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Esther Duflo: Premio Princesa de Asturias en Ciencias Sociales 2015

“Transformando la Investigación Académica en Políticas Efectivas para la Lucha contra la Pobreza”

de Mónica Martínez-Bravo (@monicambravo)

El pasado 13 de Mayo se concedió el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Este año la premiada fue Esther Duflo, una economista del más altísimo nivel que no sólo ha revolucionado el campo de la economía del desarrollo, sino que también ha tenido un gran impacto en el diseño de los programas de ayuda a los países más pobres. La pasión de Esther ha sido siempre averiguar cuáles son las mejores palancas para ayudar a millones de personas a escapar de la extrema pobreza. A continuación intentaré resumir la relevancia de su trayectoria y el acierto de este premio.

Esther Duflo nació en París en 1972 y tras completar el grado en economía en la École Normale Superior, puso rumbo a los EEUU para realizar su doctorado en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), que completó en 1999. MIT, así como todo programa de doctorado que se precie, tiene una regla implícita que le impide contratar a sus propios estudiantes al acabar el doctorado. Pues bien, la producción de Esther durante su doctorado fue tan espectacular y su agenda de investigación tan innovadora, que MIT decidió no dejarla escapar: rompieron la regla y le ofrecieron una plaza de profesora (Assistant Professor) que ella aceptó. Tres años más tarde, cuando Esther tenía 29 años, la ascendieron a profesora titular (Associate Professor with tenure), siendo una de las personas más jóvenes de la historia en conseguir una plaza de profesor/a titular en el departamento de economía de MIT.

Desde entonces ha seguido una carrera profesional meteórica, acumulando una lista de importantes publicaciones y consiguiendo numerosas distinciones como, por ejemplo, el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en 2009, el Premio Calvó-Armengol en 2009, la Clark Medal en 2010 (al/a la mejor economista menor de 40 años y, según muchos, la antesala del premio Nobel), y el reciente Premio Princesa de Asturias. Para una lista completa de sus logros, podéis ver su CV aquí.

¿A qué se debe este gran número de distinciones que ha recibido Esther? En primer lugar, Esther ha realizado importantes contribuciones en diferentes ramas de la ciencia económica. Por ejemplo, uno de sus primeros artículos contribuyó a contestar una pregunta clásica del campo de economía laboral. Durante décadas los economistas habían sospechado que la educación tenía un impacto positivo en los salarios, pero hasta ese momento sólo se habían aportado correlaciones para documentar este impacto. Esther utilizó un masivo programa de construcción de escuelas que tuvo lugar en Indonesia en 1973 para estimar el impacto causal de la educación en los salarios. Esther encontró que cada año adicional de escolarización permite a los individuos acceder a salarios un 10% superiores. Otra de sus contribuciones más destacadas es en el campo de la economía política. Esther y su coautor Raghabendra Chattopadhyay (Indian Insitute of Management) (ver artículo aquí) quisieron investigar si las políticas públicas que se implementaban a nivel local eran diferentes si el alcalde era hombre o mujer. Contestar a esta pregunta es difícil dado que es probable que los municipios que tienen una alcaldesa sean muy diferentes de aquellos que tienen un alcalde. Para estimar el impacto causal del género del alcalde, Esther y su coautor utilizaron el hecho de que en India se introdujo un sistema que reservaba el cargo de alcalde a mujeres en 1/3 de los pueblos. La selección de estos pueblos fue aleatoria y, por lo tanto, pudieron estimar el impacto causal. Los autores encuentran que las alcaldesas gastan una mayor parte del presupuesto en la mejora del acceso al agua potable, un bien público que las mujeres demandaban especialmente. En cambio encuentran que los alcaldes masculinos gastan más en educación y carreteras, bienes que los hombres de estos pueblos preferían. Este artículo fue uno de los primeros en aportar evidencia de que la identidad de los líderes políticos tiene un impacto en las decisiones de políticas públicas y, por lo tanto, estas decisiones no son sólo el resultado de las preferencias del votante mediano. Esther tiene una larga lista de otras contribuciones a la literatura. El lector interesado puede leer este resumen de algunos de sus artículos escrito por Chris Udry en 2010.

Pero la relevancia de Esther Duflo no puede entenderse como la suma de un número de artículos académicos de gran impacto. Esther ha sido una de las principales promotoras del uso de experimentos aleatorios para la evaluación de políticas públicas en países en vías de desarrollo. Los experimentos aleatorios consisten en asignar una política (por ejemplo, el acceso a microcréditos) a un grupo de tratamiento (por ejemplo, a un conjunto de pueblos) y comparar los resultados con un grupo de control que no obtiene la política. La clave es que los pueblos son asignados aleatoriamente al grupo de tratamiento o de control y, por lo tanto, podemos estar convencidos de que cualquier diferencia en sus resultados se debe a la implementación de la política. Esto permite una evaluación rigurosa de si la política pública en concreto funciona o no. En Nada es Gratis se ha hablado sobre experimentos, por ejemplo aquí y aquí. Pero quizás nadie mejor para explicar qué son los experimentos que la propia Esther en su TED talk de 2010.

La metodología de los experimentos aleatorios requiere grandes dosis de pragmatismo y humildad, dado que parten de la base de que no sabemos si la política en cuestión tiene un impacto positivo o si la magnitud del potencial impacto justifica el coste del programa. Esta metodología supuso un refrescante cambio respecto a los debates que impregnaron la economía del desarrollo durante las décadas de los 80 y 90, que se dividían entre los defensores del Consenso de Washington (liberalización comercial y financiera, y privatizaciones) y sus detractores. Estos debates se nutrían mucho más de diferencias ideológicas previas, que de evidencias empíricas rigurosas.

La idea de que las políticas deben evaluarse antes de ser implementadas a gran escala, puede parecer obvia para muchos de nosotros. En cambio, la inmensa mayoría de programas en países en vías de desarrollo han sido tradicionalmente implementados porque sus promotores (ya sean organismos internacionales, ONGs o gobiernos) “saben” (es decir, tienen la intuición) que funcionan. De hecho, los resultados de los estudios de Esther no siempre son bien recibidos. Los efectos que estiman de manera rigurosa, incluso cuando son positivos, no suelen ser tan milagrosos como algunas ONGs u organismos internacionales prometen. Esto en concreto sucedió con la evaluación de los efectos de los microcréditos. En el libro que Esther escribió junto a Abhijit Banerjee (también profesor en MIT) “Repensar la pobreza”, explican como con su evaluación del impacto de los microcréditos se ganaron la enemistad de las principales instituciones de micro-finanzas en India.

Para fomentar el uso de los experimentos aleatorios en países en vías de desarrollo Esther fundó en 2003 J-PAL (Jameel Poverty Action Lab), junto con sus colegas Abhijit Banerjee (MIT) y Sendhil Mullainathan (Harvard). A día de hoy J-PAL ha colaborado en la realización de 619 experimentos en 62 países y ha formado a 6,643 personas en la evaluación de políticas públicas. Esther ha inspirado a toda una generación de economistas del desarrollo y su defensa de la evaluación rigurosa de los programas del desarrollo ha influenciado las prácticas habituales de implementación y evaluación de programas de diversas organizaciones, incluido el Banco Mundial.

Uno de los logros más recientes de Esther y de J-PAL consiste en la firma de un Memorandum of Understanding con el gobierno de Tamil Nadu en India. En este acuerdo el gobierno de Tamil Nadu reconoce la importancia de basar sus decisiones de políticas públicas en base a la evidencia rigurosa de lo que funciona y lo que no. Este gobierno y J-PAL colaborarán en el diseño y evaluación de políticas en el ámbito de la sanidad, educación y lucha contra la pobreza.

No deja de sorprender que, mientras en nuestro país algunos políticos desacreditan propuestas por haber sido diseñadas “usando hojas de cálculo”, gobiernos enteros en países en vías de desarrollo reconocen la importancia implementar políticas públicas en base a lo que se ha demostrado empíricamente que funciona. Esperemos que algún día, nos sepamos “aplicar el cuento” de lo que nos enseña Esther Duflo.