Transición a la democracia y desigualdad pegajosa

Esta es una entrada de Sara Torregrosa.

Los estudios sobre la distribución de la renta en España suelen afirmar que la desigualdad se redujo notablemente durante la transición a la democracia (p.ej. Alcaide, 2000). Ello se debería tanto a la evolución económica y la distribución de las rentas del mercado, como al desarrollo del estado del bienestar. Sin duda, la historia cuadra bien con las expectativas que tendríamos de reducción de las disparidades sociales a consecuencia de la democratización.

En mi tesis doctoral, no obstante, pongo en duda este hecho. La conclusión de que la desigualdad se redujo deriva del uso de los datos originales de la época, ignorando o aceptando sus problemas, o de una corrección inconsistente de los mismos. Déjenme que les dé algunos detalles.

Las Encuestas de Presupuestos Familiares

La fuente histórica fundamental sobre la distribución de la renta en este periodo son las Encuestas de Presupuestos Familiares de 1973-74, 1980-81 y 1990-91 (en adelante, EPFs). Aportan información valiosa sobre las características socio-profesionales de las familias, sus gastos en distintos bienes y servicios, y su renta disponible. Pero pese a su innegable utilidad y riqueza, adolecen de algunos sesgos, que llevan a infravalorar la desigualdad. El problema fue reconocido por el propio INE y se trata en diversos estudios, como Alcaide y Alcaide (1974) u Oliver (1997).1

¿Cuál es el origen de los sesgos? Hay varios, y no son exclusivos de las encuestas españolas (aunque a veces tengamos el acto reflejo de arrogarnos este tipo de particularidades). Por una parte, algunos de los hogares seleccionados para participar no fueron localizados o se negaron a colaborar (no-respuesta); por otra, algunos de los que respondieron declararon rentas inferiores a las que efectivamente percibían (infra-declaración). Este segundo fenómeno puede estar relacionado con reticencias a compartir información privada, deficiencias en el control contable de las familias, o participación en la economía sumergida. El efecto de todo ello es que las rentas disponibles totales declaradas en las EPFs estaban sólo en torno al 70% de las de la contabilidad nacional. Esta discrepancia es mayor en las rentas no salariales, lo cual puede afectar a la desigualdad que estimamos con las encuestas.

Para afrontar el problema, en la tesis intento corregir los datos de las EPFs. El trabajo sigue en primer lugar a Pissarides y Weber (1989), para aproximar cuánto ocultan sus ingresos los autónomos, en relación a los trabajadores por cuenta ajena. Nos basamos en que los primeros declaran gastos en alimentación superiores a los segundos (después de tener en cuenta la renta y otras características, como el tamaño familiar). ¿Acaso comen más los autónomos? El exceso de gasto se puede considerar una indicación de que estos hogares están ocultando parte de sus ingresos: concretamente, en un 14-20% más que los asalariados (véase la figura 1).

Figura 1: Destapando la ocultación de ingresos de los autónomos. Fuente: Torregrosa (2016). Nota: la figura representa la relación entre las rentas de los hogares (eje horizontal) y su gasto en alimentación (eje vertical). Como es de esperar, los gastos aumentan con la renta, pero de manera menos que proporcional. Lo que nos interesa aquí es calcular la distancia entre las líneas estimadas para los asalariados y los autónomos.
Figura 1: Destapando la ocultación de ingresos de los autónomos. Fuente: Torregrosa (2016).
Nota: la figura representa la relación entre las rentas de los hogares (eje horizontal) y su gasto en alimentación (eje vertical). Como es de esperar, los gastos aumentan con la renta, pero de manera menos que proporcional. Lo que nos interesa aquí es calcular la distancia entre las líneas estimadas para los asalariados y los autónomos.

 

En segundo lugar, calculo factores de ajuste a la contabilidad nacional, para los distintos tipos de renta por separado: salarios, auto-empleo, capital, y transferencias recibidas. El factor resulta de una ratio para cada fuente de renta. La idea aquí es que la contabilidad nacional nos da un valor correcto para el agregado, y que las rentas de todos los hogares, sumadas, deberían corresponder a él (procedimientos similares se están planteando para el análisis consistente de la distribución de la renta en la actualidad; véase p.ej. Fixler y Johnson, 2014 (aquí el documento de trabajo) o Piketty, Saez, y Zucman, 2016). El cuadro 1 muestra los factores de ajuste obtenidos. Como se puede observar, tienden a decrecer con el tiempo, apuntando aparentemente a una fiabilidad creciente de las encuestas; la excepción son las rentas del capital mobiliario.

Tabla1: Factores de corrección por tipo de renta. Fuente: Torregrosa (2016).
Tabla 1: Factores de corrección por tipo de renta. Fuente: Torregrosa (2016).

 

El siguiente paso es multiplicar las rentas de cada hogar por el factor correspondiente. Como los ingresos del capital se concentran en las familias más acomodadas, sus ingresos se verán expandidos en mayor medida.

¿Reducción de la desigualdad?

Los resultados de la corrección se muestran en el cuadro 2, junto con los datos originales y los proporcionados por Alcaide (2000), el primer investigador que abordó esta problemática. Como se puede observar, el ajuste supone en general un aumento de la desigualdad, y un cambio en la tendencia observada. Las encuestas originales muestran una caída de tres puntos en el índice de Gini durante estos veinte años (donde igualdad perfecta sería 0 y desigualdad absoluta 100). Alcaide (2000) elevó la diferencia a diez puntos – pero su metodología no es homogénea, y utiliza una encuesta diferente para 1990. Con el procedimiento aquí descrito, el descenso de la desigualdad evidenciado durante la primera mitad del periodo se detiene al llegar a 1980.

Tabla 2: La desigualdad de la renta en distintos trabajos (índice de Gini). Fuente: trabajos citados y cálculos de la autora. Los índices de la renta disponible total utilizan a los hogares como unidad de análisis, mientras que en la renta equivalente se trata de los individuos (se obtiene asumiendo unas determinadas economías de escala en el hogar, y una distribución equitativa de los recursos dentro de éste). El dato de Alcaide para 1990 se basa en la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares.
Tabla 2: La desigualdad de la renta en distintos trabajos (índice de Gini). Fuente: trabajos citados y cálculos de la autora. Los índices de la renta disponible total utilizan a los hogares como unidad de análisis, mientras que en la renta equivalente se trata de los individuos (se obtiene asumiendo unas determinadas economías de escala en el hogar, y una distribución equitativa de los recursos dentro de éste). El dato de Alcaide para 1990 se basa en la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares.

 

La reducción de la desigualdad en los datos corregidos aparece muy leve, y estaría dentro de los márgenes de error de estas estimaciones. No se puede afirmar con rotundidad, por tanto, que hubiera mejoras en la distribución de la renta disponible: nuestra democratización no fue una fuerza suficientemente poderosa como para limitar las diferencias existentes.2 Para utilizar otro indicador muy claro: la participación en la renta total del 10% de hogares más acomodados habría pasado del 28,2 al 27,1%. ¿Parece esto a nuestros lectores un retroceso muy acusado? En términos del top 1%, estaríamos hablando de un 6,5% de la renta en 1973 y un 7,2% en 1990.3

¿De modo que la transición no nos hizo más iguales? Hay que tener en cuenta que los datos que ofrecemos aquí son efecto de multitud de fuerzas contrapuestas. La democratización trajo sin duda algunos cambios distributivos positivos: así lo fueron el desarrollo de las prestaciones sociales y la reducción de la regresividad fiscal. No obstante, dichos elementos fueron compensados por evoluciones desigualitarias en otros componentes de la renta – vinculados a la reestructuración económica, el incremento del desempleo, y un mayor peso de los rendimientos del capital.

Todo lo anterior, recordemos, desde el punto de vista de la renta disponible. Podríamos reconocer su insuficiencia como indicador único y dar alguna vuelta de tuerca más. Por una parte, el mayor acceso a la educación que hemos disfrutado los de mi generación se lo debemos a la misma época, y es un legado que palía la desigualdad de oportunidades (aunque falte andar mucho camino en este sentido). Por otra, si nos importa la desigualdad después de impuestos tal vez deberíamos fijarnos también los indirectos, y llegar así a la capacidad de consumo neta. Pero dejémoslo para otro día. La realidad es compleja, y así lo son los indicadores...

1 Alcaide, A., y J. Alcaide (1974): “Metodologí­a para la estimación de la distribución personal de la renta en España en 1970,” Hacienda Pública Española, (26), 55–63. Oliver, J. (1997): “Ingreso, consumo y ahorro de las familias: propuesta de una metodología para la explotación de la Encuesta de Presupuestos Familiares,” Documento de Trabajo 132, FIES.

2 Estos resultados también implican, desde el punto de vista metodológico, que la infra-declaración debe ser tenida en cuenta en los estudios sobre la distribución de la renta y su evolución en el tiempo, especialmente cuando hay cambios significativos en la distribución factorial.

3 Estos números no se pueden comparar directamente con los de participación en la renta bruta que ofrecen Piketty y compañía para multitud de países.

Hay 18 comentarios
  • Hola: si entiendo el bien la tabla 2, el valor 44,6 indicaría que en 1973 (hablando de memoria, año peculiar en España porque demorarnos las subidas del petróleo con decisiones políticas) estaba sobrevalorado y se podría interpretar como que la dictadura no era tan desigual en cuanto a renta disponible (o no más que la democracia).
    Quiero decir que la mayor diferencia con los valores de Alcaide vienen del año base, no de por el camino.

    • Hola INSU,

      gracias por tu comentario. Sí, entiendes bien la tabla: el valor de 1973 estaría sobrevalorado en los datos de Alcaide -- pero infravalorado en los originales. Esta primera corrección que se hizo hace que aparezca una gran reducción de la desigualdad, lo cual en mi trabajo se matiza mucho.

      En cualquier caso, yo me quedo con los valores de la "renta equivalente". Los de la "renta disponible total" comparan hogares con hogares (hogares de 2 personas con hogares de 5, p.ej.). He puesto estos datos más que nada para poder contrastar con los resultados de Alcaide, pero creo que sean ideales, porque confunden el impacto del tamanyo de las familias (que, además, es un elemento que cambia con el tiempo). Los índices de la "renta equivalente" son los que hablan de desigualdad "entre personas", que es lo que diría que es más relevante.

  • Estudio interesante sobre un apriori que debería discutirse: la desigualdad es mala y debe reducirse.

    Es lamentable que toda la sociedad y la comunidad científica ni tal siquiera se cuestione este apriori.

    La desigualdad existe en los sistemas naturales (ecosistemas) y dene existir en los sitemas sociales (recompensa al merito).

    La cuestión, en mi opinión, debería ser si la población con menor renta tiene más o menos poder adquisitivo o nivel de renta. O si la forma de obtener la resnta de la población con mayor nivel es socialmente responsable (generando empleo estable y salarios aceptables, pudiera ser el caso de Mercadona) o no lo es (pudiera ser el caso de las hipotecas basura).

    Otro debate podría ser si la desigualdad se excesiva o no..o los límites de la desigualdad en una sociedad cohesionada...

    • Totalmente de acuerdo.
      Siempre he sido un poco de buscar las cosquillas y a mis amigos y compañeros de facultad muy preocupados al menos de palabra por la desigualdad de la renta (que quizá debería ser del consumo, incluyendo como dice la autora los servicios sociales, educación y otros) y aplicados estudiantes, si querían redistribuir sus matrículas de honor.
      Lo decía con ganas de provocar, pero con absoluta honestidad.
      Nunca me gratificación con explicaciones de por qué en la academia no era importante corregir los resultados y en la vida sí.

      • * Perdón: me falta el verbo en el primer párrafo: les preguntaba (si querían redistribuir sus matrículas de honor)
        ** Gracias por admitir el comentario en un blog de académicos donde estoy convencido que las notas promedio de la carrera de los editores son superiores a la media.

      • Insu, con todos los respetos, el ejemplo de redistribuir las notas entre los estudiantes está ya muy manido y es una representación muy sesgada y pobre del problema que está en juego. Los resultados en la vida dependen de muchos más factores que los resultados en el consabido ejemplo de sacar la media de las notas y asignarsela a todos.
        Hace ya una década que se está discutiendo esto muy en serio y es un asunto lo suficientemente relevante y complejo como para no simplificarlo así.

        Hago extensivo este comentario a Enrique Bornstein. El "apriori" la desigualdad es mala (o el de que es buena) ya no lo tiene casi nadie de los que realmente se toman en serio este problema. La "comunidad científica", sea eso lo que sea, no lo tiene. Otra cosa es que, dados los incrementos de desigualdad que ha habido (en eso estaremos de acuerdo) haya un grupo de gente que efectivamente concluya que hemos sobrepasado los niveles "óptimos" de desigualdad, sean los que sean.
        Un saludo.

      • Hablar de desigualdad es "una moda" en investigación las modas influyen en la distribución de fondos).

        http://gregmankiw.blogspot.com/2015/02/the-rise-of-inequality-debate.html

        curioso porque, como señala Mankiw, la "moda" de hablar sobre desigualdad se produce en los últimos años cuando, en realidad su aumento (en USA) ocurre entre 1980 y 2000 ... se diría que el debate sigue a la realidad con un retraso de 10 años.

        Pero es que, además, es un debate donde sorprende lo inútil de las métricas empleadas:

        * Se analiza una "distribución" ignorando las "medias" y enfatizando las "dispersiones". Como si la información de la mediana (o del percentil que se eligiese) fueran irrelevantes. En el ejemplo de INSU es como si lo relevante fuera la diferencia entre la mejor y la peor nota de la clase y no, por ejemplo, la evolución de la nota media del peor décil.

        En USA entre 1979 y 2011 los ingresos del bottom 20% de la población crecieron un 40% antes de impuestos y casi un 50% después.

        http://inequality.org/income-inequality/

        * El coeficiente de Gini, tan empleado, es una medida de "interpretación física" totalmente imposible. Que resulte incomprensible es la única razón que se me ocurre para preferirlo a medidas más fáciles de interpretar como los percentiles.

        * La manida diferencia entre el top 1% y el bottom 20% esconde el debate de "composición" ¿están o no las mismas personas en esos grupos a lo largo del tiempo?. Un debate, el de la movilidad sin duda mucho más interesante

        • Sea una moda (supongo que lo dice por su connotación pasajera) o no sea una moda, es un asunto que hay que tratar ¿no?
          Respecto al desfase entre el crecimiento acelerado de la desigualdad intra-país y el "debate" sobre el tema, habría mucho que hablar. Si lo que quiere decir Mankiw entre líneas es algo así como 'si era tan importante, ¿por qué habéis tardado tanto en sacar el tema?', pues que quiere que le diga... Cada uno sabrá por qué.
          El manido ejemplo que trae INSU no se utilizaba para mostrar medidas de distribución de resultados para esfuerzos dispares (en ese sentido no es ni bueno ni malo). Es una charla típica en la que se muestra de una manera muy didáctica que si repartimos las notas independientemente del esfuerzo, al final, tras varias iteraciones, las notas tienden a cero. Esa charla-metáfora-cuento, en diferentes versiones más o menos sofisticadas, se ha estado impartiendo por todas partes desde tiempos inmemoriales. Tiene el encanto de las cosas sencillas e intuitivas. Pero también tiene el peligro de que se utilice como versión única respecto al problema de la distribución de ingresos. Quizá eso explique la tremenda inercia de las ideas y el desfase temporal de los debates...
          Respecto al ídice Gini, es cierto que se ha utilizado mal (no se puede utilizar una serie de Ginis trimestrales de la misma forma que yo no me llevo un telescopio para observar las aves en el monte). Pero tampoco creo que haya astrónomos que no usen telescopio por no saber cómo funciona

          • Jorge Bielsa:
            Por alusiones: mi intención autoconsciente (no descarto otras de las que no me dé cuenta) era mostrar en un ejemplo simple de que no he conocido gente que quiera empeorar su posición relativa o absoluta o que crea merecer menos de lo que obtiene.
            Estoy convencido de que los resultados académicos dependen de capacidades innatas. Pero es que resulta que hay académicos de biología que afirman que incluso la capacidad de esfuerzo tiene componentes innatos = es no elegida al menos en parte. El propio No-Nobel Stiglitz en su libro "The Price of Inequality" habla del consumo de una especie de reserva finita de energía mental que por ejemplo si se va en "aprender" las ofertas de los supermercados queda menos para otras cosas, incluido el estudio. También dependerá de los medios, profesores particulares y otros. Yo recuerdo en el instituto que preguntaban si tenía un sitio para el estudio. En mi habitación apenas cabían cama y armario, que si lo abría tenía que salir yo. (Sí, iba a las bibliotecas). También hay literatura que la relaciona con el nivel alcanzado por los padres.
            Otro ejemplo de que no topo sistemáticamente con gente que cree merecer menos de lo que obtiene: en mi trabajo cobro alrededor del 40% que mis compañeros/as que firmaron el contrato hace 10 o más años sin otro motivo aparente para mí que ese. Mal sistema que lo permite (y si la solución que me planteasen fuese bajar el del resto sin mejorar yo, no la querría), pero no parece afectarles mucho.

          • Decir que es una "moda" es poner nombre a la gráfica de Mankiw: algo que no se nombra hasta 2010 que luego aparece hasta en la sopa cabe llamarle "moda". Moda que surge con la crisis financiera, los recortes y el populismo: una versión del discurso del "pueblo" y el "antipueblo" tan conveniente en la zozobra.

            "Un asunto que hay que tratar", pues no se por qué. No en mayor medida que la diferencia de tiempos entre Usain Bolt y Traivon Bromell para hablar de la final de 100 m o la diferencia de puntos entre el Barcelona y el Levante comentando la liga 2016.

            Hablar de desigualdad esconde una narrativa agradecida y falsa: "nosotros estamos peor porque unos pocos tipos están indecentemente bien", bien podría pasar que "nosotros" no estemos nada mal (comparados con nuestros abuelos) o que, como defiende Conard, la evolución de las fortunas del top 0.1% y del bottom 20% no tengan relación o la, evidente, de que "todos" estaríamos peor sin Zara, Google o Windows.

            Y ocupa el espacio de debates más interesantes como la "movilidad" o la evolución de ingresos de cualquier percentil que se eliga (que es objetivamente más relevante, salvo que aceptemos que nuestra naturaleza de "homo invidere" gobierna nuestra felicidad)

            El problema del índice de Gini no es de serie temporal, es que no tiene ningún sentido "físico". Cualquiera entiende que significa que el ingreso medio del bottom 20% crezca un 40 o un 60% pero ¿que Gini pase del 0,456 al 0,523 ?, ¿mejor o peor que del 0,523 al 0,590?

            • Pues quédese Usted con la narrativa que quiera. Pero sermones, los justos.
              A disfrutar con los 100 m lisos.

          • Obviamente, si creo que en clase no sirve la parsimonia explicativa, mucho menos en la vida real. Hay mas factores fuera del control de la gente que en su control. Y el que a la mayoría no nos guste que nos redistribuyan desde nosotros/as hacia el resto, pues tanto mejor que sea "forzado" (como es forzado no robar aunque quizá a algunos/as les apeteciera). Aun con fallos públicos, public choice y demás, bien por los sistemas fiscales.
            Eso si, un maximin sería como dice Jose Pablo, se preocupa del min y no de las comparaciones.
            En cuanto a movilidad recomendaría una joyita del No-Nobel Krugman: Vendiendo prosperidad

    • Hola Enrique,

      gracias por tu comentario. Como dices, se trata de otro debate. Si la desigualdad es "buena" o "mala" entra en el terreno moral (y las opiniones suelen estar muy correlacionadas justamente con lo que mencionas: si las diferencias proceden del mérito o de otras fuentes). Ahora bien, si la desigualdad es "buena" o "mala" para el crecimiento económico (por ejemplo), sí se ha discutido bastante en la literatura.

  • Me parece un trabajo muy interesante y muy pertinente para tratar el asunto de la evolución de la desigualdad en periodos largos. Ojalá en más trabajos se hiciese esas correcciones de las que siempre se habla y pocas veces se traduce a números (la diferente fiabilidad de los datos de rentas salariales con respecto a los datos del resto de rentas). Además, a diferencia de otros análisis recientes, se usa el índice de Gini para periodos lo suficientemente largos como para que tenga sentido informativo.
    Solo me queda una duda ¿qué parte de la corrección de desigualdad vía pensiones públicas está reflejada en esas cifras? Entiendo que dentro de esas "prestaciones sociales" se incluyen esas pensiones.
    Suponiendo que eso está incorporado, los resultados parecen mostrar que la reducción de la desigualdad después de impuestos, a pesar del fuerte efecto redistributivo de las pensiones, no ha sido tan grande e incluso ha (¿puedo decir empeorado?) desde 1980. Eso quiere decir que si no fuera por las transferencias en especie (sanidad y educación principalmente) la percepción de la desigualdad en 1990 habría sido muy clara.

    • Hola Jorge,

      gracias por el comentario. Sobre tu pregunta, las pensiones públicas sí están incluidas en la definición de renta disponible de las EPFs, aunque para las dos primeras no están desagregadas de las otras transferencias recibidas por los hogares (p.ej., remesas). En 1990 sí podemos distinguir las prestaciones públicas de las transferencias privadas, y las primeras resultan tener una fiabilidad muy similar a la de los salarios (aquí el factor es 1,43).

      El peso de las transferencias en la renta disponible total de los hogares pasa en estos datos de un 14 a un 25% (1973-90), fruto del desarrollo del estado del bienestar. La redistribución causada por las pensiones creció a su vez (tengo otro paper sobre esto). Pero, como dices, lo que parece es que esto se vio contrarrestado por otros factores.

  • Hace sólo una semana acabe de leer el famoso libro de Pickety. Entender la evolución histórica de las desigualdades, su origen etc..para mi al menos ha sido un descubrimiento muy gratificante.

    Las desigualdades fueron el tema de moda a comienzos del siglo XX. De ahí derivaron las ideologías socialistas y comunistas. Ese periodo coincidió con un máximo histórico en las desigualdades.

    Según los estudios reflejados por Pickety , las desigualdades se redujeron drásticamente en todo el mundo desarrollado a consecuencia de las dos guerras mundiales, para empezar de nuevo la cuesta arriba, y llegar en EEUU en torno al máximo histórico en los últimos años. Quizás por eso se ha vuelto a poner de moda.

    La desigualdad es un fenómeno básicamente político, ya que implica que los menos favorecidos acepten mantener las mismas reglas de juego que permiten esa desigualdad. Ya vimos hace 100 años las consecuencias, cuando hay mucha gente que piensa que las reglas de juego hay que cambiarlas.

    Ahora en EEUU, y en algunos países Europeos también parece que se ve algo parecido, si bien no violento.

    La evolución de desigualdades encontrada por el autor para España es coherente con la encontrada en general para toda Europa en ese periodo según Pickett.

  • 1º en España no ha tenido nunca una Democracia si no un Oblogopolio de partidos de los que estaban alrededor del dictador, con regeneración incluida. tampoco hay libertad real solo unos derechos cedidos cual se puede eliminar cuando el estado desee, ademas con toque de social-democrata donde se valoran mas los disvalores y en vez de buscar la libertad solo ampara la igualdad cual nos hace mas desiguales, osase se lucha por la igualdad en vez de la libertad para que solo el dinero y el poder marque la desigualdad entre las personas .. mientras que la libertad completa tiene incluido la igualdad real y no la es el engaño de la social-democracia que mantiene el estado.

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