comentario, David. Para entender mejor esas modas, miedos y sesgos, recomiendo el libro “El Cerebro del Inversor”, del neurólogo Pedro Bermejo. Un abrazo.

  • Buen artículo, y muy interesante. Gracias por tocar esta temática.

    Si el "value investing" puede perfectamente escoger compañías cuyos beneficios crecen actualmente a un ritmo alto (growth), me gustaría saber en cómo se diferencia el inversor value del inversor en general. ¿Por qué se incluye la palabra "valor", si se puede comprar cualquier acción?

    Un inversor medio, en general, tiene paciencia y anhela generar rentabilidades superiores al índice de referencia en el largo plazo, y para ello se puede decantar por (i) bien comprar compañías maduras y baratas (Value), o (ii) bien comprar compañías en fase de crecimiento, aparentemente con ratios de valor no tan baratos (Growth), pero que su fuerte crecimiento de beneficios hace que sean inversiones muy buenas, pese a que con el tiempo cotice con menor múltiplo (por crecer mucho más el beneficio que la acción). Todo ello con los matices que describes en el artículo.

    • Sr Alberto comprar compañías maduras-baratas no es “value” sino compañías con diferencias competitivas impenetrables a poder ser compradas por debajo del valor contable neto. Algún que otro unicornio de esos hay.
      El resto se conforma con comprar un buen caballo, piense q muchas d esas empresas ya salen del nido con un per altísimo o para cuando la gente las entiende ha habido un 0,0005% de personas que han llevado el per hasta el cielo y el común de mortales paga el peaje de entrar. No hay duros a 4 pesetas que sería otro buen título para la web aparte del q tiene.

    • Hola, Alberto. Una reflexión muy interesante. De hecho, es uno de los temas en los que no existe consenso dentro de los propios inversores. Muchos de ellos (incluyendo alguno de los más importantes) afirman que toda inversión inteligente es value investing, ya que lo definen como comprar algo por menos de lo que vale. En mi opinión, sin embargo, aunque puedo llegar a compartir parte de este argumento, sí creo que existen buenos inversores haciendo las cosas de manera algo distinta a los gestores value. Por ejemplo, algunos inversores en start-ups u otros gestores que miran principalmente factores macroeconómicos. Estos pueden estar haciendo buenos análisis y conociendo bien el terreno que pisan pero, sin embargo, yo no diría que son inversores en valor. Desde luego, su método es diferente al nuestro. La diferencia radica en aspectos como el enfoque empresarial o la fase en la que se encuentre el negocio. El inversor en valor puede invertir en empresas de crecimiento, pero necesitará que las condiciones para ese crecimiento existan en el momento actual, aunque estén temporalmente ocultas o se encuentren olvidadas por el mercado. Es decir, buscará comprar realidades a buenos precios, no sólo meras expectativas de crecimiento.

  • Muy buena reflexión. Desde luego me parecería muy adecuado que se enseñara el Value investing en las universidades, sin duda para los inversores profesionales me parece una de las mejores estrategias posibles.

    Por mi parte, como inversor particular, prefiero tender hacia otras estrategias mucho más sencillas, y dejar en manos de profesionales las más complicadas.

    • Muchas gracias, INVERSIÓN AUTOMÁTICA. Esta semana va a haber un importante anuncio en este sentido por parte de una de las mejores universidades en España. Hasta ahí puedo leer... ¡Espero que pronto haya otras que se animen a seguir ese camino!

  • Por fin un tema útil! No confundir valué investing con una definición más del estilo invertir según benjamin graham.
    No menciona el análisis no bursátil ni contable de capacidades MOAT. Por ello q hay empresas-sectores con per bajo que tiene q ser bajo por ello mismo y al inreves igual.
    Muchos perdieron por aburrimiento por no tener esto en cuenta.

    Sres la ley de los mercados eficientes funciona; a excepción de momentos de irracionalidad colectiva (no calculable) y títulos de boutique que va como va.

    • Hola, Pepe. Muchas gracias por tu comentario. No hemos profundizado en el tema de las ventajas competitivas porque creemos que es suficientemente importante como para otro artículo. En cualquier caso, estoy totalmente de acuerdo con tu apreciación. Muchas veces se asocia la inversión en valor solamente a comprar empresas que cotizan a múltiplos bajos y eso es erróneo. Simplificar el value como método de inversión en sólo un factor matemático no tiene sentido. Las compañías que son capaces de reinvertir en su negocio a tasas elevadas, superiores a su coste de capital, merecen un múltiplo más elevado y, sin embargo, pueden ser buenas inversiones en valor. De hecho, nosotros nos encontramos más cómodos en empresas de mayor calidad, aunque tengamos que pagar un múltiplo algo superior (siempre con un límite, por supuesto).

    • Muchas gracias a ti por tu interés, Ramón. Si los editores se animan, nosotros estaremos encantados de seguir profundizando en este tema. Un abrazo.

  • Buenos días, una cosa que me sorprende de algunos gestores value españoles y del curso que he visto, es que son fieles defensores de la escuela austriaca de economía. En esta página en diversos artículos se ha comentado que académicamente es una teoría obsoleta y errónea. Porque en el curso se sigue enseñando los fundamentos de está teoría? Un cordial saludo

  • Una explicación para el matrimonio value investing y escuela austríaca, pareja que a mi también me sorprendió inicialmente. Sería esta: la teoría austriaca de economía solo tiene un defecto: es antisocial. Patológicamente antisocial. En teoría y en evidencia empírica. Pues bien, eso encaja al 100 % en los valores de (y sobre todo en su posición económica personal y de empresa) de los ''defensores del value investing' que ud. menciona, tanto en España (Frco.García Paramé) como en el mundo (Warren Buffet, Charles Brandes, I.Kahn, etc..) . No porque el value investing sea una mala práctica financiera en el ámbito micro (empresas y sus mercados) sino, al revés, porque siendo una de la mejores teorías de decisión financiera, eses mismos excelentes resultados por encima de la media convierten a sus usuarios en antisociales en el plano y ámbito social-país.Los convierten en defensores de la escuela austriaca. No es que la teroría austríaca este obsoleta y refutada. Sólo lo esta si se busca el beneficio del 90 % de la población. Pero W. Buffet , F. G. Parames et alia, no pertenecen a ese 90 %.

Los comentarios están cerrados.