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¿Son nuestros jóvenes “la generación mejor preparada de la historia”?

por Antonio Villar

Que nuestros jóvenes constituyen “la generación mejor preparada de la historia” parece ser una de esas verdades incuestionables con la que nos hemos acostumbrado a convivir. Lo cierto es que hay datos objetivos que avalan esta afirmación: se trata de la generación que ha disfrutado de un proceso formativo más largo (más años medios de estudio) y que presenta la mayor proporción de titulados universitarios. Así y todo, yo nunca he terminado de sentirme cómodo con lo incontrovertible de esta afirmación. Por una parte, porque sabemos que habilidades y educación formal no son equivalentes aunque estén muy relacionadas. Por otra, porque la situación laboral afecta a la adquisición de nuevas habilidades y a la preservación de la adquiridas, de modo que los altos niveles de desempleo de nuestros jóvenes pueden resultar en una rápida destrucción del capital humano acumulado. Y a ello debo añadir, aunque no sea estadísticamente significativo, que mi experiencia personal como docente universitario no alienta la idea de que cualquier tiempo pasado fue peor.

Valoraciones subjetivas al margen, el reciente informe PIAAC (el PISA para adultos) nos da una oportunidad de discutir con datos esta verdad cuasi-evangélica. Me gustaría dedicar esta entrada del blog a poner algunos números al valor del capital humano de las distintas cohortes, tomando como referencia los resultados en matemáticas de este informe.

El PIAAC

El Programa Internacional para la Evaluación de la Competencia de los Adultos (PIAAC en sus siglas en inglés), coordinado por la OCDE, es un nuevo paso en la generación de datos comparables internacionalmente sobre los conocimientos y habilidades de la población en un amplio conjunto de países. En este caso se presenta un estudio de corte transversal en el que se analizan las habilidades en los ámbitos de comprensión lectora y matemáticas para la población adulta (entre 16 y 65 años). Veintitrés países han participado en esta primera oleada y algunos más se incorporarán en los próximos años. La evaluación de las habilidades se realiza mediante cuestionarios y las valoraciones se miden en una escala de 0 a 500 puntos.

La idea que hay detrás de esta nueva base de datos es la de facilitar la comprensión de la relación entre formación, adquisición de habilidades cognitivas y envejecimiento de la población, por el papel tan relevante que estos aspectos juegan en la realización personal, la acumulación de capital humano, la dinámica del mercado laboral y el desarrollo de las sociedades.

La valoración del conocimiento de las diferentes generaciones

En este trabajo he realizado una comparación intergeneracional de las habilidades cognitivas de la población española en el ámbito de las matemáticas a partir de los datos de PIAAC. El elemento novedoso del análisis es el uso de las distribuciones completas de la población de las diferentes cohortes en los cinco niveles de competencia que define el PIAAC. Se trata pues de una valoración que va más allá de la mera comparación de las medias de los test de las pruebas PIAAC, explotando la información contenida en la versión simplificada de la densidad que proporciona la distribución de las cohortes por niveles de competencia. La valoración de cada grupo (cohorte según grado formativo) es una medida de la probabilidad de que este grupo “domine” a los demás, en el sentido de que un individuo elegido al azar pertenezca a un nivel de competencia superior al de cualquier otro individuo elegido al azar entre los demás grupos (véase aquí para más detalles). La valoración así obtenida difiere sustancialmente de la comparación de los valores medios del test.

Evaluación de las cohortes por grado formativo

El Gráfico 1 describe la valoración de las distintas cohortes según el grado formativo alcanzado, tomando como unidad el valor de las habilidades cognitivas de la cohorte más joven con estudios obligatorios.

De la inspección del gráfico podemos deducir que:

- Dentro de cada cohorte el grupo con educación universitaria tiene una valoración muy superior al grupo con educación media y este último una valoración claramente mayor que la del grupo con estudios obligatorios.
- Los grupos con educación universitaria dominan a todos los demás, excepto el grupo de más edad con respecto a los más jóvenes con educación secundaria.
- La valoración de cada uno de los grados formativos tiende a decrecer con la edad. La diferencia entre la cohorte más joven y la de mayor edad es muy grande, pero el decrecimiento no es uniforme.

Gráfico 1.- Valoración de las cohortes por grados formativos
nadaesg1

Como se observa en el Cuadro 1, esta valoración de las cohortes difiere mucho cuantitativamente de la que resultaría de asociar a cada cohorte y grupo formativo el valor medio del test de las pruebas PIACC. La razón de esta discrepancia en las magnitudes estriba en el efecto que tiene sobre la valoración la diferente distribución de las cohortes por grado formativo en los distintos niveles de competencia (véase Cuadro 2 del trabajo de referencia).

Cuadro 1: Valoración de las cohortes por grados formativos y valores medios (normalizados) de los test

Educación

Cohortes

24 o menos

25-34

35-44

45-54

55-65

(A) Valoración AV

Obligatoria

1.00

0.73

0.62

0.44

0.24

Media

3.26

2.13

2.23

1.66

1.02

Universitaria

6.43

6.68

6.76

5.75

2.68

(B) Valores medios del test (normalizados)

Obligatoria

1.00

0.95

0.95

0.90

0.84

Media

1.12

1.09

1.08

1.06

1.02

Universitaria

1.19

1.19

1.20

1.18

1.11

 

El caso de los universitarios

Conforme a las predicciones de la teoría generalmente aceptada y a la evidencia disponible, los datos muestran un proceso de depreciación de las habilidades cognitivas por efecto del envejecimiento. El hecho de que las generaciones más jóvenes hayan experimentado una aumento en los años de estudios acentúa esta tendencia. Este patrón, sin embargo, se expresa con perfiles diferenciados según los grados formativos.

El efecto negativo del envejecimiento no se aprecia en los individuos con formación universitaria hasta muy tarde (cuarta cohorte). Hay varias causas complementarias que pueden explicar este comportamiento diferencial. Por una parte, los universitarios finalizan su formación más tarde y tienen tasas de desempleo más bajas y mejores condiciones de trabajo, de modo que ese efecto depreciación se vería ralentizado y en parte compensado por su uso. Por otra parte, es posible que estos datos reflejen que hay un mejor ajuste entre formación y empleo en las cohortes tercera y cuarta con formación universitaria (¿efecto negativo de la sobre-cualificación sobre la preservación de las habilidades?) y que existan diferencias de calidad en la formación universitaria, que aparenta ser mejor para las cohortes intermedias que para las cohortes más jóvenes (¿hay un “efecto Bolonia”?). De hecho, si comparamos los valores relativos de la educación universitaria con respecto a la educación obligatoria en las distintas cohortes, observamos que en la generación más joven la ratio es de 6,4 mientras que en las otras cohortes oscila entre 9,2 y 13.

Una verdad con dos caras

Si nos fijamos en los aspectos formales, tales como los años medios de estudios y la proporción de jóvenes con estudios terciarios, podemos decir que nuestros jóvenes constituyen efectivamente la generación mejor preparada de la historia. Eso muestra el éxito de nuestro país en la extensión de la educación. Si miramos las habilidades cognitivas la cosa cambia. Los jóvenes entre 16 y 24 años son los que presentan mejores resultados frente a los mayores de esa edad, para los niveles educativos obligatorio y medio (aunque su valoración cae muy deprisa). No es así para los universitarios: lo que parece ser el mascarón de proa del avance educativo, los jóvenes universitarios, no presentan mejores resultados que sus mayores. En este ámbito no hay evidencia de que estemos consiguiendo acompañar la extensión de la educación con la mejora del rendimiento.

Una de las principales conclusiones del estudio en que se basa esta entrada es que los procesos de aprendizaje continuado y la adecuada integración en el mercado laboral son esenciales para el mantenimiento del stock de capital humano, por su efecto en retardar la depreciación asociada al envejecimiento. Los altos niveles de desempleo actuales, centrados especialmente en los jóvenes (con el deterioro que suponen de las habilidades cognitivas alcanzadas), el proceso de envejecimiento progresivo de la población, la dinámica extremadamente rápida de los cambios tecnológicos y el retraso en la edad de jubilación, hacen especialmente relevante abrir vías eficaces de actualización y mejora educativa.