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¿Fin del ajuste salarial?

De Marcel Jansen, Sergi Jiménez y José-Ignacio García-Pérez

Esta semana se ha vuelto a hablar mucho sobre el alcance de los ajustes salariales en España. El motivo era la publicación de dos informes de la OCDE, el Employment Outlook (aquí) y el Economic Survey of Spain (aquí). Según la OCDE, España habría llegado al límite en el ajuste salarial y nuevos ajustes salariales serían contra-producentes. En un escenario de baja inflación estos ajustes tendrían un efecto limitado sobre el empleo y cualquier nuevo descenso de los salarios provocaría un círculo vicioso de deflación, descenso de consumo y menos inversión (véase p.e. aquí o aquí). Con estas afirmaciones, la OCDE parece alinearse con las posiciones del FMI y el Banco Central Europeo, o por lo menos con la de su presidente Mario Draghi. El fondo de la cuestión es el miedo a un largo período de estancamiento combinado con tasas de inflación cerca o por debajo de cero. En futuras entradas hablaremos sobre el peligro de lo que algunos han llegado a llamar estancamiento secular. Hoy queremos hablar fundamentalmente de salarios.

La distribución de los cambios salariales

Nuestro interés se centra en el segundo capítulo del Employment Outlook 2014 que analiza el proceso del ajuste salarial durante la crisis y su reparto entre trabajadores con distintos niveles de salarios. El análisis se extiende a todos los países de la OCDE, pero en uno de los “boxes” la OCDE ofrece evidencia sobre la evolución de la distribución de los incrementos salariales en España en 2012 y también en 2008. Esta evidencia apareció por primera vez en esta entrada. Posteriormente fue utilizada por el FMI y Paul Krugman, como explicamos aquí, y ahora le toca el turno a la OCDE.

Los gráficos representan la distribución de los cambios inter-anuales de los salarios nominales de personas que trabajan a tiempo completo durante dos años consecutivos para la misma empresa. Los datos vienen de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL) y por razones técnicas hemos seleccionado personas que ganan menos del 90% de la base de cotización máxima.

Nuestros histogramas son útiles porque permiten seguir la evolución del ajuste salarial a la par que permiten identificar las rigideces que podrían dificultar el ajuste salarial. Para la OCDE preparamos datos para el período 2008-2012. En la presente entrada añadimos al análisis los datos correspondientes a 2013. Por lo tanto, por primera vez contamos con datos para el primer año completo tras la aprobación definitiva de la reforma laboral de 2012.

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Figura 1. El cambio en la distribución de incrementos salariales entre 2008 y 2013.

 

El primer gráfico compara las distribuciones de los cambios salariales para los años 2008 y 2013. Las lineas de color azul y rojo representan la tasa de inflación en el año anterior, es decir 2007 y 2012, respectivamente. Como se observa en el gráfico, la distribución se ha desplazado hacia la izquierda. El cambio mediano de salarios se ha reducido en 5 puntos entre 2008 y 2013 y el porcentaje de trabajadores cuyo salario está congelado se ha multiplicado casi por 10. Esta última carácteristica provocó el interés y la preocupación del FMI y de Krugman. Con tasas de inflación cercanas de cero, la congelación de los salarios nominales no permite un ajuste de los salarios reales. Además, dado el bajo nivel de inflación en la zona Euro, tampoco permite recuperar demasiada competitividad. Por lo tanto, los efectos positivos de la congelación salarial, en términos de aumentos de empleo, podrían ser más bien escasos. O dicho en otras palabras, para continuar con el ajuste de los salarios reales habría que rebajar los salarios nominales de muchos trabajadores, algo mucho más difícil y menos aceptado que la congelación salarial.

 

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Figura 2. El cambio en la distribución de cambios salariales entre 2012 y 2013

En el segundo gráfico comparamos la situación en 2012 y 2013. Aparentemente, la tímida mejora del mercado laboral a partir del verano de 2013 no se ha trasladado todavia a los salarios. Más bien al contrario. Durante el último año ha aumentado tanto el porcentaje de trabajadores cuyo salario nominal está congelado, como el porcentaje de trabajadores que han sufrido un recorte de su salario nominal.

Para determinar si estos cambios reflejan otro aumento más en el grado de rígidez de los salarios tendríamos que saber cuál hubiera sido la distribución en ausencia de rígideces. Las técnicas existentes suelen suponer que esta distribución nocional es simétrica. Pero para el informe de la OCDE optamos por un procedimiento más simple de carácter descriptivo. Nuestro indicador de rígidez nocional es el ratio entre el porcentaje de trabajadores cuyo salario está congelado y el porcentage de trabajadores cuyo salario no ha aumentado durante el último año, es decir la suma de aquellos que sufren la congelación o un recorte de su salario nominal. Para 2012 y 2013 este indicador es igual a 43.7 y 39.7, respectivamente, indicando que la rigidez se mantiene realmente elevada.

Hasta ahora hemos presentado resultados para todos los trabajadores en la muestra. De esta manera hemos podido ilustrar como la congelación salarial se ha extendido entre la población, pero estos gráficos podrían esconder diferencias significativas en el ritmo del ajuste salarial en distintos tramos de la distribución salarial.

Al objeto de analizar tal posibilidad, el tercer gráfico presenta por separado la distribución de incrementos salariales para el tercil de trabajadores con los salarios más bajos (“low-wage earners”) y el tercil con los salarios más altos (“high-wage earners”). Estos gráficos son similares a los que aparecen en el informe de la OCDE con la diferencia que nosotros disponemos de los datos para 2013.

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Figura 3. Los cambios en las distribuciones salariales para trabajadores con salarios altos y bajos entre 2008 y 2013

Otra vez, los primeros dos gráficos comparan la situación al principio de la crisis en 2008 con la del año pasado. Para ambos grupos observamos un aumento en el valor de nuestro indicador de rígidez nocional, pero en términos cuantitativos el aumento es mucho major en el caso de los trabajadores con salarios bajos. Como explica el informe, para estos trabajadores las empresas disponen de menos margen para reducir la remuneración y es probable que esta falta de flexibilidad salarial haya sido una de las causas de la enorme destrucción de empleo poco cualificado.

Según los últimos gráficos estas diferencias en el grado de rígidez se han acentuado durante 2013. Para ambos grupos se observa un ligero aumento en el porcentaje de trabajadores cuyo salario está congelado y en el caso de los “high-wage earners” se observa un aumento considerable en el porcentaje de trabajadores que han sufrido un recorte salarial. Sería interesante investigar si estos recortes corresponden a los cambios unilaterales de salarios introducidos por la reforma laboral de 2012, y si es así, explorar también si estos recortes han preservado puestos de trabajo en las empresas afectadas.

Antes de terminar conviene recordar que estamos tratando datos para personas que trabajan durante dos años consecutivos a tiempo completo para la misma empresa. Estos datos ofrecen una fotografía incompleta del grado de rigidez salarial en España porque no reflejan la enorme caída en los salarios iniciales de trabajadores que han tenido que cambiar de empresa y trabajo. Estas personas han sufrido por doble partida, por el recorte en los salarios y por la reducción de horas, dado que muchos contratos nuevos son contratos a tiempo parcial. En otra entrada futura ofreceremos la evidencia para estos trabajadores también.

 Conclusiones

Los datos presentados arriba son meramente descriptivos y no permiten concluir que hayamos llegado al límite del ajuste salarial ni tampoco que otro recorte salarial pudiera tener efectos contraproducentes. De hecho la OCDE no ofrece una evidencia sólida para corroborar estas afirmaciones y a veces entra incluso en contradicciones. Sus expertos desaconsejan más recortes salariales, pero su recomendación de una devaluación fiscal – rebaja de las cotizaciones a cambio de subidas en los impuestos directos – parece reconocer que los costes salariales siguen siendo un problema, en particular para los trabajadores menos cualificados. Por lo tanto, la recomendación de evitar más recortes salariales parece sobre todo motivado por motivos de equidad en vez de eficiencia. Compartimos totalmente la percepción de que ha llegado el momento de explorar vías alternativas para estimular el empleo asi como la conveniencia de una rebaja de las cotizaciones sociales para los trabajadores menos cualificados.

Sin embargo, conviene separar las cosas. El proceso de devaluación salarial impone costes muy altos a los trabajadores. Por ello, para no llevarlo más lejos de lo deseable conviene hacer un análisis rigoroso de sus efectos sobre la demanda agregada, las exportaciones y el empleo.