Los mejores jugadores, en el banquillo

Los mejores jugadores, en el banquillo

Para celebrar su 25 Aniversario, FEDEA nos ha pedido a los Directores de Cátedra que entrevistemos a los responsables de la economía española durante los últimos 25 años. Mi encargo ha sido entrevistar a Carlos Solchaga, al que no conocía hasta ayer, cuando llevé a cabo su entrevista.

El ex-ministro demostró la capacidad intelectual y la franqueza que le hizo famoso en los 80. Analizó la situación actual (con la grabadora apagada) con lucidez y sin medias tintas; reconoció errores, por ejemplo en la elaboración de una política fiscal excesivamente expansiva a finales de los 80; analizó los problemas del área Euro tal como se veían en el momento de su creación; citó con conocimiento a los economistas relevantes en los argumentos que discutíamos (Samuelson hablando de salarios y comercio internacional, Hayek hablando del funcionamiento del sistema…); y mostró tanta sofisticación en el análisis económico de las reformas como en el de la vertiente política de estas.  El ex – ministro hizo un análisis certero y muy temprano de la crisis al principio de esta, cuando avisó que el sistema financiero español financiaba préstamos de 2.2bn de euros con 1.5 bn de depósitos-un dato que es suficiente, junto con el problema inmobiliario, para entender todo lo está pasando ahora.

Una anécdota que me contó, como anticipo de este capítulo en un libro, el de FEDEA que será, espero, imprescindible: el primer gobierno de Felipe González había decidido hacer la reconversión industrial.  El nuevo ministro Solchaga sabía que se generarían agravios comparativos regionales a la hora de decidir que empresas cerrar y cuáles dejar abiertas (algunos ahora parece que justificados). Pues bien, su primer gesto fue empezar los cierres por las (agotadas) minas de Potasas de Navarra, su región de origen, para demostrar que la reforma se haría sin favoritismos, con criterios estrictamente de eficiencia.

En fin, y se que es clamar en el vacío dada la situación política, pero mi reacción al final de la entrevista fue: ¿cómo es posible que, con la que está cayendo, una persona de ese calibre intelectual y político esté en el banquillo del Partido y no en el terreno de juego,  o, como diría Teddy Roosevelt “en la arena, con la cara manchada de sudor y sangre”?

Hay 18 comentarios
  • ¡Goodbye PSOE!

    Ya está tardando el cine patrio, lleno él de personas con inquietudes políticas, en aplicarse al arte del remake y reeditar la exitosa ¡Goodbye Lenin!. En ella, una señora de la RDA convencida del regimen comunista se quedaba en coma y despertaba años después, con el muro ya caído, provocando que su familia hiciera todo lo posible para engañarla y hacerla creer que las cosas seguían igual de bien, con el Partido tirando a todo gas y los alemanes occidentales muriéndose de envidia.

    En la adaptación, un militante zerolero debería quedar en coma justo después del anuncio de la retirada de las tropas de Irak, para despertar la semana que viene. Su familia haría lo posible por ocultarle la subida de los impuestos indirectos, la bajada de los impuestos directos, la reforma laboral que viene, el pensionazo que viene, la congelación de las pensiones, el aumento de tropas en Afganistán, el pacto para acabar con la jurisdicción universal de los tribunales españoles, el aumento morrocotudo del paro, la amnistía fiscal que viene, la socialización de las pérdidas del sistema financiero más sólido del mundo, la ruptura de ZP con el último periódico de partido que quedaba en Europa Occidental –El País–, la rebaja de los sueldos de los trabajadores públicos, el aumento galáctico de las exportaciones militares, el aumento de financiación de la iglesia, la supresión del impuesto de patrimonio, el apoyo al candidato de la derecha y de las Azores para presidir la Comisión Europea, la legalización de los fondos especulativos y el largo etcétera de cosas con las que el Impostor ha acabado la recalificación de la izquierda española que inició eficazmente Mr. X hace 30 años.

    Todo sea por dar ideas a nuestros muchachos del cine…

  • Que raro que no se hable del savings glut germano para culparles de nuestra afición al crédito!

    Y para más tomate, ellos recortan el gasto fiscal más que nadie.

    Ahora sólo queda que los chinos devalúen el yuan, y así todos terminamos exportando desgracias.

  • Luis,

    "una persona con ese calibre intelectual". Saber economía no es suficiente. Si tuviera esa capacidad intelectual que destacas habría alzado la voz en 2007 (y antes, y ahora), para influir en su partido y nuestros gobernantes y evitar, en lo posible, lo que estamos padeciendo. Creo que no solo es cuestión de valentía, sino que también hay aspectos de compromiso ético. No vale hablar ahora desde la barrera sin dar un paso adelante y hacerse oir en su propio partido.
    Muchas gracias por tu aportación.

  • Estimado Luis:
    A riesgo de ser pesado, debo decirle que cerrar las minas navarras no demuestra que luego el resto se hiciera "con criterios estrictamente de eficiencia". El señor Solchaga no puede defender que se hiciera así al menos en el estratégico sector de la siderurgia integral, a la vista de los pésimos resultados posteriores. Él es muy libre de juzgar sus decisiones pretéritas con benevolencia, pero nosotros debemos analizarlas con mayor cuidado, y lo que se concluye de dicho análisis es que el criterio de atender las reclamaciones regionales y sindicales desempeñó un papel decisivo en la reconversión industrial.
    En cualquier caso, esto no resta un ápice a la valía profesional del señor Solchaga ni al interés de su artículo y el capítulo de libro que salga de él, que pienso leer con fruición.
    Un saludo muy cordial,
    Pablo Díaz Morlán

  • Solchaga, no acabó nunca de digerir el monetarismo de su mentor el profesor Rojo, luego de abandonar éste su etapa neokeynesiana, y se le atragantó. Así nos las hizo pasar en las dos crisis de su etapa de ministro. Lo de la reconversión -¿seguro que fue eso?- fue una borrachera cárstica de Peneenes (PNNs) del PC que, dado que Carrillo no les garantizaba estatus alguno, decidieron pasarse en masa al PSOE. Dada la precariedad del partido en profesionales e intelectuales, llegados estos chicos al poder no se les ocurrió otra cosa que empezar a echar obreros a la calle. No mitifiquemos los hechos históricos. Suelen ser mucho más vulgares. Solchaga es hoy un mero CONSEGUIDOR, un lobby de amiguetes, que trabajan para grupos de presión, al mejor postor. Defiende a Dios y al diablo.

  • Hola, lector nuevo aquí, gracias por el post. Respondo a algunos comentarios que me han llamado la atención.

    Sobre lo que afirma Fernando: Solchaga lleva diciendo estas cosas dentro del PSOE desde hace muchísimo tiempo, no es ningún secreto. Por otra parte, el artículo que enlaza Willem da la conventional wisdom del año 2007 y creo que no es incompatible con el discurso de ahora de Solchaga. No nos olvidemos que pre-crisis de 2007 el escenario más probable era un gradual agotamiento de la inversión en vivienda que se acolcharía con el gran margen de maniobra fiscal (y, con un poco de wishful thinking, se compensaría con una dinamización de la I+D+i y de las exportaciones etc); nadie manejaba, por razones obvias, un escenario de catástrofe financiera y paralización completa del mercado inmobiliario.

    En cuanto a la reconversión industrial, como toda operación de este tipo, es discutible en algunos de sus puntos (el de la siderurgia tratado en el enlace puede ser uno de ellos). Lo que no es discutible es el valor del gobierno de aquella época (Solchaga en particular) de abordar el tema de forma decidida y asumir el terrible coste político que tuvo aquello. Creo que tampoco es discutible que ese durísimo ajuste permitió aprovechar mucho mejor las oportunidades que ofrecía el mercado común europeo y evitar la catástrofe que habría sido desproteger el mercado nacional con una estructura industrial anacrónica y escasamente competitiva. De ahí la comparación con la situación actual, que requiere actuar con decisión y asumir coste político para asegurar la prosperidad de Esp en los próximos años

  • Para Luis DC,

    Aquí están, entonces, mi rectificación y mis disculpas, pues no tengo por qué dudar de lo que dices. Yo no he oído declaraciones de Solchaga (y menos reiteradas) cuestionando políticas o posturas del gobierno sobre la economía en mucho tiempo. Me informaré mejor antes de escribir un comentario. Lo siento.

  • Solchaga abandono el PSOE desde el momento en que renunció a la batalla política. Tener un carnet, si no se utiliza, es totalmente irrelevante para una sociedad que estaba y está desprovista de buenos profesionales que se quieran implicar. Decidió desarrollar sus capacidades como intermediario y estuvo y está en su derecho. Y ahí se acabó Solchaga, y en su renuncia a pelear por la titularidad desapareció del banquillo.

    Seguro que hay miles de profesionales con enormes cualidades y capacidad para dirigir; también los hay para pensar o enseñar y que nunca dirigirán nada. La inteligencia es siempre parcial y la evolución de las circunstancias, cuando se puede elegir, pone a cada uno en su lugar.

    Crear mitos no es nada seguro. Implicarse y trabajar en lo de hoy es lo que vale, es lo ejemplar y es lo arriesgado. El que lo haga podrá llegar a ser mítico o no, pero no aguantará estar en el banquillo.

  • Hola, Luis DC:
    Mantengo que sí es discutible la valentía de aquel gobierno con respecto a la reconversión. La mayor parte de los fondos destinados a ella se concentraron en la siderurgia y la construcción naval. ¿Qué ha quedado de ambos sectores? Lo que se produjo fue un cambio radical de la estructura industrial española, que a partir de los años siguientes se apoyó en otros sectores de nueva planta. Detrás quedaron jubilaciones doradas para los trabajadores afectados, algo admitido de buena gana por Nicolás Redondo, que lo ve todavía hoy como un éxito de la presión sindical.
    Si un gobierno emplea cantidades ingentes de dinero en cualquier actuación es bastante probable que mal, lo que se dice mal, no salga. Siempre y cuando, claro está, se olvide convenientemente el concepto de coste de oportunidad. Pero, ¿dónde queda la valentía?
    Pienso que los paralelismos con el presente son muchos, pero distintos: el gobierno de González no pudo impedir la enemiga sindical a pesar de que lo intentó generosamente, con medidas favorables a gentes muy gritonas pero onerosas para el conjunto del país. Por simplificar, es como si ahora en Rodiedmo se pusieran en huelga contra ZP porque en lugar de 400 millones les va a dar sólo 300. ¿Hablaríamos de valentía y de medidas impopulares pero convenientes?

  • Tengo ganas de hincarle el diente al libro de las entrevistas para ver que dice el Sr. Solchaga. Seguro que no tiene desperdicio y supongo que ocurrirá lo mismo con el resto de personajes.
    Para Luis DC.
    Coincido, como no podia ser de otra forma, con lo que te dice Pablo. El valor mostrado por Solchaga y González en el tema de la reconversión industrial es un mito que no se sostiene. Todos los que hemos estudiado el tema de la reconversión industrial llegamos a la misma conclusión: las cuestiones sociales y políticas se antepusieron a los aspectos técnicos y económicos. Los hechos no dejan lugar a dudas en lo que se refiere a la reestructuración del sector siderúrgico: pocos años después de las exitosa reconversión, en 1991, hubo que hacer una nueva reestructuración; esta vez de verdad.
    Te recomiendo un par de trabajos sobre el tema que no dejan lugar a dudas sobre esta cuestión: Mikel NAVARRO ARANCEGUI, Crisis y reconversión de la siderurgia española. 1978-1988, MOPU/Puerto de Pasajes, 1989; y Enrique VIAÑA REMIS, Políticas industriales y sectores maduros. El caso de la siderurgia integral española (1980-1983), tesis doctoral. Universidad Complutense. Creo que tras su lectura cambiarás de opinión.

  • Fernando, nada que perdonar. Es más o menos vox populi que Solchaga dice estas cosas en el PSOE, también es verdad que hasta hace poco con muy escaso éxito. No las dice tan abiertamente en público supongo que porque sabe que una crítica pública demasiado fuerte le resta influencia en el partido.

    Pablo/ Mikel: tengo mucho menos conocimiento que vosotros de la reconversión industrial, pero me da la impresión de que estáis demasiado centrados en el sector siderúrgico (hubo otros: astilleros, minería, textil, otras manufacturas). Para mí lo que aportó la reconversión industrial fue:
    - Reducir peso empresa pública, revirtiendo tendencia anterior a utilizar el INI como hospital de empresas. Si comparamos el peso (VAB) del sector público empresarial de principios de los 80 con el de finales de los 80, pasa -hablo de memoria- del entorno del 10% al entorno del 5%.
    - Se impuso el criterio de que, salvo excepciones justificadas, las empresas públicas tenían que ser rentables o ser privatizadas. Podemos discutir sobre si las excepciones en la práctica estuvieron justificadas o no, y si el gobierno gestionó bien o mal las empresas que siguieron siendo públicas; pero la imposición de ese principio cambió claramente los términos del debate político sobre empresa pública (en la época pre-1982 la presunción era que el Estado salvaría cualquier empresa de cierto tamaño con problemas)
    - Ajustes de empleo público. Esto era indispensable y fue durísimo. Las prejubilaciones seguramente fuesen generosas, pero sospecho que en valor actual se compensarían ampliamente con las pérdidas evitadas en las empresas del INI (decenas [cientos?] de miles de millones de ptas/año). Pese a ellas, la reacción de los sindicatos y los gobiernos regionales existentes (vasco en particular) fue contundente, y el malestar social generalizado. Esto supuso un desgaste enorme para el gobierno, que se asumió porque se consideraba imprescindible para el país

    Vuestro argumento va por el lado micro: en las industrias donde el gobierno mantuvo su presencia e intentó asegurar su viabilidad a medio plazo no eligió bien los sectores o se dejó llevar por presiones políticas/ sindicales. No conozco los sectores lo suficiente para poner en duda esto.

    Mi argumento iba por el lado macro: sector público empresarial sobredimensionado y con tendencia a seguir creciendo, que lastra gravemente economía española; gobierno que afronta el tema con decisión asumiendo gran coste político, reduciendo el impacto de la empresa pública en el presupuesto y liberando recursos productivos para que sean asignados según nuevas señales de precios, tras gradual desarme arancelario en CEE; mayor capacidad del país de operar en ese entorno de menor protección comercial. En estos términos, creo que el éxito de la reconversión industrial es indiscutible y que sentó las bases de nuestra prosperidad posterior

  • Hola, Luis DC:
    Lo que dices sobre el sector público me lleva a reflexionar sobre el resultado neto global de las medidas adoptadas entonces, pues es cierto que el gobierno no rehuyó esa batalla. Suspendo el juicio hasta que lo mire mejor, lo que, en una discusión, es casi tanto como dar la razón al contrario.
    El paso de lo micro a lo macro siempre resulta conflictivo para historiadores de la empresa como somos nosotros, pero no hay que olvidar algo que ya he indicado antes, y es que el grueso del esfuerzo fue a parar a dos sectores, siderurgia y astilleros, muy por encima de los demás. Lo micro, aquí, quizá no esté tan lejos de las consecuencias macro.

    En cualquier caso, permíteme que diga algo en lo que mi socio estará de acuerdo, sin duda: gracias, gracias, gracias a los fundadores de este foro por haber creado esta magnífica oportunidad de debatir. Una maravilla.
    Saludos,
    Pablo

  • Estimado Luis DC:
    Como dice Pablo, como historiadores de la empresa, el enfoque macro no es nuestro fuerte. Pero creo que tu visión macroeconómica de la reconversión industrial es complementaria de nuestra visión sectorial. El objetivo de reducir el peso del sector público en la industria española mediante un saneamiento y posterior privatización de las empresas que formaban parte del mismo era compartido por todos los Gobiernos europeos del momento, fuesen de derechas o de izquierdas. Y en España no fuimos una excepción porque el proceso iniciado por el PSOE a mediados de los años ochenta fue culminado por el PP a finales de los noventa. Ten encuenta que el VAB de la empresa pública en "industrias de cabecera" seguía siendo muy importante en 1995. Así en las metálicas básicas había pasado de representar el 25% del total en 1985 al 45% diez años después. En la última fecha, el peso del sector público en el sector eléctrico era aún del 25% y del 15% en alimentos, bebidas y tabacos. La principal reducción del sector público en esa década tuvo lugar en el sector de automoción, al transferirse SEAT al grupo Volskwagen, y en el sector energético, por la privatización de Repsol.
    Pero retomando el tema principal, una cosa es que la filosofía de la política económica adoptada para la empresa pública fuese la adecuada, o al menos la generalmente aceptada como tal en los países occidentales, y otra cosa es que la aplicación práctica de esa política económica no estuviese exenta de errores.

    Un saludo.

  • Retomando el hilo inicial de la conversación (gracias a Pablo y Mikel por la contestación), lo curioso son las grandes similitudes que existen entre la situación pre-reconversión industrial y la actual desde el punto de vista macro, que creo que darían para un post (o para varios). A botepronto:
    - asignación de recursos productivos distorsionada (entonces por la protección arancelaria y la actuación del Estado como hospital de empresas; hoy por la burbuja inmobiliaria y el crecimiento orientado al interior) que hay que corregir de manera urgente para asegurar el futuro económico del país
    - esta reasignación de recursos es difícil y genera costes económicos, sociales y políticos; hace falta un gobierno fuerte que la lleve a cabo y no lo hay (gobiernos última época UCD, gobierno actual)
    - la economía política de la reforma se dificulta porque hacerla supone mermar el poder de los sindicatos (reducción de la empresa pública -su gran centro de poder- entonces; limitación ámbito convenios colectivos ahora)

    Solchaga y otros miembros del Gobierno afrontaron el problema con decisión y por eso los últimos años 80 fueron de gran conflictividad social y desgaste político del partido en el Gobierno. A quien le ponga el cascabel el gato ahora le espera un destino parecido, con la particularidad de que entonces supuso simplemente erosión de la mayoría absoluta, y ahora -en época de mayorías cortas y políticos desprestigiados- podría suponer la pérdida del poder.

    Aunque también hay diferencias importantes: el país está mucho más preparado hoy para asumir este tipo de recetas (por madurez y mayor prosperidad); pero el margen fiscal es ahora muy reducido, mientras que en los 80 era más amplio y ofreció una válvula de escape fundamental (las prejubilaciones de que hablaban Pablo y Mikel, entre otras).

  • Para mí, la diferencia fundamental entre aquella situación y la presente es que la entrada en el Mercado Común iba a cubrir todas nuestras vergüenzas. Supuso el finiquito para algunos sectores mal preparados o sin solución, pero al mismo tiempo significó estabilidad, credibilidad, inversión extranjera, subvenciones y, quizá lo más importante y englobando todo ello, la aparición de nuevas oportunidades sobre las que se edificó la nueva economía española.
    Hoy en día hace falta un poco más de imaginación para pensar en una schumpeteriana "destrucción creadora" semejante.

  • En mi modesta opinión, la situación no es tan mala. Lo que se necesita es voluntad política por parte de los dos grandes partidos para afrontar las grandes reformas estructurales que necesita este país. La voluntad política debería plasmarse en el consenso de las reformas económicas y de las grandes líneas de actuación (políticas energética, educativa, de investigación, modelo de Estado) que permitan hacer realidad ese nuevo modelo de crecimiento del que tanto se habla últimamente. Si fuese necesario, habría que recurrir a un gobierno PP-PSOE (como ya se hizo en Alemania) para que ambos asumiesen el coste de las decisiones. Pero mucho me temo que lo que actualmente predomina en los dos grandes partidos son políticos, en el sentido más obsceno del término, y lo que escasean son los hombres de Estado.

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