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“¿Qué será de mi pensión?”: Recomendación de lectura para jubilados y los que aspiran a serlo

de Juan F. Jimeno

Los editores de NeG me pidieron algunos comentarios sobre el libro “¿Qué será de mi pensión?” que acaba de ser publicado. Tratándose de una descripción de la situación del sistema público de pensiones en España y siendo José Ignacio Conde-Ruiz su autor, fue una oferta que no pude rechazar, por tres razones, cada una de ellas suficiente en sí misma.

En primer lugar, creo que desde mediados de los años 1980s, cuando se inició el debate sobre la necesidad de reformar las pensiones públicas en España, la información que mayoritariamente se ha transmitido a la opinión pública sobre esta cuestión tan importante y decisiva para el bienestar social ha sido insuficiente y, en demasiadas ocasiones, errónea. Por ello, considero imprescindible que vean la luz libros didácticos que tengan la intención de dar a conocer al público en general la verdadera situación y las perspectivas de futuro del sistema público de pensiones, algo en lo que, por otra parte, varios colaboradores de NeG también han contribuido frecuentemente.

En segundo lugar, el autor es especialmente docto para esta tarea. Desde el inicio de su carrera profesional, ha llevado a cabo una amplia y excelente labor investigadora sobre la economía de las pensiones y, además, en su etapa de asesor económico del Gobierno, ha tenido la oportunidad de conocer de primera mano cómo se analiza esta cuestión en la esfera política y cómo se plantean y desarrollan reformas en ese ámbito.

En tercer lugar, Nacho y yo somos colegas y amigos. Lo conocí cuando llegó por primera vez a FEDEA en 2002. Desde entonces, hemos compartido trabajos de investigación, escrito artículos conjuntamente, participado en aventuras profesionales varias e, incluso, sufrimos solidariamente la pasión futbolística por un equipo que ha sido capaz de ganar la décima agónicamente y solo después de dejar generosamente que sus dos rivales más enconados se pelearan por un campeonato doméstico. No obstante, he intentado y espero haber conseguido que estas relaciones profesionales y de amistad no sean óbice para que mis comentarios tengan la dosis de objetividad que los lectores de NeG merecen.

El contenido del libro

Se trata de una obra de divulgación sobre los sistemas públicos de pensiones de jubilación que presta una especial atención al caso español. Está, por tanto, dirigida a todos aquellos interesados en conocer qué son, qué deberían ser y que serán las pensiones públicas de jubilación en nuestro país.

La estructura del libro refleja muy bien la manera en la que se deben abordar estas cuestiones. El primer capítulo explica por qué ha de existir un sistema público de pensiones y cuáles deberían ser sus objetivos. Los dos capítulos siguientes describen los tipos de instrumentos que se pueden utilizar para instaurar dicho sistema, es decir, pensiones de reparto o de capitalización, contributivas o asistenciales, de prestación definida o de contribución definida. Tras la exposición de objetivos e instrumentos, se detallan las restricciones a tener en cuenta, sean estas de naturaleza demográfica (capítulos 4 y 7), económica-laboral (capítulo 5) o de Economía Política (capítulo 6). A continuación, se documenta la situación actual del sistema de pensiones en España y cómo se ha llegado a ella (capítulos 8 a 10) y se argumenta que, a la vista de objetivos, instrumentos y restricciones, en ausencia de más reformas, el sistema no va a poder cumplir adecuadamente su función (capítulo 10). Finalmente, el libro concluye con una evaluación de las reformas realizadas recientemente (capítulos 11 y 12), con propuestas sobre cuáles deberían ser las próximas (capítulo 13) y con una reflexión general sobre cómo afectarían estas a los jubilados presentes y futuros (capítulo 14). La exposición es ágil, accesible para lectores no iniciados en el tema, y se apoya en material gráfico y estadístico de fácil comprensión y, al mismo tiempo, suficientemente actualizado como para que resulte también interesante para los iniciados.

Todo ello constituye una tarea muy necesaria, especialmente en un país donde los principales mensajes que reciben los ciudadanos sobre estas cuestiones están basados en intereses particulares y, no tanto, en análisis rigurosos. En parte por culpa de aquellos que sostienen que mantener las pensiones públicas en las condiciones actuales es solo cuestión de voluntad política y que las restricciones demográficas, tecnológicas y económicas no son tales; en parte, por la de los que dicen que el sector público no debería entrometerse con “juegos de Ponzi” en las decisiones de ahorro de las familias, que el sistema público está quebrado y que todo debería fiarse a pensiones privadas; y, sobre todo, por la de políticos que suelen modular sus mensajes en función de si su partido está o no en el Gobierno y de la coyuntura electoral, los ciudadanos tienen que seguir tomando sus decisiones de ahorro y de jubilación en un contexto de elevada incertidumbre y gran confusión acerca de las prestaciones que ofrecerá el sistema público de pensiones en los próximos años.

Sus principales mensajes

Resulta imposible resumir en una breve reseña toda la riqueza de resultados, argumentos y propuestas que se desarrollan en “¿Que será de mi pensión?”. Por tanto, centrando la atención exclusivamente en lo más relevante, creo que merece la pena destacar las siguientes proposiciones (en forma de medio decálogo):

  1. El sistema público de pensiones de reparto, basado en un pacto intergeneracional por el cual la población en edad de trabajar provee, conjunta y solidariamente, de pensiones vitalicias a la generación anterior, constituye un avance social muy importante sobre la situación previa en la que el soporte de la renta durante la vejez dependía exclusivamente de vínculos familiares. Por tanto, debe mantenerse y consolidarse.
  2. No obstante, este pacto intergeneracional está siendo sometido a fuertes tensiones derivadas, principalmente, del cambio demográfico que hará que el tamaño de las generaciones futuras que tendrán que hacer frente al gasto en pensiones en relación con el del las generaciones que las van a disfrutar, disminuya mucho y muy rápidamente. Además, dicho pacto intergeneracional, que también está basado en transferencias de renta para la financiación de la educación y en la existencia de unas perspectivas laborales razonables para las nuevas generaciones, se resquebraja cuando el sistema educativo no cumple adecuadamente su función, la regulación laboral discrimina contra los trabajadores más jóvenes, estén o no suficientemente formados, y la movilidad internacional de los trabajadores tiene una incidencia elevada.
  3. Para preservar este pacto intergeneracional y, así, el sistema público de pensiones de reparto, no hay más remedio que proceder a reformas que reduzcan la tasa de sustitución de las pensiones públicas (la ratio entre pensión percibida y el salario durante la vida laboral).
  4. Hay muchas maneras de conseguir dicha reducción. Una es la congelación perenne de las pensiones, lo que supone una pérdida notable de su poder adquisitivo a lo largo del periodo de jubilación y hace recaer el riesgo de variaciones inesperadas de la inflación sobre los jubilados. Otra es aumentar el carácter asistencial de las pensiones, por ejemplo, haciendo que las pensiones máximas disminuyan en relación al salario medio. La que se está siguiendo en algunos países consiste en transitar hacia un sistema de pensiones de contribución definida con cuentas nocionales. Las dos primeras alternativas tienen graves inconvenientes y, sin embargo, las reformas recientes en España, en su mayor parte, han optado por ellas. Un sistema de cuentas nocionales con pensiones de contribución definida es superior en términos de suficiencia, sostenibilidad, eficiencia y equidad (intra e intergeneracional). A pesar de ello, todavía no se ha considerado esta opción seriamente en nuestro país.
  5. Dado que la tasa de sustitución de las pensiones públicas va a disminuir inexorablemente, tendremos que complementarlas con otras fuentes de renta. Por ello, el ahorro para la jubilación debe aumentar. Para conseguirlo, hay que reconsiderar las medidas de ayudas fiscales al ahorro a largo plazo, que son manifiestamente mejorables, y dotar a los ciudadanos de los instrumentos financieros necesarios (hipotecas inversas, rentas vitalicias, etc.) para el uso de dicho ahorro durante la jubilación, en condiciones mucho más favorables que las actuales y con el suficiente aseguramiento contra el riesgo de longevidad.

En mi opinión, Nacho no solo acierta cuando llama la atención sobre estas conclusiones, sino que, además, las justifica con documentación estadística pertinente y argumentos lógicos convincentes. Por ello, “¿Qué será de mi pensión?” es un libro muy recomendable tanto para aquellos que no llegan todavía a comprender la complejidad de la situación y desean adquirir información y conocimiento sobre estas cuestiones, como para los que las entienden mejor, estén de acuerdo o no con las conclusiones anteriores. Por otra parte, dada la importancia de las decisiones de ahorro y jubilación, su lectura, a poco que estimule el estado de conciencia acerca de las mismas, resultará ser una inversión muy rentable. Y, por último, una pequeña contribución a los derechos de autor de Nacho tendría un impacto positivo sobre su ahorro y su pensión futura. Esto aliviaría a sus tres encantadoras hijas, a las que el libro está dedicado, probablemente para que siempre tengan presente la importancia de los pactos intergeneracionales.