Reflexiones sobre la productividad (I). El rompecabezas de la productividad

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de Matilde Mas

La productividad del trabajo ha presentado una trayectoria creciente a lo largo del tiempo en todos los países desarrollados. Cada vez se han producido más bienes y servicios por hora trabajada, lo que desde una perspectiva de largo plazo ha permitido aumentar la renta per capita y el bienestar. En periodos más cortos de tiempo las economías están sujetas a fluctuaciones cíclicas. En la mayoría de los países desarrollados la productividad cae en las recesiones y aumenta en las expansiones (no en España, pero de eso hablaremos en otro post). Lo que es más infrecuente es el crecimiento próximo a cero que se está experimentando en muchas economías occidentales en los últimos años. Hay que remontarse a antes de la segunda guerra mundial para encontrar un comportamiento tan descorazonador. A este fenómeno se le conoce como el “rompecabezas de la productividad” (productivity puzzle).

En EEUU la productividad por hora trabajada creció entre 1995 y 2004 a una tasa del 3% anual, fundamentalmente por el impulso de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). A pesar de que la revolución digital continuó a buen ritmo, la productividad se desaceleró al 2% durante el periodo 2004-2010. Pero luego todavía fue peor: entre 2010 y 2016 tan solo creció al 0.5% anual. Esta pauta de comportamiento se aplica a EEUU, pero no a China e India. En EU28 y Japón sí se observa, pero no de forma tan marcada (figura 1). Dentro de la UE15 se aplica sobre todo al Reino Unido pero no a España (figura 2). El comportamiento de Irlanda se comenta más adelante.

  1. Figura 1. Tasa anual de crecimiento de la productividad por hora trabajada 1995-2015

EU28, US, Japan, China e India. 1995-2004, 2004-2010 y 2010-2015

Fuente: 2018 PREDICT Dataset, elaborada por JRC Dir. B (CE) e Ivie

Figura 2. Tasa anual de crecimiento de la productividad por hora trabajada 1995-2015. EU15

Fuente: 2018 PREDICT, elaborada por JRC Dir. B (CE) e Ivie

En principio se aducen tres razones para explicar la desaceleración de la productividad en EEUU, y también en el Reino Unido. La primera se relaciona con problemas de insuficiente demanda, o a las interacciones entre débil demanda y lento crecimiento del output potencial. Esta es la literatura en torno al “estancamiento secular” de Summers. La segunda, echa la culpa a shocks de oferta que limitan el crecimiento del output potencial. Ésta es la versión de Gordon. La tercera se centra en los problemas de medida originados en la sospecha de que los instrumentos de los que disponemos para medir el output, y por tanto también la productividad, no están preparados para la revolución digital.

Respecto a la primera, el “estancamiento secular”, una explicación del propio Summers puede encontrarse aquí. En relación con la segunda, que descansa en factores de oferta, Bloom, Jones, Van Reenen y Webb (2017) contestan afirmativamente a la pregunta "¿es cada vez más difícil encontrar ideas?". Parten de constatar que el crecimiento económico en EEUU ha sido relativamente constante en los últimos 100 años mientras que el número de investigadores ha aumentado mucho más en el mismo periodo. Con más investigadores y la misma tasa de crecimiento sugieren que se ha producido una caída en la productividad de las ideas. Es lo que llaman “ideas PTF”. Concluyen que “ …la economía tiene que doblar sus esfuerzos en investigación cada 13 años si quiere mantener constante la tasa de crecimiento”. Por tanto, no basta con invertir en I+D. Hay que hacerlo de forma acelerada.

Desde la perspectiva de la medición se plantean dos problemas diferentes. David Byrne y Dan Sichel (2017) se centran en las dificultades de medir adecuadamente los precios de los bienes asociados a las nuevas tecnologías. Sin embargo, concluyen que, pese a ser importantes, no son responsables de la desaceleración observada en los últimos años. También concluyen que el progreso técnico ha sido mucho más rápido en los sectores de alto contenido tecnológico de lo que indican las cifras oficiales, confirmando lo que la simple intuición diría.

El segundo aspecto asociado a la medición está recibiendo mucha atención tras la publicación por Irlanda de los datos de crecimiento del PIB en 2015: 26,3% en términos reales (32,4% en nominales). El origen de este dato, aparentemente anómalo, se encuentra en la práctica, cada vez más extendida por las empresas multinacionales, de localizar en paraísos fiscales (como Irlanda, que tienen impuestos de sociedades mucho más bajos) sus actividades, especialmente las ligadas a la propiedad intelectual. Como resultado de estas prácticas contables, las ventas (producción) generadas por el uso de estos activos se contabilizan en el PIB de Irlanda en lugar del país en el que se encuentra la matriz.

Este problema, no resuelto, lleva a la OCDE a poner en cuestión la fiabilidad de los siguientes indicadores, clave en el diseño de la política económica: la noción de “output gap” (porque las estimaciones a largo plazo de la productividad y el capital serán menos fiables); el déficit público y la ratio deuda/PIB (y, en general, de cualquier indicador que tenga el PIB en el denominador); la base imponible (porque los ingresos derivados de la venta de servicios ligados a la propiedad intelectual son parte de la base imponible y, al menos parte de ellos, no aparecerán contabilizados en el PIB). Afectará también al diseño de la política monetaria (porque reducirá la fiabilidad de utilizar como variable de referencia el crecimiento del PIB nominal). Y, por supuesto, en la productividad del trabajo, lo que a su vez pone en cuestión la relación entre desempleo y crecimiento de la productividad (ley de Okun).

Las reflexiones anteriores llevan a la OCDE a preguntarse si el PIB mide adecuadamente la actividad económica, si no habría que revisarlo, y si no sería conveniente ampliarlo incluyendo el cálculo de una nueva medida, el Producto Internacional Bruto.  En realidad, lo que se está discutiendo no es tanto si deberían incorporarse más actividades en el PIB (lo que aborda la literatura del Beyond GDP de la que ya se habló en NeG). Más bien se trata de dilucidar si habría que modificar las prácticas de los Contables Nacionales y, de tener que hacerlo, en qué dirección.

Según los cálculos de Guvenen, Mataloni, Rassier y Ruhl (2017) la revisión de las cifras del PIB de EEUU para corregir las consecuencias del offshore profit shifting aumentaría la productividad agregada un 0,1% anual entre 1994 y 2004, el 0,25% anual entre 2004 y 2008, y no tendría efectos a partir de 2008. Los ajustes son especialmente grandes en las industrias intensivas en I+D que son precisamente las que producen los activos intangibles que se desplazan fácilmente entre fronteras. En el caso de estas industrias el crecimiento del output habría sido un 8% anual mayor en la primera década del siglo XXI.

Estos resultados, junto con los mencionados de Byrne y Sichel (2017), complican más las cosas ya que si el sector tecnológico continúa innovando a buen ritmo ¿por qué el crecimiento de la productividad agregada está siendo tan sumamente lento? Byrne y Sichel sospechan que la respuesta depende crucialmente de los largos desfases temporales necesarios para que los beneficios de la innovación se extiendan al conjunto de la economía acudiendo a lo acaecido en las distintas oleadas ligadas a la revolución industrial.

A la misma explicación se apuntan Brynjolfsson, Rock y Syverson (2017). En su caso proponen como justificación que los impresionantes avances logrados por la inteligencia artificial y el machine learning todavía no se han difundido lo suficiente. Como otras tecnologías de uso general, necesitan que se desarrollen innovaciones complementarias. Y, lo que es más importante, requieren la introducción de cambios organizativos y de formación del capital humano adecuado para poder extraer todas sus posibilidades. Es decir, requieren inversión en activos intangibles, y estas inversiones no están siendo tan dinámicas como debieran. Sobre este tema volveremos en el post de mañana.

Hay 5 comentarios
  • Un artículo muy didáctico, sobre como se mide la productividad de una economía.

    Las reflexiones sobre la importancia de la formación y cualificación del capital humano para hacer uso de los recursos tecnológicos, me parece muy interesante.

    En un mundo donde la innovación en tecnología es tan rápida, se pueden producir efectos como el de que existan inventos, favorables para la industria, que no sepan ser utilizados, o a los que no se les saque todo el partido posible.

  • Els preus dels bens i serveis que milloren la productivitat pugen menys proporcionalment?

  • Doy fe (por experiencia personal) que gracias a la tecnología muchas empresas están produciendo lo mismo con mucho menos esfuerzo laboral, no digo en cantidad de trabajadores o de horas sino de esfuerzo físico y mental de cada unidad de trabajo. El trabajador es necesario, y la necesidad del mercado o del entorno comercial obligan a que trabaje las mismas horas, sin embargo, su trabajo es mucho más relajado y hasta satisfactorio.

    Pienso que quizá tendríamos que encontrar otra manera de medir la productividad.

  • Muchas gracias, interesante post. Aunque no comparto demasiado la visión de la OCDE en cuanto a la valoración de la base imponible, déficit público y deuda pública. La deslocalización de beneficios afecta a los ingresos fiscales, déficit público y deuda pública, y aunque la producción se pueda asignar al país de producción, lo que cuenta son los ingresos fiscales, por lo tanto creo que el problema es más político y de que las empresas paguen donde obtienen sus beneficios, y para ello se requeriría un marco fiscal internacional homogéneo, quizá un imposible.

    • Estoy de acuerdo con algunos de tus comentarios pero el problema es un poco más complejo. Requiere una explicación más detallada que quizás puede dejarse para otra entrada más adelante.

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