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Talleres nutricionales en las escuelas: efectos a corto plazo, pero menos en la elección de bebidas azucaradas

de Toni Mora y Beatriz GL Valcarcel

La obesidad es un problema de salud de primera magnitud, como se ha venido comentando en este blog (ver aquí, aquí y aquí). Impone un elevado coste social y presenta un alto gradiente socioeconómico, sobre todo en mujeres. Especialmente preocupante es el sobrepeso y la obesidad infantil, aunque afortunadamente su prevalencia entre los menores de 5 a 14 años se está estabilizando (Olmedillas y Rodriguez, 2017). Según datos recientes de la Encuesta Nacional de Salud de 2017, en España el 28.7% de los niños entre 2 y 17 años y el 28.4% de las niñas padecen de obesidad o sobrepeso.

Un experimento llevado a cabo en 2015 con 3.291 alumnos y alumnas de 1º de la ESO (12-13 años) de 126 clases en 104 escuelas de la ciudad de Barcelona nos ha enseñado algunas cosas importantes sobre cómo atajar la obesidad infantil, en la cual las bebidas azucaradas tienen un papel muy relevante. En el experimento se daba a elegir entre varias opciones de desayuno, saludable y no saludable. La elección de comida y de bebida se realizaba separada e independientemente. Cada niño elegía un alimento y una bebida de una lista. Al día siguiente, se le llevaba el desayuno que había elegido. Esa invitación a desayunar se repetía dos veces, una antes de la intervención y la otra después. Aproximadamente la mitad de los colegios, al azar, actuaron como controles y la otra mitad como grupos de intervención. La intervención consistía en un taller nutricional impartido por una nutricionista experimentada y diseñado a modo de atractivo juego. Una peculiaridad del experimento es que, emulando las campañas de marketing en supermercados, a algunos niños se les hacían ofertas de 2 por 1 (es decir, el doble de cantidad) de los alimentos o bebidas insanos. Un tercio de los niños fueron asignados a azar a recibir la promoción de alimentos insanos y otro tercio, la oferta 2x1 de bebidas insanas.

Mediante modelos lineales de diferencias en diferencias se estimó por separado el efecto del taller en la elección de comida y de bebida. Para estimar el efecto de la promoción, que no presenta variaciones individuales porque cada niño recibía las mismas opciones para ambos desayunos, se estimó el mismo modelo independientemente para las submuestras de promoción y no promoción, y se contrastó la igualdad de los coeficientes del efecto taller. De esta manera se determinó si el efecto de la promoción de la opción insana mitiga o anula el efecto saludable del taller. Otros modelos complementarios estiman el efecto taller para submuestras definidas por las características características individuales, familiares, de la escuela y del vecindario más relevantes.

Del experimento hemos aprendido que a través de juegos nutricionales pueden modificarse las elecciones hacia opciones más saludables, al menos a corto plazo, pero es particularmente difícil conseguirlo en bebidas azucaradas. La probabilidad de elegir una opción no saludable de comida y de bebida bajó un 7.1% y un 4.4% respectivamente a consecuencia del taller. El 75% de los niños elegía la primera vez una opción insana de bebida, destacando las colas (49% del total). Hemos aprendido también que los niños son sensibles a las ofertas de 2 por 1 en bebidas: cuando se hacían, el efecto beneficioso del taller quedaba anulado. El grupo de amigos tiene una gran influencia en las elecciones, y las niñas son más reactivas al taller que los niños. Por el contrario, no se han detectado diferencias significativas entre colegios públicos y privados, entre inmigrantes y nativos o por niveles de renta o educación de los padres y madres.

En España, según la Encuesta Nacional de Salud de 2017, el 40.5% de los niños entre 5 y 14 años toma refrescos azucarados al menos una vez por semana (el 7% diariamente), y aunque los porcentajes son algo menores para las niñas de esa edad (34.8% una o mas veces por semana, 6.6% a diario), también ellas presentan consumos de riesgo. El estudio ha revelado que la gran tentación insana difícil de superar para niños y niñas son los refrescos con azúcar añadido. Éstos no proporcionan ningún beneficio nutricional, pero imponen altos costes en términos de salud. Por el contrario, un ensayo clínico con adolescentes obesos (9 a 18 años) a los que se suprimió de la dieta alimentos con azúcar añadido demostró que en solo diez días se lograron mejoras muy notables de la salud metabólica: la presión arterial diastólica se redujo cinco puntos, la concentración de triglicéridos cayó 33 puntos y los niveles de azúcar e insulina en sangre en ayunas también se redujeron muy significativamente.

El experimento en las escuelas de Barcelona aporta un toque de optimismo respecto a cambios en el consumo de alimentos insanos, aunque sin duda su mayor limitación es que no valora los efectos del taller a medio o largo plazo porque no se hace seguimiento de los niños: demasiado costoso. En breve, nuestra próxima aportación será evidenciar el impacto heterogéneo del impuesto sobre bebidas azucaradas implantado en Cataluña en mayo de 2017 a partir de una base de datos (cerca de ochenta millones de registros) que contiene todas las compras realizadas durante dos años en bebidas para una cadena concreta de supermercados. Ya podemos avanzar que los resultados obtenidos no son tan extremadamente optimistas como afirman otros estudios previos que no disponen de dicha riqueza de datos y no disponen de grupo control. La heterogeneidad encontrada se refiere, tanta a categorías de productos como a subgrupos de población atendiendo a características sociodemográficas.