¿Es la consolidación fiscal en Europa self-defeating?

El tiempo dirá como le ha sentado a la economía europea esta ducha escocesa que ha supuesto la política fiscal desde el inicio de la crisis. Es difícil evaluar con precisión cual ha sido el impacto sobre el output de los estímulos en los primeros años de la crisis y la austeridad impuesta después, sobre todo en 2011 y 2012. Pero el hecho de que varias economías europeas estén de nuevo en recesión indica que el ritmo de consolidación fiscal debe moderarse, dejando de lado los objetivos de déficit corriente en favor del control del déficit estructural. Además, aunque en Europa no estamos aún en una fase de consolidación propiamente dicha, los continuos esfuerzos por controlar el déficit público desde 2009 –gráfico 1- no sólo no han sido suficientes para reducir el peso de la deuda como porcentaje del PIB (ratio DPIB), sino que en algunas grandes economías de la Eurozona no han servido ni para reducir el ritmo al que esta ratio sigue creciendo –gráfico 2. Esto alimenta las dudas de quienes consideran que este esfuerzo fiscal nos aleja cada vez más de los objetivos de deuda planteados, es decir que puede resultar “self-defeating”.

Simplificando mucho la restricción presupuestaria del gobierno, la evolución de la ratio DPIB depende fundamentalmente de dos factores: el déficit primario corriente (gasto menos ingresos públicos) y el pago de intereses de la deuda pasada. La cuestión es saber cuál va a ser el efecto sobre estos componentes de, por ejemplo, una reducción permanente del gasto público. Por una parte el déficit se reduce y con ello la necesidad de emitir nueva deuda, pero en una proporción menor que uno por uno ya que la caída en el gasto agregado también afecta a los ingresos públicos. Además la contracción del output aumenta directamente la ratio DPIB. Y por último está el efecto del ajuste presupuestario sobre el tipo de interés real; en condiciones normales cabe esperar una reducción del mismo lo que a su vez modera el coste de financiación de la deuda viva, a no ser que la caída en la inflación resultante de lugar a un aumento del tipo de interés real. 

Grafico1

 Grafico2

Pero hay más factores que influyen en la respuesta de la deuda a una moderación del déficit. Un trabajo reciente de Boussard, de Castro y Salto para la Dirección General de Economía y Finanzas de la Comisión Europea aborda en profundidad el impacto a corto y medio plazo de las consolidaciones sobre la dinámica de la deuda, destacando los numerosos parámetros que lo condicionan y la incertidumbre que rodea a su estimación empírica. Los autores añaden a los tres factores mencionados más arriba –el multiplicador, la elasticidad de respuesta del déficit corriente y la respuesta del tipo de interés- otros dos determinantes fundamentales de la probabilidad de que el ajuste fiscal acabe aumentando el peso de la deuda: el valor de partida de la misma y el grado de miopía de los mercados financieros. De todos estos determinantes el que más atención suscita es sin duda el multiplicador fiscal sobre el que hay mucha evidencia, con frecuencia contradictoria. Hay un cierto consenso en la literatura que sitúa el valor de dicho multiplicador alrededor de la unidad -aquí, Wren-Lewis y aquí-, aunque puede ser significativamente superior en recesiones profundas – Auerbach y Gorodnichenko, Corsetti, Meier y Müller. Pero los otros parámetros son también importantes aunque se les presta menos atención porque la evidencia disponible es más escasa o simplemente inexistente. El trabajo de Boussard et al., es particularmente útil ya que proporciona una batería de simulaciones para diversas configuraciones realistas de estos parámetros, teniendo en cuenta además que no son independientes entre si, para calcular el efecto a corto y medio plazo de una consolidación fiscal del 1% del PIB sobre la dinámica de la deuda. Dos de sus resultados permiten dar sentido a las discrepancias entre los expertos -Portes, Gros o DeLong y Summers- sobre si la consolidación puede alcanzar su objetivo en la actual coyuntura Europea.

Los autores calculan el valor crítico del multiplicador fiscal, por encima del cual una consolidación tendría un efecto negativo sobre la ratio deuda/PIB. Este valor depende, entre otras cosas, del nivel inicial de deuda y de la elasticidad de ingresos y gastos con respecto al PIB, y se sitúa en la mayoría de los países de la Unión Europea alrededor de la unidad –excepto en el caso de Grecia e Italia en donde es sustancialmente inferior. Esto descartaría la probabilidad de que las consolidaciones fiscales sean self-defeating en “tiempos normales”. Sin embargo en una recesión como la actual los multiplicadores pueden ser significativamente superiores superando ese valor crítico  -Woodford o Blanchard y Leigh- por lo que lo más probable es que el esfuerzo fiscal en el que están embarcados muchos países europeos en la actualidad tenga como resultado un incremento de la ratio DPIB.

Sin embargo, y ese es el segundo resultado a destacar, este efecto sería temporal. Los autores calculan que para un amplio conjunto de valores de los parámetros, incluido el caso en que el multiplicador fiscal es sustancialmente superior a la unidad, este incremento de la ratio DPIB –con respecto al punto de partida o a la senda dinámica que hubiera tenido en ausencia de la consolidación- es transitorio, de modo que no duraría más de 3 ó 4 años, excepto en los países en los que la deuda de partida es muy elevada. Estos resultados son consistentes con la experiencia observada en consolidaciones pasadas que, aunque tuvieron finalmente éxito, tardaron varios años en lograr una reducción efectiva de la deuda –Gros y Alcidis. Lógicamente este periodo transitorio puede alargarse si la deuda de partida es muy elevada –lo que provoca una enorme inercia en su dinámica- o si el coste de financiación no responde adecuadamente al proceso de ajuste fiscal -porque los mercados reaccionan más a la inmediata caída de la actividad que al efecto estabilizador a medio plazo, porque el ajuste no es creíble o, como en Europa, porque los spreads sigan dominados por la incertidumbre con respecto a la supervivencia del Euro.

En definitiva, el ritmo de consolidación en Europa está siendo excesivo y no está bien diseñado por lo que debe corregirse tanto en cuanto sus objetivos, como en su distribución espacial y temporal. Sin embargo no hay alternativa a una reducción paulatina del déficit estructural, sobre todo en los países con niveles más elevados de deuda y/o de costes de financiación. Y eso a pesar de que durante varios años no veremos que el peso de la deuda se reduzca significativamente o incluso puede seguir aumentando.

Hay 27 comentarios
  • El debate sobre el multiplicador es un debate más bien académico con pocas consecuencias para la vida real. Creo que lo importante es dilucidar ¿como los estímulos fiscales afectan a la rentabilidad del capital? Con ello entro en la discusión si la inversión depende de los beneficios o los beneficios dependen de la inversión. Si para que aumente la inversión hay que aumentar la tasa de beneficio ¿los estímulos fiscales no serán contraproducentes?¿ puede esto explicarnos el porqué de las medidas de austeridad fiscal que impera hoy en día en el mundo?
    No se me malinterprete. Con ello no estoy diciendo que la austeridad sea la política correcta

    • Pedro
      En general todos los estudios concluyen que los aumentos del déficit reducen la inversión, lo que coincide por otra parte con lo que predice casi cualquier modelo macro. Es cierto que la expansión puede afectar positivamente a las expectativas de beneficios futuros, pero en general el aumento de los costes de financiación y de la incertidumbre influye en sentido contrario. Por eso es tan importante saber lo que pasa con el consumo privado porque si este cae también, o aumenta muy poco, el efecto del estímulo fiscal es muy pequeño incluso a corto plazo.

  • Les confieso mi ignorancia como no economista y la posibilidad de estar diciendo una soberana tontería . Pero entiendo que un objetivo del blog es educar al lego...

    Por eso me pregunto como es posible que se haya impuesto y se nos siga vendiendo una política "excesiva y mal diseñada" según sugiere una revisión de la literatura entiendo que ecuánime y en base al conocimiento "generalmente aceptado" entre la profesión económica. Es decir, el artículo del Profesor Andrés no puede juzgarse de sesgado o radical ya que revisa y pondera lo que ya se sabe, dentro de la variabilidad normal que puede existir en el seno de un consenso académico.

    Si un ingeniero diseñara un circuito, un avión o un programa informático que vulnerara de manera aparentemente tan clara el "estado del arte" o estaríamos ante una genialidad o ante un desastre. En el caso de la economía la evidencia apunta a lo segundo.

    Cómo no creo que sea ignorancia o desidia lo que motive a los poderes públicos escoger determinadas políticas, sólo me cabe pensar que existen otros objetivos influyendo en el diseño de la fórmula que se aplica. La respuesta más interesante para el ciudadano quizás no sea demostrar que la política sea equivocada sino a qué obedece. De otra manera uno no puede más que sospechar que responde a satisfacer el cortoplacismo de acreedores que quieren recuperar su deuda a toda costa.

    Admiro la profesión económica pero me quedo sin argumentos cuando se la critica por pedalear en el vacío....

    • Pangloss
      Que la política actual de austeridad está mal diseñada ya lo hemos discutido en NeG con frecuencia. Perseguir objetivos de déficit corriente es una quimera porque la propia recesión aumenta el déficit, por esos hemos abogado porque los objetivos fiscales se basen en el déficit estructural que mide la verdadera posición fiscal de una economía. Además se debería compaginar la austeridad en algunos países con un política más expansiva en otros y aceptar un ritmo más pausado de ajuste.
      Pero la consolidación fiscal, entendida como el objetivo de reducir el peso de la deuda sobre el PIB es en mi opinión no sólo adecuada sino muy necesaria. No puede ser que la mayoría de los países desarrollados se acerquen a una deuda del 90% del PIB o superior. Y además en muchos países está todavía descontrolada, en el sentido de que a este ritmo de crecimiento la deuda es insostenible.
      El dilema es que deberíamos tener una política menos contractiva hoy a cambio de un compromiso de reducción de la deuda permanente a medio plazo, pero después de incumplimientos sistemáticos en el pasado es difícil que esta estrategia tenga credibilidad.

      • Gracias por la explicación. Entiendo que la deuda no es sostenible y puedo llegar a entender que la falta de credibilidad del estado impida ejecutar una política a largo plazo para gestionar el problema de manera adecuada. ¿Pero antes que optar por una gestión errónea no sería prioritario corregir esa falta de credibilidad? Un médico no se comportaría de manera análoga con un paciente administrando una medicina nociva por una razón espúrea. ¿El tratamiento concomitante del techo de deuda en la constitución ha servido para algo? Entiendo que esto se hizo para añadir credibilidad.

        Si este es el problema, y el consenso económico es claro, el debate es político y la ciudadanía debería ser consciente de los intereses y las razones que justifican tomar esta opción aparentemente errónea. Esto es lo que intentaba señalar en el comentario, la desconexión a mi entender entre el consenso económico y la política que en este caso no parece que favorezcan al ciudadano de hoy o al futuro del pais.

        ¿Porqué no trasciende este debate a la opinión pública?

  • Totalmente de acuerdo con que el ritmo del ajuste es excesivo y tiene efectos altamente corrosivos, basta con salir a la calle, ver titulares de periódicos o escuchar las noticias en radio o televisión.

    Las consecuencias efectivas de la crisis las veremos durante los próximos años, y no creo que nos produzcan muchas satisfacciones.

    Cuando fracasa un modelo de negocio el problema es encontrar otro, sobre todo si existen problemas de gestión, visión estratégica y crédito.

    El modelo de país durante años fué el ingreso en la Unión Europea y su homologación con los países más avanzados, no tanto en estructura productiva y sectores de alto valor añadido en medida suficiente como en el desarrollo del "Estado del bienestar"; todo esto durante el ascenso de nuevos pesos pesados en campos fabriles tradicionales y desarme arancelario (economías post-industriales y de servicios avanzados se decía).

    La forma de generar crecimiento y empleo se basó en transferencias fiscales y recurso al endeudamiento (privado y hogares transmutado luego en público). Esto produjo los recursos necesarios (burbuja mediante) para el desarrollo de nuestro modelo de Estado.

    Desaparecidas las circunstancias que permitieron ese crecimiento nos queda la deuda (en crecimiento), el paro, la hidrocefalia, el corral de gallos y gallitos, los malos hábitos potenciados durante esa etapa, etc. Todo un reto, en definitiva.

    Reinventarse en éstas condiciones es algo digno de verse, veremos.

    http://www.youtube.com/watch?v=Jt-YSHAr7c0

    • José
      Creo que haces una descripción magnífica de la situación. Pero en ese lío hay que hacer un esfuerzo por buscar una vía de para reinventarnos. Una dificultad adicional es como compaginar la necesidad de reducir la deuda (privada y pública) y a la vez tener una estrategia fiscal menos costosa. Como le decía a Pangloss lo que necesitamos son reformas institucionales profundas que permitan hacer creíble una estrategia de crecimiento hoy pero con un compromiso firme por la disciplina fiscal a medio plazo.
      Por ahora vamos simplemente al tran tran recortando aquí y allá pero sin cambios verdaderamente profundos y pensados, entre ellos una reforma fiscal, de la administración, de las pensiones, etc. Soy bastante pesimista porque creo que los políticos no están por la labor, pero la sociedad tampoco se lo pide.

  • Hace cinco años que se produjo el "momento Minsky" del sistema económico.
    Miramos hacia otro lado y quisimos pensar que era sólo el "momento Minsky" del sistema financiero pero el tiempo es terco.
    Me temo que cuanto más tardemos en reconocer la extensión estructural del "roto" más dura, larga y dolorosa será la transición.

    • Manu
      Creo que nos vamos dando cuenta poco a poco de ese “roto”, pero no sé si nos hemos puesto a resolverlo de la forma más adecuada. Una expansión fiscal indiscriminada en Europa no es deseable, porque necesitamos empezar a controlar la deuda pública. Y en eso creo que la estrategia fiscal actual tendrá éxito y no será “self-defeating” como algunos auguran. Pero está siendo innecesariamente costosa y habría que pararse a pensar un poco si no se puede lograr lo mismo con un ajuste menos radical.

  • No puedo juzgar con respecto a otros paises de Europa, pero creo que en España estamos muy preocupados en cuadrar las cuentas para la UE y muy poco preocupados en realizar reformas que nos permitan alcanzar una senda de convergencia con la UE en el largo plazo.No creo que recortar el gasto en inversiones y aumentar impuestos sirva para equilibrar las cuentas de un país con problemas recaudatorios, servicios desproporcionados a sus ingresos, un mercado laboral disfuncional, una fragmentación de mercado, una financiación autonómica opaca y compleja,una bajo nivel de formación pre y postuniversitario, una burocratización ralentizadora en lo económico y una corrupción y clientelismo preocupantes -y me dejo alguna en el tintero-. Entiendo que medidas de austeridad pueden suponer un empeoramiento de los distintos parámetros en el corto y una mejora en el largo, pero nada se gana remozando la fachada si se hunden los cimientos, y tenemos graves problemas de cimientos.

    • Daniel
      Ese es precisamente el sentido en el que digo a Manu que el programa de austeridad es innecesariamente costoso. Hay reformas que no cuestan dinero, pero que afectan al statu quo y nadie parece decidido a intentarlas. En algunos casos por egoísmos de ciertas elites –reforma de la estructura política y administrativa del Estado- y en otros porque las reformas generan mucho rechazo social –reforma de las pensiones- y se teme el coste electoral de intentarlo.
      Es decir el objetivo de reducción del déficit estructural, que implica no sólo recortes sino sobre todo las reformas que menciona, debería mantenerse pero para algunos países europeos, no para todos, y a otro ritmo.

  • Por cierto, se dice "autodestructiva"... Usemos el español que es un idioma riquísimo.

    ¿Necesitamos de verdad más "evidencia" de que es así? ¿No sirven como hecho irrefutable las desastrosas cifras de PIB y desempleo?

    El efecto "temporal" (sic) de los ajustes, ¿exactamente qué significa? ¿Cinco años de caída -y seguimos- con lo que eso supone de coste personal y social para millones de familias? ¿Qué la ratio de deuda aumenta...? Pues si la tenemos baja (España), quiere decir que existe margen para tal subida... claro está, si no se destina dicho margen al rescate de entidades financieras.

    • JuanFran
      No confundamos las cosas. Como bien sabes por self-defeating entendemos si el intento de reducir la deuda hoy a base de déficits menores –o incluso negativos algún día- puede acabar teniendo el efecto opuesto aumentando la deuda permanentemente, es decir es una estrategia que alimenta el fracaso en el objetivo mismo que persigue. No me refiero al coste social de los ajustes actuales que ya he repetido creo que está siendo innecesariamente elevado porque no están bien diseñados ni nacional ni internacionalmente.
      Si uno mira los datos en la actualidad hay razones para temer que la deuda aumente más cuanto mayores son los recortes, pero el punto del post es resaltar que un análisis detallado de la cuestión indica que esto no tiene porqué ser así. La dinámica de la deuda tras un ajuste no es lineal, puede aumentar a corto plazo, aunque acabe cayendo, como ha sucedido en ajustes pasados que tras varios años han logrado su objetivo en lo que a la reducción de la ratio DPIB se refiere.

  • Veamos, la sucesión de ideas que ha estado detrás de la parte de agua helada de la ducha escocesa es la siguiente:
    Primero la contracción expansiva (Alesina y Ardaña, de la que este blog se hizo también eco); luego lo de la contracción neutra (o contractiva "ma non tropo"); después (a la vista de los resultados) el FMI, por boca de Blanchard, nos dice que la contracción es.... contractiva, y además contractiva "andante con moto". Y ahora vienen Boussard et alia y nos hablan de la contracción contractiva... transitoria (3 - 4 años) tras la que se supone que vendrá el "allegro". Efectivamente, en el abanico falta la contracción contractiva permanente, pero eso es básicamente de lo que va el trabajo de Delong y Summers. No se puede decir que falten productos en el mercado: cualquiera puede coger el que más se adapte a sus objetivos de verdad.

    • Jorge
      Efectivamente no se puede decir que falten opciones donde elegir. Pero la cuestión sigue muy viva. En breve Rafa Doménech y yo volveremos a la carga sobre este asunto, porque el tema de los multiplicadores ha trascendido ya al debate mediático y la verdad es que los resultados empíricos de los que disponemos no son tan diferentes a lo que sabíamos hasta ahora. Entre otras cosas porque es difícil medir los efectos de los estímulos fiscales durante la crisis con tan poca perspectiva estadística.
      Y esos resultados nos decían que efectivamente en los años 2008/2009 había que hacer algo, aunque en algunos países ese algo no podía por menos que ser transitorio. El problema es que aquellos estímulos se deberían haber aprovechado para hacer simultáneamente las profundas reformas de oferta y financieras que eran necesarias en algunos países como España. No se hizo así y ahora tenemos que aplicarnos en la consolidación para evitar que la deuda se convierta en insostenible y a la vez hacer las reformas. Y el coste de eso es brutal; y si además las cosas no se hacen bien técnica y socialmente este coste se multiplica.

  • ¡A buenas horas, mangas verdes! Si tras cinco interminables años de crisis, con el derrumbe de todos los indicadores y millones de personas en el desempleo, muchos de los más prestigiosos académicos siguen sin saber por donde les da el aire, comienza quedar bastante claro que la profesión de economista, y muy en especial la de macroeconomista, está en serio peligro de ser considera más propia de charlatanes de feria que de gente con conocimiento para entender la realidad económica. ¿Tanto cuesta reconocer que Krugman, y otros keynesianos, acertaron básicamente con su simple modelo IS-LM al decir que la consolidación fiscal iba a conducir a lo que condujo?

    • Maqroll
      Te recuerdo que Krugman siempre se refirió en estos términos a Estados Unidos y a países europeos con margen de maniobra fiscal, pero ha insistido en que otros países, entre ellos España, no tenían margen para una política fiscal muy distinta de la que se está llevando a cabo –en términos de déficit, su aplicación concreta y la distribución del ajuste ya es otro cantar.

  • Hola Javier,

    Ya lo hemos comentado. Es difícil de entender esa obsesión keynesiana de buscar un valor concreto para el multiplicador.

    El efecto del gasto público sobre el PIB depende de muchos factores. El primero es el destino de los recursos empleados. No es lo mismo emplearlo en gasto inútil o una inversión redundante que en una necesaria. Evidente.

    El segundo es el plazo. Por alguna razón que no entiendo, se analiza siempre el efecto a corto plazo, cuando sin duda el PIB puede sufrir una variación positiva aunque contratemos personal para cavar y rellenar zanjas, pero evidentemente en un plazo mayor este multiplicador pasará a ser cero o negativo. En cada caso habrá que contemplar la "vida útil" de la inversión/gasto, como en un VAN.

    El tercero es el efecto financiero a medio/largo plazo. Si aumentamos gasto público con deuda exterior, por ejemplo, a corto eso no supone menos gasto privado, pero sí más PIB, por lo que los expertos hablarán de multiplicador positivo, aunque la rentabilidad de lo invertido sea menor que el coste financiero de la deuda, algo ilógico.

    Y el tercero es que sobre el PIB influyen muchas más cosas. Si en la fase depresiva del ciclo recortamos gasto y vemos qué pasa con el PIB, veremos que desciende, y puede que mucho, con lo que los expertos dirán que el multiplicador aumenta, sin aislar perfectamente otros efectos de consumo/inversión privada.

    ¿De qué signo fue el multiplicador en 2009 del Plan E y similares (más gasto público y menos PIB)?

    Un saludo

    • Estimado Manuel,
      Discrepo bastante de la interpretación que haces. Los cálculos del multiplicador que se hacen tratan de aislar los efectos debidos a otros shocks, consideran los costes financieros (eso es básico en cualquier cálculo) y en bastantes de los casos que cita Javier (esto es más reciente) consideran los efectos a medio y largo plazo. Como esa tarea es compleja, la precisión de los resultados se reduce, por lo que se suelen dar ciertas horquillas para dichos multiplicadores.
      La pregunta que haces es muy concreta y muy pertinente. La respuesta sobre los efectos de esa fase caliente de la "ducha escocesa" que se dio en 2009 en el mundo (en España el Plan E y similares) varía en función de... los valores del multiplicador que no consideras importante discutir. Para algunos esa actuación pudo ser la diferencia entre una recesión (que es lo que hubo) y una depresión en toda regla (que es lo que pudo haber ocurrido en caso contrario). Dada la inercia que tienen las cosas en Macroeconomía, haber evitado una depresión mundial no sería una cosa menor. Dada la secuencia de estimaciones que contaba en el comentario más arriba (aquí el orden y las fechas de los artículos sí que es relevante), me parece que está claro que cada vez más gente piensa que aquello fue necesario, aunque efectivamente, en nuestro caso fue lo más parecido a hacer zanjas y volverlas a tapar.

    • Manuel
      Efectivamente, la búsqueda de un valor para el estimador es un ejercicio un poco voluntarista porque son muchos los factores que determinan la conveniencia o no de una política fiscal –siempre hablamos de output y no de empleo o bienestar que son temas menos estudiados.
      De todas formas el multiplicador sigue siendo informativo al menos como una primera aproximación para objetivos inmediatos de la política fiscal: ratio deuda/PIB, impacto sobre el crecimiento a corto, etc. En cualquier caso siempre es necesario un uso juicioso de los instrumentos fiscales porque aunque hay muchos valores estimados de los efectos de esta política, una mirada desapasionada sobre todos estos resultados indica que un multiplicador entre 0,5 y 1 es lo más razonable. Y ese valor significa que los efectos de la política fiscal son ciertos pero modestos, y que su uso en algún momento determinado puede estar justificado, pero en cualquier caso de forma transitoria y sin poner en peligro la sostenibilidad de la deuda.

  • ¿ Por qué usar la ratio Deuda pública/Pib ? ¿ Tiene sentido de verdad ? No creo. Lo que tiene más sentido es la ratio Deuda externa neta/Déficit corriente, esa sí es muy clara y no tiene tantas variables. Mientras no alcancemos unos 5.000 millones de saldo externo mensual positivo no alcanzaremos el punto de inflexión. Con ese saldo los guiris verán un horizonte aceptable de cobro.
    Si esa deuda externa es privada o pública es secundario. Los prestamistas saben que pueden prestar a un Gobierno que pueda, a su vez, imponer más a los ciudadanos. Si tuviésemos una posición internacional positiva la deuda pública solo sería un problema interno de reparto de las cargas (impuestos).
    Y para conseguir ese verdadero objetivo comercial sí es necesario seguir ajustando un poco más, creo que hasta esos 5.000 millones será suficiente.
    Todas las empresas deben mirar al guiri, debemos servirles, devolverles lo que les pedimos prestado con ZP, vale emigrar para servirles en directo o producir aquí algo que quieran comprar. El que antes lo entienda antes prosperará. La consolidación fiscal debe ir al ritmo en que entendamos esto. Así que lo mejor que puede hacer el Gobierno es explicarlo muy clarito.
    Y los guiris no quieren nada que pueda ofrecer el Estado. Debe reducirse, no intentar multiplicarse.

    • pabloj
      Es cierto que la deuda exterior es un factor determinante de nuestros problemas de financiación, y que hasta que no entremos en una senda de reducción efectiva de la deuda externa estaremos “en el alambre”. Pero no es fácil poner objetivos al comportamiento del sector privado, que es resultado de miles de decisiones independientes. Por eso el gobierno debe al menos preocuparse de que pasa con sus propias finanzas.

  • No hay otra salida.
    Lo que da la impresión es que el mercado apuesta en que ciertas economías tienen unas estructuras insostenibles que han mantenido gracias a la existencia de burbujas o al endeudamiento. Se ha corrido el velo... y ya no hay financiación... sólo quedan las estructuras insostenibles.
    La reforma del modelo en un periodo de tiempo largo no es políticamente planteable: las reformas decaerían tan pronto mejorase la situación o se acercasen las elecciones. Tampoco creo que la gente prefiriese un proceso de ajuste largo, con sacrificios crecientes y continuados.
    Por otro lado, ahora mismo hay financiación privada sólo gracias al apoyo de los estados solventes de la UE ¿cómo pedir a los contribuyentes alemanes que tienen que continuar financiando cosas a las que ellos mismos no tienen derecho?
    No me parece que el debate sobre un ajuste lento o rápido tenga sentido: no hay más opción en la situación actual para países que, cómo España, son percibidos cómo insostenibles que la que se está implementando en cuanto al ajuste del déficit.
    Por otro lado, no hay otra opción para los países prestamistas que aplicar el ajuste rápido: un ajuste lento sólo daría lugar a fatiga, incumplimientos y pérdida de apoyo popular doméstico y en los países financiados.

  • La cuestión parece complicada.

    Primero porque la misma definición del ratio Deuda/PIB es un poco obscura: El numerador es una variable fondo (“stock”), que se mide en €, mientras que el denominador es un flujo, que se mide en €/año.

    Segundo porque no hay ninguna razón-salvo que lo dice Bruselas-que justifique un guarismo concreto-120% o cualquier otro, pero ¿Sólo la deuda pública? ¿Y la privada?

    Tercero porque tampoco hay razones para poner cifras concretas a la “sostenibilidad” del endeudamiento ¿Sería cuando el déficit-cual de ellos, el total, el primario…-crece mas rápido que el PIB? ¿O que la diferencia entre el tipo de interés y el PIB nominal?

    Dejando aparte “tecnicalidades”, lo que parece claro es que la variable clave que resolvería la mayor parte de los problemas, desde los ratios de deuda/déficit hasta el (mucho mas importante) del desempleo es el crecimiento económico. Y cómo conseguirlo debería ser la mayor preocupación de los economistas. Personalmente, con un sector privado que continúa desapalancándose-restando crecimiento a la demanda agregada- y un sector exterior acercándose al equilibrio, la única alternativa disponible es el sector público.

    Saludos.

    • KEyNES

      Por supuesto que la mejor receta es el crecimiento, pero que este pueda venir impulsado por una demanda interna fuerte ya es otro cantar. En tiempos de desapalancamiento privado sólo queda el déficit público, pero los países desarrollados ya entraron en la crisis con unas finanzas públicas bastante deterioradas –incluida España aunque el boom escondiera el problema de financiación.
      Por eso, sin negar las ventajas de un ajuste fiscal más paulatino, no creo que haya demasiado espacio para una expansión unilateral en toda regla. Pueden hacerla los países del norte de Europa, pero mientras insistimos en eso tanto sólo nos queda recuperar competitividad y aplicar las reformas estructurales adecuadas.

  • Estimado Javier:

    La reinvención pasa por un reequilibrio de las redes de intereses y poder en España, firmemente asentadas. Un problema es que en este momento crearía muchos perjudicados (además de los que ya lo están), y la mejora sería a medio y largo plazo.

    El fondo proviene de un problema cultural (educativo y hábitos), político (fragmentación y necesidad de pactos entre élites diversas con intereses divergentes en sus baronías), institucional (al servicio del arbitraje interesado y cortoplacista en las relaciones de poder entre esas mismas élites) y económico (condicionado y condicionante de todo lo anterior).

    Todo esto se plasma en la existencia de una baja conciencia social en términos generales (¿capital social?) retroalimentada por esa misma dinámica y "atrincherada" por zonas en formaciones horizontales o verticales (Cataluña y País Vasco) con una dinámica inestable.

    Al problema interno (no despreciable) se suma el externo, nuestros amigos del norte permitieron en un alarde de sabiduría un flujo descontrolado de capitales que han alimentado la mayor burbuja de nuestra historia y en buena medida exacerbado los peores aspectos de la dinámica antes descrita.

    Ahora descubren que no era oro todo lo que relucía y deciden aplicar una terapia de choque. Seguramente no merecemos credibilidad, ellos tampoco.

    Pese a todo supongo que a largo plazo habrá consecuencias positivas, aunque sea pronto para saberlo, en línea con la anécdota popular (falsa por otra parte) sobre la respuesta de Zhou Enlai ante las consecuencias de la Revolución francesa.

    http://mediamythalert.wordpress.com/2011/06/14/too-early-to-say-zhou-was-speaking-about-1968-not-1789/

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