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¿Afecta la pérdida de trabajo de los padres a las notas de los niños?

Por Jenifer Ruiz-Valenzuela
@RuizvalenzuelaJ

colegio Una de las características más destacadas de la reciente Gran Recesión ha sido el alto volumen de destrucción de empleo a ambos lados del Atlántico. En Estados Unidos, los datos muestran un récord de destrucción de empleo, con una tasa de paro que llegó al 10% en el primer trimestre de 2010 (aquí). En Europa (UE-27), según datos de la Labour Force Survey, desde 2008 y hasta 2012 se sufrió una pérdida neta de unos 7 millones de puestos de trabajo. De éstos, casi el 60% se perdieron en España. En España además, la Gran Recesión se ha caracterizado por las dificultades para acceder a un empleo, con el consiguiente aumento de los desempleados de larga duración (ver entradas anteriores aquí y aquí).

Varios estudios han analizado las consecuencias de la pérdida de trabajo para el propio trabajador. Entre otros efectos negativos, aquellas personas que pierden su empleo sufren, en media, pérdidas salariales a corto plazo que parecen persistir en el largo plazo (aquí); tienen un mayor riesgo de divorcio (aquí), y sufren una peor salud mental y física (aquí). Muy relacionado con este último punto, esta reciente entrada habla de un acusado incremento en el número registrado de desórdenes mentales para aquellos trabajadores más expuestos al shock de la construcción en España.

Además de estas consecuencias negativas para el trabajador, este deterioro del mercado de trabajo tiene el potencial de generar efectos spillover para otros miembros del hogar, y en particular, para los hijos de trabajadores afectados. En este estudio analizo el impacto intergeneracional de shocks en el mercado de trabajo, utilizando datos sobre pérdida de trabajo parental y rendimiento académico en España durante la Gran Recesión. Este podría ser un coste adicional de las recesiones que, por el momento, habría sido en gran medida infravalorado.

Uno de los problemas para tratar de analizar esta cuestión es la dificultad para encontrar datos en los que se pueda observar, simultáneamente, la situación laboral de los padres y el rendimiento escolar de los hijos. Más problemático todavía es observar dicha información de forma repetida, y con información detallada del rendimiento académico. En este artículo utilizo datos de 358 estudiantes que en 2012 se encontraban cursando la educación obligatoria (primaria o secundaria), en una escuela de la provincia de Barcelona. En el estudio muestro que esta escuela es de características similares a la escuela media en Cataluña.

La segunda principal dificultad viene dada por el hecho de que, potencialmente, existan variables que no observamos que tengan un efecto tanto sobre la pérdida de trabajo de los padres como sobre el rendimiento educativo de los hijos. Una de las ventajas de este trabajo es que los datos recogidos son de tipo panel (observamos a las mismas familias a lo largo del tiempo). La utilidad de disponer de un panel es que se pueden emplear técnicas que tengan en cuenta aquellas variables inobservadas que no cambian en el tiempo y afectan tanto a la pérdida de trabajo de los progenitores como al rendimiento escolar de sus hijos. Así, observo la situación laboral de los padres y el rendimiento escolar de los hijos durante 5 períodos (años académicos 2007-2008 hasta 2011-2012). Además, selecciono la muestra de manera que en el año 2007-2008, todos los estudiantes tienen un padre trabajando. A partir del año siguiente y hasta 2011-2012, un 30% de los padres en la muestra pierde su empleo (la Gran Recesión comenzó en España en el tercer trimestre de 2008, como se indica aquí.)

Los resultados indican que la pérdida de trabajo (involuntaria) del padre durante la Gran Recesión conlleva una disminución del rendimiento escolar de sus hijos (medido por la nota media de todas las asignaturas) de alrededor del 13% de la desviación estándar. Poniendo estos resultados en contexto y utilizando datos de Hanushek, esto equivaldría al efecto de incrementar el tamaño de la clase en 5 alumnos. Este efecto varía dependiendo del subgrupo considerado: el efecto se concentra, y la magnitud es aún mayor, para aquellos estudiantes cuyos padres tienen un menor nivel educativo y sufren largos períodos de desempleo.

Destaco tres resultados adicionales. Primero, en los tres trimestres del primer año académico disponible (en el que todos los padres tienen un empleo), no se observa una tendencia negativa en la nota media de los estudiantes en el grupo “tratado” (aquellos niños cuyos padres más adelante se quedan sin trabajo). Segundo, las pérdidas de trabajo futuras de los padres no tienen impacto en el rendimiento escolar previo. Finalmente, el efecto es mayor cuantos más años de experiencia tenía el padre (y también si el padre tenía un contrato permanente) antes de perder el empleo. Estos resultados refuerzan la interpretación causal del resultado principal descrito con anterioridad.

En cuanto a las madres, su pérdida de trabajo no tiene impacto en los resultados educativos de sus hijos. Esta diferencia con el resultado de los padres es consistente con los resultados de estudios en economía de la salud y psicología social, que documentan desórdenes mentales y problemas físicos más severos asociados a la pérdida de empleo para hombres que para mujeres. Igualmente, la reducción de ingresos que se observa después de la pérdida de empleo podría afectar de manera diferente a padres y madres. Algunos estudios han mostrado como los hombres sufren más con la inseguridad laboral; en particular padecen mayores niveles de estrés y ansiedad financiera (aquí).

Como recién apuntaba, uno de los mecanismos por los cuales la pérdida de trabajo podría tener un impacto negativo en el rendimiento académico de los hijos es la reducción de ingresos que conlleva la pérdida de trabajo en la muestra. Sin embargo, los diferentes resultados por subgrupos no se pueden explicar totalmente por diferentes pérdidas de ingresos. Además, es importante destacar que estos resultados se obtienen para alumnos que no cambian de escuela durante el periodo analizado.

Dada la masiva destrucción de empleo durante la Gran Recesión, sería importante disponer de más datos para analizar detalladamente los mecanismos que hay detrás de este efecto negativo. Además, en futuras investigaciones sería interesante estudiar si estos efectos a corto plazo se extienden en el largo plazo. A la luz de estos resultados, las políticas activas de empleo adquieren una mayor importancia si cabe, sobre todo para los parados de larga duración (como se ha discutido aquí y aquí).