¿Pretende el Ministro matar al mensajero de la corrupción?

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de Elena Costas-Pérez

Desde hace algún tiempo parece imposible abrir un periódico sin encontrarse con un nuevo escándalo de corrupción política. La percepción de que España es un país corrupto se refleja también en los principales rankings internacionales.

A la hora de buscar soluciones, las propuestas tienden a centrarse en el papel que juegan dos instituciones: el sistema electoral y el judicial. Mecanismos como las listas abiertas, las primarias obligatorias o el endurecimiento de la ley son presentadas como panaceas. Estas propuestas encuentran apoyo en el hecho de que los países democráticos con elecciones que dan márgenes de libertad de elección a los votantes y con un sistema judicial independiente tienden a estar asociados con menores niveles de corrupción.

Relación entre estabilidad democrática y corrupción

(media por países)

El1

Fuente: Lederman, D., Loayza, N., & Soares, R. R. (2001). “Accountability and corruption: political institutions matter”. World Bank Policy Research Working Paper, (2708).

Sin embargo, en ese debate se olvida otra institución fundamental a la hora de garantizar la eficacia de los mecanismos de rendición de cuentas en una democracia: los medios de comunicación. La evidencia para España señala que su impacto es muy relevante a la hora de garantizar el castigo electoral a la corrupción.

Se preguntaba hace unos días Irma Clots-Figueras en este mismo blog si los españoles castigamos con el voto a los políticos corruptos. Citaba los resultados de un artículo que publicamos con Albert Solé-Ollé y Pilar Sorribas-Navarro (link) en el que encontrábamos dos resultados relevantes. Por un lado, que el castigo de los votantes españoles a los alcaldes corruptos es modesto. No llega en la mayoría de casos a afectar sus probabilidades de reelección. Pero, por otro lado, encontramos que en aquellos escándalos en los que había habido una sentencia judicial, o existido una amplia cobertura mediática – medida como más de 10 publicaciones – la pérdida de votos del alcalde implicado en el escándalo asciende al 14%. Un valor nada despreciable.

Es decir, en aquellos casos en que ha habido una cobertura mediática adecuada, existe castigo electoral. De esta forma, la información revelada por los medios de comunicación se convierte en una pieza clave para entender la falta o la existencia de repercusión electoral de la corrupción.

Pero, ¿cumplen realmente los medios españoles este papel de "watchdog" de la corrupción?

Si partimos de la hipótesis de que, como empresas privadas, los medios de comunicación suelen guiarse por criterios empresariales al decidir qué escándalos de corrupción cubrir y en qué medida, aparecen entonces dos sesgos que alteran este papel de vigilante: por un lado, un "sesgo de demanda"; por otro, un "sesgo de oferta".

El "sesgo de demanda" llevaría a algunos medios a publicar más noticias sobre aquellos escándalos que interesen más a sus lectores, y menos sobre los puedan incomodarlos. Este sesgo ideológico se basa en la hipótesis de que los ciudadanos quieren ver sus creencias confirmadas en aquello que leen. De ahí que tiendan a elegir un medio de comunicación con una línea ideológica similar a la suya. Este modelo, planteado por Mullainathan y Shleifer (2005) ha sido básicamente aplicado al caso americano. En un interesante estudio, Gentzkow y Shapiro (2010) demuestran que los periódicos americanos presentan un claro sesgo ideológico, principalmente explicado por este fenómeno de demanda. Es decir, los periódicos leídos por un público mayormente conservador publican menos noticias de escándalos que afectan al partido republicano como estrategia comercial para atraer a sus lectores, y viceversa para los demócratas.

El papel de vigilante de los medios puede estar alterado también por un “sesgo de oferta”. Por un lado, los propios editores o propietarios de los medios pueden tener una agenda ideológica propia que les lleve a querer favorecer a determinados partidos, no publicando sus casos de corrupción, o a atacar a otros, cubriendo de forma más extensa sus escándalos. Estudios recientes en el campo de la economía y las ciencias políticas parecen confirmar la existencia de este sesgo. De nuevo, para el mercado americano, Puglisi y Snyder (2011) observan que las preferencias ideológicas reflejadas en los editoriales de los periódicos en EEUU están altamente correlacionadas con los sesgos partidistas en la cobertura de los escándalos de corrupción.

Pero no podemos olvidar el interés que otros actores pueden tener en controlar la cobertura mediática de los escándalos: los propios políticos. La captura de los medios de comunicación por parte de los gobiernos provocaría una reducción, o incluso la propia omisión, de aquella información que pudiese afectar de forma negativa al político en el cargo. Más allá del chantaje, o la concesión directa de ayudas públicas, el estado tiene dos vías para controlar los ingresos de los medios, e influenciar así el contenido que se publica: la publicidad institucional y la compra directa de ejemplares. De nuevo, la evidencia internacional nos muestra que este fenómeno ocurre. Por ejemplo, analizando el espacio dedicado en la portada de los principales diarios argentinos a los casos de corrupción política entre 1998 y 2007, Di Tella and Franceschelli (2011) observan una reducción de la cobertura de los escándalos asociada a un incremento de la publicidad institucional. La publicidad institucional abarca desde la difusión de campañas educativas o turísticas, la información sobre trámites de la administración o la propia publicidad electoralista. El dinero público se convierte así en una forma de acallar a los medios en aquellos asuntos que puedan perjudicar al gobierno.

¿En qué medida se produce en nuestro país este efecto captura de los medios por los gobiernos y los sesgos ideológicos de demanda y de oferta de los propios medios?

La falta de transparencia en relación al dinero público destinado a la publicidad institucional o a la compra de ejemplares de periódicos dificulta la estimación de la influencia del gobierno en los medios de comunicación. Sin embargo, algunos estudios han intentado identificar el grado de partidismo en la cobertura de los escándalos de corrupción. Castromil y Chavero (2012) observan que en las elecciones municipales de 2011 los principales periódicos españoles reflejaron un comportamiento claramente partidista en la cobertura de los escándalos de corrupción. Considerando también únicamente los casos de corrupción del PP y del PSOE, Palau y Davesa (2013) encuentran también diferencias significativas entre la cobertura de El País y El Mundo. A conclusiones similares podemos llegar analizando los datos aportados por PageOneX. En esta interesante iniciativa, “El color de la corrupción”, se visualiza de forma gráfica el porcentaje de las portadas de varios medios españoles dedicado a distintos escándalos de corrupción.

Cobertura de corrupción en las portadas de los periódicos españoles

(Enero-Febrero de 2013)

El2

Fuente: Análisis realizado con PageOneX.com por Pablo Rey Mazón, numeroteca.org

Por su parte, Lluís Orriols se planteaba la posibilidad de que esta “guerra de trincheras” tuviese como efecto una alineación ideológica de los lectores con aquellos medios que le son afines, evitando así recibir mensajes contradictorios a sus creencias políticas. En este sentido, destaca que la gran mayoría de lectores de El Mundo y el ABC son de derechas, mientras que los de El País son de izquierdas.

Sea causa o consecuencia, la perceptible parcialidad de los medios de comunicación españoles cuestiona su capacidad para actuar como cuarto poder, poniendo en duda la efectividad de las elecciones como mecanismo de rendición de cuentas.

A la vista de esta evidencia sobre la importancia de la información en el control de la corrupción política, se pueden extraer dos conclusiones. La primera es que no resultan precisamente afortunadas las recientes declaraciones del ministro de Justicia sobre la necesidad de “abrir un debate” sobre los límites que se deben imponer a los medios al informar sobre escándalos de corrupción. Lo que pretende el ministro es matar al mensajero, no acabar con la corrupción. La segunda es que, si realmente quiere usted votar en contra de los corruptos, tiene que cambiar de periódico, o leerlos todos.

Hay 16 comentarios
  • Articulo muy interesante, pero se echa en falta la comparativa con periodicos de otros paises en relacion a
    a) %de ingresos de los periodicos que son institucionales
    a.2.) % de ingresos institucionales por institucion
    b) % de periodicos comprados por instituciones y de que tipo: universidades, el estado, la comunidad, el ayuntamiento y un larguisimo etc
    c) Deuda de los periodicos de principal seguimiento (parece ser que el mundo tiene una deuda de 400m euros y el pais de unos 500m euros)

    Y por ultimo: ¿Estan influyendo los periodicos digitales, supuestamente mas independientes (tengo entendido que infolibre rechaza la publicidad institucional) en alterar el panorama del 4º Poder ? ¿Como se compara su influencia con otros paises?

    • El principal problema es que al no disponer de datos, estas comparativas son complicadas de hacer. A partir de la información de OJD sobre difusión de los distintos diarios no es posible aislar las ventas “institucionales”. Se han intentado hacer aproximaciones (http://www.outono.net/elentir/2012/01/06/suscripciones-institucionales-a-diarios-en-2011-quien-se-beneficio-mas/) pero lo único que se puede considerar con los datos disponibles es la suma de las suscripciones colectivas con las ventas en bloque. Es importante tener en cuenta que ahí se incluyen compras empresariales, como los diarios vendidos en los hoteles, o aquellos que se reparten en transportes como Renfe o Iberia. Por lo tanto, no se trata de que no sepamos el % de ingresos que provienen de la compra de diarios de cada institución, sino que no sabemos ni siquiera el total de dinero público que acaba en los medios de comunicación.
      Por lo que respecta a la deuda, creo que es más importante pensar en el % de los ingresos de los periódicos que corresponde a la publicidad. Es ahí donde el dinero que provenga de la publicidad institucional puede tener una mayor influencia. Y de hecho, como indicas, la crisis ha afectado mucho a los ingresos publicitarios. Ahí, de nuevo, el poder conocer el % exacto de dinero público que se destina a cada medio de comunicación nos ayudaría a poder medir la influencia total, y a realizar comparaciones internacionales.

  • Muy interesante. Hay algunas cosas que no me quedan claras:
    - Gentzkow and Shapiro no solo muestra que hay un importante "efecto demanda" sino que también muestran que el "efecto oferta" es muy pequeño (medido usando la identidad del propietario). Es más el artículo de Puglisi y Snyder usa los "endorsements" que son una decisión de negocio muy correlacionada con el propio "media slant".
    - En el artículo parece que se identifica "escándalo" con "hechos probados". La relación suele ser bastante más tenue de lo que uno podría pensar. En este sentido, sería interesante comparar la cobertura que hace cada periódico del "escándalo" y de la sentencia (sobre todo si resulta no culpable).
    - Si los electores no castigan tanto a los alcaldes "corruptos" puede ser porque sus expectativa ssobre sus rivales son igualmente negativas. De hecho, cuántos más casos de corrupción se "destapen" menos debería ser el castigo para cada político. En este sentido, los medios "nacionales" actúan sobre todo en las expectativas y no tanto en la información (pues cubren noticias de unos pocos ayuntamientos).

    • Los estudios sobre el sesgo ideológico de los medios se han hecho principalmente para el caso americano, por lo que sus conclusiones se derivan de ese mercado. Gentzkow y Shapiro (2010) confirman que los periódicos presentan un sesgo ideológico sistemático. A estas conclusiones llega también el estudio de Puglisi (2011) “Being The New York Times”, que encuentra que los editores influyen en la cobertura de las campañas presidenciales dependiendo de su propia ideología.
      La diferencia entre caso de corrupción y escándalo es muy importante, sobre todo por lo que respecta a su cobertura. Las sentencias judiciales permiten en diferenciar a los ciudadanos entre los casos reales de corrupción, y el “ruido” que rodea a ciertos escándalos, especialmente en fechas previas a las elecciones.
      Por último, el estudio de Jiménez y Caínzos (2004) “La repercusión electoral de los escándalos políticos” ya definía como una condición imprescindible que se visualice una alternativa. El hecho de que los partidos en la oposición se vean también implicados en escándalos puede llevar a los ciudadanos no sólo a no penalizar la corrupción en las urnas, sino a dejar de votar del todo. En el estudio “Political Corruption on Turnout: Mobilization or Disaffection?" (2005) analizo el efecto de la corrupción en la participación, viendo que los escándalos tienen un gran impacto negativo en la probabilidad que un ciudadano vote. Recogiendo las publicaciones sobre los casos de corrupción en España lo que sí se observa es que no únicamente se cubren unos pocos ayuntamientos, sino gran parte de los escándalos locales.

      • Gracias por la respuesta.
        Respecto al último punto me parece que la cobertura que hacen los medios nacionales de los casos de corrupción local en ayuntamientos medianos o pequeños se centra, sobre todo, en el escándalo inicial. Por ejemplo, en el caso de Asturias ha habido cinco casos importantes en la última década (Caso Marea, Caso Villa, Caso Neumeyer, Sobrecostes del Musel y Caso Villa Magdalena). La cobertura de estos eventos ha sido muy escasa y prácticamente inexistente tras la primera semana. Por ejemplo, si uno busca en El Pais la palabra "riopedre" sólo obtiene un resultado referido al caso Marea. Y no es sólo porque esto afecte al PSOE: la búsqueda de "villa magdalena" da un solo resultado también.
        Es decir, la información que un votante puede obtener de los medios nacionales sobre sus ayuntamientos es prácticamente nula.

        • Sí, si sólo miramos las ediciones nacionales de los diarios nacionales tienes razón. Sin embargo la presencia de cobertura regional (y también local) es muy importante en España, así como las ediciones regionales que puedan tener diarios como El País. Es cierto sin embargo que existe un efecto temporal, en el que los escándalos se cubren más justo tras su descubrimiento, así como en los periodos electorales.

  • Con la aparición de la prensa digital, el leer muchos periódicos es mas fácil y barato de lo que era antes.

    Otra relación importante es la que se da entre empresas financieras y medios de comunicación, mayoritariamente endeudados con aquellos y entre empresas proveedoras de” servicios públicos” y partidos políticos. ¿Alguien cree que no hay relación entre los últimos escándalos del PP y la “rebelión “ de empresas que desean pagar mordidas menos elevadas? ¿Y entre esto mismo y el auge de Ciudadanos?.

    Saludos.

    • Es un tema muy interesante el saber quién se encuentra detrás de los principales medios, no sólo en propiedad sino también en su financiación. Esto es especialmente importante en lo que respecta a la publicidad. Te recomiendo el siguiente artículo: ALMIRON, N. (2009). Private owners of media corporations in Spain: main structural and financial data. Communication & Society 22(1), 243-263.

    • Es cierto que la prensa digital ha bajado un poco la barrera de entrada.

      Sin embargo, la cuestión es la misma: Los lectores elegirán la prensa que sea más afín con sus ideas políticas. Y la prensa, aunque sea digital, intentará no molestar demasiado a estos lectores.

      Quizá el problema no sea sólo de que los medios son fieles a quienes les financian con publicidad, sino que los lectores españoles somos más cerriles y los medios son fieles a sus lectores. Si (exagerando) los lectores compramos la prensa "Nación aria" y "Proletarios" y no periódicos intermedios, encontramos lo que buscamos y los periódicos intermedios se ven obligados a es escorarse a un lado u otro y hacerse extremistas también.

  • Tremendamente ilustrativo el gráfico de PageOneX. Me llama poderosamente la atención la disminución en la cobertura que le dan El País y El Mundo a casos de corrupción del PP tras la destitución de sus directores (Marzo y Enero de 2014 respectivamente). Qué preciosa colección de evidencia empírica.

  • Del artículo se deduce que no son los periódicos los que influyen en los lectores, sino los lectores los que marcan la editorial de los periódicos.

    Yo me inclino a pensar que son más los que financian los distintos periódicos los que marcan la linea editorial y que en función de ésta, tienen unos lectores u otros.

    De hecho yo los leo todos, no puedo leerlos enteros pues no tendría tiempo para hacerlo así que me limito a mirar titulares y leer las que más me interesan. Por lo general suele haber titular alternativa al mismo asunto en cada periódico. Alerta Digital, el Confidencial, ABC, la Vanguardia, el Mundo, Avuí, el País, Libertad Digital, la Razón, Diario Público y 20 Minutos suelen estar en mis lecturas sino diarias, casi. Me pierdo los contenidos de pago, pero tampoco podría leerlos ni permitirmelos. En todo caso no importa, la conclusión suele ser la misma, se cual es la noticia pero nunca llego a saber que es lo que ha pasado, pero no tengo clara la asociación ideología con lector, no dudo que la haya, pero en mi caso, ¿me hace ser de centro?

  • Primero. El título del post y el párrafo final parecen fuera de lugar porque el post no se refiere al Ministro de Justicia.

    Segundo. Las muchas investigaciones serias sobre corrupción todavía evaden el problema de definir corrupción. Por ejemplo, en Accountability and Corruption, se empieza diciendo que la corrupción es un crimen, pero si fuera cierto, algunas conductas estarían tipificadas como ilícitas y podría entonces alegarse ciertos elementos comunes de algunos ilícitos tipificados para decir que este conjunto define la corrupción (p.ej., este procedimiento es aplicable si se supone corrupción = enriquecimiento ilícito). Pero la gracia de la corrupción es que pretende incluir ilícitos que no estarían tipificados. No conozco investigación alguna sobre corrupción que mencione a Atienza y Ruiz Manero, Ilícitos Atípicos, Trotta 2000, pero recomiendo verlo porque da pautas claras para definiciones de corrupción que reconocen al abuso del poder legítimo como su elemento esencial.

    Tercero. No sorprende que no habiéndose definido claramente qué se entiende por corrupción, las propuestas de medición sean cuestionables. Como tantos otros fenómenos sociales descriptos a partir de definiciones vagas, los indicadores de corrupción dejan dudas serias sobre su relevancia y fiabilidad.

    Cuarto. Estudios basados en información de los medios de comunicación no pueden limitarse a las portadas que reflejan el grado más alto de manipulación de la información por editores y periodistas. Un análisis serio requeriría leer el detalle de las noticias y buscar confirmación de las portadas, pero la risa no nos permitiría sacar conclusiones serias.

  • Si algo no falta en la prensa es cobertura a los casos de corrupcion. En miopinion en sumayoria es sensacionalista y poco objetiva.

    Yo antes era lector de el mundo, y como me molesta su exagerada cobertura de casos de corrupcion reales o inventados, deje de leerlo. Si tengo que estar todos los dias leyendo algo de Barcenas, prefiero hacerlo en El Pais que al menos esta mejor escrito.

  • Elena,

    Leyendo las portadas de varios medios hoy jueves 21 he podido confirmar que ningún Ministro matará a los medios como mensajeros porque no son mensajeros. Los medios son centros de corrupción, lugar de concentración de mafiosos que se valen (además de la falsedad) de la extorsión como instrumento para acceder al poder. Las mafias tradicionales extorsionan ofreciendo protección contra sus propias amenazas a la vida y la propiedad. Las mafias mediáticas extorsionan ofreciendo protección con sus propias amenazas a la reputación.

  • Elena,
    El índice de percepción de la corrupción que comentas al principio de tu artículo ha sido difundido ampliamente por los medios de comunicación. Sin embargo, en muchas ocasiones, la percepción de corrupción puede coincidir más con un estado de ánimo, una hechos históricos o simples prejuicios que con una realidad objetiva.
    ¿Conoces algún tipo de comparativa internacional sobre indicadores de corrupción efectiva?

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