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Sistemas de Competencia y la Paradoja de la Jirafa

de Marianela López Galdos

Hace aproximadamente un año, falleció el famoso psicólogo Marshall Rosenberg padre del concepto de comunicación no violenta (CNV), también conocida como la comunicación colaborativa. La CNV es un proceso de comunicación ¨compasivo¨ útil para lograr el consenso y acuerdo entre las partes. Para ilustrar su idea, Rosenberg utilizaba siempre la imagen de un lobo y una jirafa como símbolos de su teoría (ver aquí). El lobo representaba la competencia, que para distanciarse de la otra parte, utilizaba un lenguaje agresivo y crítico. La jirafa, al contrario, con su largo cuello tenía una buena visión de conjunto además de una visión clara del objetivo a conseguir. Ello le permitía utilizar un lenguaje respetuoso y unificador.

Parece que ante el panorama político actual, el lenguaje de la jirafa con altura de miras es más necesario que nunca. En efecto, el lenguaje de la jirafa es fundamental para lograr grandes acuerdos y pactos. Sin embargo, también es verdad que el fruto del consenso no siempre produce los mejores resultados. Y es que, como dice un colega que lleva muchos años trabajando en organizaciones internacionales como el Banco Mundial, las jirafas son intentos de caballos sometidos a toma de decisiones consensuadas.

Ante el riesgo paradójico de que el lenguaje de la jirafa produzca también jirafas que afecten al grueso de la economía y desarrollo de España, resulta imprescindible que en determinadas materias, nuestros políticos asuman que no ha lugar a porfías. Indiscutiblemente, la necesidad de modernizar y reformular nuestro actual sistema de competencia representa una de esas materias axiomáticas. Y es que, se mire por donde se mire, la implementación de un sistema de competencia efectivo es de interés para todos y cada uno de los actuales partidos políticos.

Veamos:

Para los Liberales: El buen funcionamiento de los mercados y la libre competencia es uno de los ejes centrales de la ideología liberal. Para que los agentes económicos compitan libremente es imprescindible que exista una autoridad de competencia independiente que supervise el funcionamiento efectivo de estos mercados y mantenga una tolerancia cero hacia el capitalismo de amigos.

Para los Socialdemócratas: Procurar un estado de bienestar universal representa el núcleo del pensamiento socialdemócrata. Por lo tanto, parece lógico que los más recelosos del sector privado y el libre mercado quieran contar con una autoridad de competencia que sea responsable de que las empresas no violen la normativa con un impacto tan trascendental para el bienestar de los consumidores.

Para los Comunistas: Aunque a priori el comunismo y la política de competencia son aparentemente incompatibles, no hay un instrumento más poderoso para la lucha de clases en las sociedades de consumo actuales que la adopción de un sistema de competencia efectivo, que por su propia naturaleza, facilite el dinamismo económico y contribuya a la reducción de las desigualdades incrementando el poder adquisitivo y bienestar de los consumidores.

Además, para Todos los partidos, incluidos los nacionalistas que son europeístas, es necesario recordar que la política de competencia es una herramienta fundamental para la integración de la Unión Europea. Por lo tanto, a no ser que aboguen por la salida de España de la Unión Europea, no nos queda más alternativa que la reformulación de nuestro sistema de competencia.

En vista de lo anterior, parece que la discusión sobre la mesa en materia de competencia se debería centrar en el cómo reformular nuestro sistema de competencia ya que su necesidad parece incuestionable. Pues bien, a continuación incluyo algunas sugerencias basadas en el concepto de comunicación no violenta para afrontar ese ¿cómo? y así intentar evitar la fabricación de otra jirafa.

¿Cómo?

  1. Admitir que se erró en el proceso de creación de la CNMC. Lo primero que se ha de hacer es reconocer que la creación de la CNMC no fue acertada en su origen (ver aquí, aquí, y aquí); y al mismo tiempo, no utilizar dicho reconocimiento como arma política. Es más, dicho reconocimiento no debería de interpretarse tampoco como un fracaso de la propia CNMC ya que pondría en entredicho la capacidad de los funcionarios de la misma, y nada más lejos de la realidad. ¿Acaso se puede esperar que las jirafas vuelen?
  1. Dejar el interés público para otros ámbitos distintos al de la competencia. Los partidos políticos han de asumir y aceptar que tratar de política de competencia es hablar de las eficiencias económicas; en otras palabras, del funcionamiento efectivo de los mercados (ver aquí). Esto no implica que otros aspectos de interés público tengan que estar supeditados a la política de competencia (ver aquí). Lo que realmente significa es que a la hora de legislar en materia de competencia queden excluidos otros aspectos de interés público que serán abordados en otros ámbitos. España está ya lejos de contar con un sistema de competencia embrionario de experiencia limitada como por ejemplo el de China, Sudáfrica o Zimbabue. Por lo tanto, cualquier materia o excepción de interés público deberá reservarse o incluirse en otro marco legislativo.
  1. Someter la modernización de la competencia a un estudio independiente. Dado el contexto político en el que nos encontramos, considero que sería muy oportuno seguir el método utilizado en varias ocasiones en Australia para reformular y modernizar las políticas de competencia (ver aquí todos los informes) Básicamente el procedimiento consiste en crear un comité de expertos que publican un informe en el que se analiza el estado de la política de competencia (ver aquí el informe Harper de 2015). Los resultados de dichos informes no son vinculantes pero sirven como insumos para propuestas legislativas futuras.
  1. Realizar un proceso legislativo abierto, transparente y participativo. Con el antecedente poco positivo del proceso creativo de la CNMC, parece que sería conveniente que la propuesta legislativa para la modernización del sistema de competencia español gozase de la máxima transparencia, y diese la oportunidad a los interesados de comentar el texto legislativo. Por ello, parece que sería beneficioso que los partidos políticos llegasen a un acuerdo en los pasos a seguir, y tal vez, los procedimientos de la Comisión Europea podrían servir de ejemplo. Ya se hizo para la creación de la CNC a través del libro Blanco, y no salió tan mal.

Si los partidos políticos, en un ejercicio de madurez política, lograsen llegar a un acuerdo sobre los cuatro puntos expuestos anteriormente, se establecerían unos cimientos sólidos sobre los que seguir construyendo en materia de competencia. A partir de ahí, existen muchas ideas más concretas como las expuestas por Gerard Llobet sobre lo que debería constituir el contenido del nuevo sistema de competencia. Vayamos paso a paso.