Austeridad II

Hace un par de semanas escribí sobre lo difícil que veía la implementación de unos presupuestos austeros para el año que viene. Hoy quiero hablar un poco más sobre el tema. En particular quiero entender como el “boom” inmobiliario afectó (y afectará) a las finanzas públicas. Cuando alguien compra una casa tiene que pagar el 7% del IVA o ITP dependiendo de si esta es nueva o de segunda mano. Así, los ingresos públicos por este concepto dependen (1) del número de transacciones y (2) del precio de cada una de estas. En el año 2004 (el primero del que tenemos datos en el ministerio de vivienda) se llevaron a cabo unas 850.000 transacciones inmobiliarias, en el 2005 el número fue 900.000, en el 2006 de 950.000, para empezar a bajar en el 2007, 2008 y 2009 a 835.000, 545.000 y 416.000 respectivamente (este último dato es una aproximación basada en los datos que tenemos para el 2009).
Los precios también se vieron afectados por el “boom.” El precio medio de una vivienda en el 2004 era de alrededor de 130.000 euros (usando como base una casa de 85 metros cuadrados), de 150.000 en el 2005, de 165.000 en el 2007, de 175.000 en el 2007, lo mismo en el 2008 y 164.000 en el 2009 (de nuevo, este dato es una aproximación). Usando estos números calculo que los ingresos públicos por concepto de IVA o ITP en estas transacciones fue de alrededor de 7.800 millones de euros en el 2004, 9.430 en el 2005, 11.000 en el 2006, 10.200 en el 2007, 6.700 en el 2008, y será de 4.800 en el 2009. Fijaos que, según estos cálculos, los años de superávits públicos (2005, 2006, y 2007) coinciden exactamente con los años de mayor ingreso asociado a las transacciones inmobiliarias. Lo que es más difícil es saber que hubiera pasado con las finanzas públicas de no ser por los ingresos inmobiliarios. Pero podemos intentarlo. Supongamos que el aumento en el precio de la vivienda desde el 2004 ha sido debido a la burbuja, es decir, asumamos que de no existir burbuja los precios no se hubieran movido entre el 2004 y el 2009. Asumamos también que este cambio de precio ha sido el único efecto de la burbuja sobre el mercado inmobiliario. Siendo este el caso, es decir si asumimos que el “boom” solo ha afectado a los precios y no al número de transacciones, las administraciones hubieran ingresado 1.150 millones menos en el 2005, 2.250 en el 2006, 2.530 en el 2007, 1.700 en el 2008 e ingresarían 1.000 menos en el 2009. Pues bien, resulta que en el 2006, el superávit público, calculado sin tener en cuenta la seguridad social como argumentaba hace una par de semanas, fue de 4.500 millones de euros, mientras que el 2007 fue de unos 7.000 millones. O sea, bajo los supuestos descritos anteriormente, por lo menos la mitad del superávit del 2006 y más de un tercio en el 2007, fueron debidos al “boom” inmobiliario. Y digo por lo menos porque creo que mis cálculos son algo conservadores. Asumo que el “boom” solo se vio reflejado en los precios, pero tuvo que tener algún efecto en las cantidades también, aunque este es más difícil de calcular. ¿Qué nos dice todo esto? Pues que en los últimos años las cuentas públicas se han visto afectadas por dos componentes transitorios muy acusados. El primero, como ya argumentaba hace un par de semanas, ha sido el crecimiento del empleo observado en la última década y afín a los movimientos migratorios desde Latinoamérica. El segundo, como se argumenta aquí, relacionado con el “boom” inmobiliario. O sea, que cuando los gobernantes se frotaban las manos hace un par de años porque las cuentas públicas mostraban un superávit de alrededor el 2 % del PIB, deberían haber estado muy preocupados porque, en realidad, necesitaban mostrar un superávit mucho mayor. Espero que Campa, y su prometida austeridad, nos devuelvan al camino correcto.

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