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La desagradable lógica de la independencia: respuesta a una respuesta de Pol Antràs

de José V. Rodríguez Mora

Este post es una respuesta a una respuesta que Pol Antràs realizó a su artículo inicial sobre la posibilidad de la independencia catalana.

Pol Antràs ha hecho recientemente un comentario crítico sobre mis posts a cuentas de los costes de la independencia. Se agradece su rapidísima respuesta, y pido disculpas por la lentitud de la mía. No solo eso, le agradezco de verdad sus puntualizaciones, creo que nos pueden ayudar a mejorar el paper. Creo entender que hay dos asuntos que le preocupan. Yo haré tres puntualizaciones.

1. Donde Pol considera que hacemos un error formal es al no capitalizar el valor presente del coste comercial de la independencia. Podría parecer una trivialidad, pero creo que no lo es.

Pol quiere ver el coste capitalizado a día de hoy. Yo le he contado lo que pasa en estado estacionario: los flujos dentro de cuandoquieraquesea que nuestra relación se ha portuguesado. Yo, que francamente sé capitalizar un flujo, había decidido muy conscientemente no hacerlo. Además, pensaba que en el texto quedaba meridianamente claro. Obviamente no, y me disculpo... Todo y que en el texto dice:

Yo tenía el convencimiento (erróneo) de que eso aclararía que hablamos solo del largo plazo, que es donde hay un benchmark natural. Que a corto plazo no tengo nada objetivo que decir. Y que por eso me parece que lo más sensato es no decir nada. Ni paulatino, ni brutal; nada.

Con todo, releyendo mi texto debo confesar que la penúltima frase podría dar lugar a confusión. Debería haber cualificado mejor que me refiero solo a si al final del camino hay pérdidas o ganancias, y no a si vale o no la pena hacer el camino. Mea culpa.

Si Ítaca es allí donde Catalunya es un país normal, entre aquí e Ítaca hay muchos senderos posibles. Algunos fáciles, otros muy complicados. Nuestro paper no es acerca del camino a Ítaca (de la independencia a Ítaca, ejem), es acerca de Ítaca. Es que (restringiéndonos a motivos económicos) Ítaca, en sí, no parece valer mucho.

En todo caso, Pol quiere capitalizar el flujo, y para eso necesita asumir una dinámica del proceso de ajuste de la distancia y decide suponer un acercamiento paulatino. Uno de los dos extremos que planteamos en nuestro texto y, obviamente, el que produce un menor coste de la independencia.

Pol también podría optar por la dinámica opuesta. Al fin y al cabo este divorcio tiene visos de no ser cordial. Una de las partes no se quiere divorciar de ninguna de las maneras. La otra, si lo hace, lo hará unilateralmente y dando un portazo. Es guión de drama, no de comedia; y me parece naif no esperar una enorme antipatía hacia lo catalán en el futuro inmediato.

Particularmente si los costes a corto plazo sobre “España” son elevados. Este es el tipo de tema por el que se rompen relaciones personales; y no digo ya comerciales, que comparadas me parecen una broma. Además, el dichoso “boicot” es mucho más que plausible. Luego me parece perfectamente razonable que el proceso de ajuste fuese al revés, de más a menos. Primero odio y vísceras  No dejar entrar en la UE y querer darse bofetadas. Después, poco a poco, nos ayuda el olvido. Hasta llegar a una bendita indiferencia. Y quien haya pasado por un proceso de ruptura, que haga introspección.

Con esta dinámica (primero bofetadas y boicots, luego olvido) las cosas podrían ir verdaderamente mal. Se me ocurren diez mil maneras de pegarse bofetadas económicas, empezando mañana. Y no digo nada si esto se da en un escenario de crisis fiscal generalizada, impago de deuda pública, salida (o salidas) del Euro, etc. El coste para Cataluña se me antoja brutal, como mínimo por la caída en la demanda de quien es, por un trecho enorme, su principal socio. Y entre un extremo y el otro, cualquier cosa.

Creo que es mejor no inventarse dinámicas, y que es importante clarificar qué (y porqué) se asume. Y cuando no se sabe qué asumir... pues no hablas del tema, sobretodo si está claro que los resultados los van a determinar los supuestos. Uno cree que haciendo lo contrario se pueden estar pasando creencias, o incluso deseos, como evidencia; y que, en esto, Pol está equivocado epistemológicamente.

… y con todo, sus números no son moco de pavo. Con la hipótesis de ajuste más benevolente, si se tardase tres generaciones (el tiempo que hay entre hoy y la regencia de María Cristina) daría a Catalunya una ganancia del 3.3%. Si tardase una generación (lo que va entre hoy y la transición), un pírrico 0.2%. Si tardase 10 años ya habría una pérdida neta del 1.3%. En ningún caso una panacea, ni siquiera asumiendo que los cambios sociales y económicos funcionen a la escala casi geológica que implicaría que el ajuste tardase tanto tiempo como el que ha transcurrido desde que se hundió el Titanic. En cualquier caso es muy distinto de una ganancia del 8 o el 9% que aducen por ahí.

Mi pregunta vuelve a ser la misma: ¿De verdad que esto se está haciendo por dinero? ¿No será que hay un aspecto identitario que hace que un cierto porcentaje de los catalanes no quieran ser españoles? ¿y que están dispuestos incluso a pagar por ello? No sé porqué empeñarse en decir que no. A mí no me parecería un pecado, y quizás nos entendiésemos mejor si todos hablásemos de lo mismo.

2. Pol considera que el ejercicio contrafactual que realizamos produce una pérdida de output en Catalunya (alrededor de un 9%) que es demasiado alta para ser creíble. Esto, porque en las estimaciones habituales la pérdida asociada de pasar de tener comercio internacional a la autarquía están entre poco más de cero y poco más de un diez por ciento. Sin entrar en valorar si estos números son razonables o no, quisiera hacer unas observaciones.

Yo no estoy seguro que ese 9% que encontramos sea comparable con la pérdida de output que la literatura encuentra de pasar de tener comercio internacional a la autarquía. Es la pérdida derivada de convertir el comercio “regional” en comercio “internacional”. No es la pérdida derivada de pasar de tener comercio “internacional” a la autarquía. Me explico.

Nuestro argumento es que dentro de las fronteras de un estado nacional el hecho de que se compartan regulaciones, gustos y lo que sea, hace que las fricciones comerciales sean muy pequeñas. Estas fricciones son substancialmente mayores si hay una frontera de estado nación de por medio, debido previsiblemente a que las afinidades se pierden. Digamos que las fricciones entre “regiones” tienen un valor D0, que las fricciones entre estados naciones tienen un valor D1 (mayor que D0), y por último que hay autarquía si las fricciones llegan a su límite superior. En Eaton-Kortum se miran los efectos de pasar de D1 a autarquía. En nuestro caso de pasar de D0 (economías muy integradas) a D1.

De todas maneras, parece sensato pensar que las estimaciones del valor de comercio de Eaton-Kortum son excesivamente bajas. Si nos las tomáramos literalmente el comercio internacional sería esencialmente irrelevante. A mi esto me sugiere que si acaso nuestras mediciones están sesgadas a la baja, probablemente porque hay aspectos importantes del comercio (internacional e “interregional”) que nuestros modelos no capturan.

3. Me queda, creo, un desacuerdo. Quizás el fundamental. Pol no está de acuerdo con el ejercicio contrafactual en sí, porque cree que Catalunya y Espanya no perderán las afinidades culturales ni lingüísticas que a día de hoy las aproximan, que Catalunya se acercará al resto del mundo y que la eficiencia del gobierno de Catalunya aumentará.

En la mayor parte, una discusión sobre esto no sería académica. Yo repetiré que a mi me parece instructivo hacer el ejercicio de qué pasaría si los fundamentos de la relación de una Cataluña independiente con España no fuesen disimilares de los que tiene Portugal. Si uno cree que este ejercicio es puramente teórico o si en cambio tiene relevancia empírica lo dejo a gusto del consumidor.

En cuanto a si la distancia con el resto del mundo debería decrecer me parece lógico que, como sugiere Pol, si Francia y Catalunya empiezan a comerciar más, acaben haciéndose más afines. De hecho en mi respuesta a Josep Pijoan le contaba que estoy de acuerdo, y que en particular me parece sensato algún componente de aprendizaje en todo esto. Pero no sé cómo hacerlo. Salvo por eso (que puede ser importante) no veo porqué romper puentes al Oeste iba a fabricar milagrosamente puentes en el Norte. Nada es gratis.

No creo que de la experiencia Checa y Eslovaca tengamos mucho que aprender. Es verdad que se independizaron (de mutuo acuerdo), pero al mismo tiempo dejaron de ser comunistas y se abrieron al mundo. No es ninguna sorpresa que les haya ido bien, ni que aumenten el comercio con el exterior. Si Cataluña se hubiese independizado en 1960, justo tras la autarquía, muy probablemente hubiésemos observado algo similar. Porque cuando sueltas un yunque, corres más rápido.

Respecto a que la actuación del gobierno mejoraría soy más escéptico, pero lo reconozco posible. Ahora, mirando el comportamiento de gobiernos de aquí y de allí, de un color y del otro; y mirando la situación de deudas y cuentas, me parece que esperar una súbita mejora en la actuación pública es más la expresión de un deseo (por otro lado compartido) que la constatación de un hecho. No lo modelizo porque creo que podría asumir razonablemente cualquier cosa.

Como Pol, no creo que el ejercicio que hacemos capture, ni de lejos, los costes ni los beneficios más importantes de este proceso, empezando por los emocionales. Con todo, espero que sea relevante. Las declaraciones públicas en el mundo empresarial reflejan inquietudes que podrían parcialmente ser atribuibles a efectos que modelizamos. Espero que nuestro experimento sea un intento razonable en esa dirección, y quedo a la espera de mejores.