NeG se declara tiroliana: Todo lo que NO hemos hecho en España

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En el año  2007 el reciente premio de Nobel de Economía Jean Tirole, cuyas contribuciones hemos glosado en entradas anteriores (ver por ejemplo aquí), escribía en VoxEU una entrada (ver aquí)  que reproducimos a continuación y que es una lista de las medidas que deberíamos haber implementado ya en España. Tampoco tiene desperdicio la entrevista que le hacen sobre el mismo tema hoy en  El Pais.

Cuatro Principios Básicos para un Estado Eficaz

Servicios públicos de calidad, infraestructuras que faciliten el "dinamismo económico", una reducción de la deuda que dejamos a nuestros hijos... estas expectativas de los franceses no podrán cumplirse a menos que el Estado las haga efectivas. Las reformas son urgentes, pero difíciles. Para lograrlas, se requiere un enfoque de cuatro vertientes: la reestructuración, la competencia, la evaluación y el rendimiento de cuentas.

Reestructuración

Muchos países han emprendido reformas gubernamentales fundamentales sobre la base de un consenso entre los partidos políticos y los sindicatos. En la década de 1990, el gobierno sueco socialdemócrata hizo grandes recortes en la función pública. los ministros, que son los encargados de formular la estrategia general y tomar decisiones sobre la asignación de recursos, tenían que depender de un pequeño número de funcionarios. Por lo tanto, los detalles operativos fueron delegados a un gran número de agencias independientes, cada una de los cuales podía contratar y remunerar a sus empleados como deseara. Estas agencias independientes tienen que operar bajo estrictos límites presupuestarios que aseguren el suministro sostenido de los servicios públicos.

Casi al mismo tiempo, Canadá recortó el gasto público un 18,9% sin agitación social - y sin grandes reducciones de los programas de salud, de justicia, o de vivienda. Lo hicieron mientras se mantenía la recaudación, por lo que el resultado fue un déficit público reducido y la caída de la deuda pública. El gasto que no podía ser claramente justificado en términos del servicio que proporcionaba al público fue recortado. Las subvenciones para proyectos empresariales y la privatización facilitaron la eliminación de uno de cada seis puestos en la función pública. De hecho, el tipo de reorganización del gobierno realizado en Canadá sólo no podría imaginarse en Francia con su horrible colección las leyes y reglamentos fiscales. Los canadienses tienen un único servicio para el cálculo y la recaudación de impuestos y una ventanilla única para las relaciones gobierno-empresas.

Competencia

Contrariamente a las creencias comunes en Francia, la competencia directa puede producir servicios públicos de alta calidad. En telecomunicaciones, la mayoría de los países, entre ellos Francia, han puesto un fondo de obligación de servicio universal en marcha, lo que es compatible con la competencia entre los proveedores. Protege a las empresas más pequeñas, mientras que asegura que los servicios estén disponibles en todas las regiones del país o para los consumidores de rentas más bajas.

Cuando se trata de educación, varios países (Bélgica, Reino Unido o Suecia) han intentado sistemas de cupones que dan acceso universal a la educación, pero crean competencia entre las escuelas para los estudiantes. Tal sistema debe ir acompañado de una información clara y abiertamente disponible en las escuelas para que los padres puedan tomar decisiones informadas y evitar así el "insiderismo" (algo que surgió de la competencia en el sistema educativo francés).

La competencia también puede fomentarse a través de la estandarización. En el ámbito de la salud, fomentar la comparación sistemáticas entre hospitales o entre los sectores público y privado podría ayudar a controlar los costes. A veces, el coste del tratamiento de una determinada enfermedad varía en un factor de 2,5, sin diferencias en la selección de los pacientes.

Evaluación

Cada acción del Estado debe estar sujeta a una evaluación doble independiente. La primera debe ser antes de la acción: ¿Es necesaria una intervención pública? ¿Cuáles son los costes y beneficios? La segunda después. ¿Funcionó? ¿Era rentable? En este punto, sería necesario exigir que las recomendaciones de la auditoría (por ejemplo, las del Tribunal de Cuentas) sigan adelante ya sea de acuerdo a un calendario estricto, o se rechacen con una justificación convincente.

Rendición de cuentas

La Ley 2001 (LOLF), adoptada sobre la base de un consenso entre izquierda y derecha, es una pequeña revolución en un país acostumbrado a la lógica de los procesos presupuestarios.

Abrazando la lógica de la efectividad, la ley tiene como objetivo transformar a los administradores del sector público en verdaderos propietarios, donde su obligación de producir resultados va de la mano con la libertad de decisión. Poner en práctica este principio es ciertamente difícil. En primer lugar, los objetivos deben ser claros y fácilmente verificables, entonces, es cuando el "rendimiento de cuentas" debe ser introducido. Por eso los objetivos no pueden ser colectivos (como por ejemplo ha demostrado la falta de control en los gastos en salud), sinoque deben ser objeto de recompensas o sanciones. Por último, hay que tener cuidado con los efectos perniciosos de la "multi-tarea", los incentivos que se relacionan con un objetivo fácil de medir puede hacer que uno ignore objetivos igualmente importantes que se han descuidado progresivamente (como la calidad de la enseñanza o la investigación). En otras palabras, para construir buenos incentivos, uno tiene que evaluar las acciones de manera integral. De esa manera, esta claro que la administración de las empresas reguladas debe ir de la mano con los controles de calidad y seguridad más estrictos. La necesidad de tales controles se desprende de la experiencia de las telecomunicaciones británicas en 1984 y, más recientemente, de los ferrocarriles británicos.

Por último, debe ser posible tener un estado que sirve a los franceses mejor a menor coste, permitiendo la creación de más puestos de trabajo y el aumento de la productividad de nuestra economía. Pero las experiencias de otros países sugieren que una reforma duradera sólo puede lograrse sobre la base de un consenso político y social.

Hay 9 comentarios
  • Estas cuatro recetas de Tirole para la Francia de hace unos años, se pueden trasladar perfectamente como necesidades de la España y Francia actuales.

    La reestructuración de los servicios públicos españoles se dificulta por grandes inercias en los diferentes presupuestos de las distintas administraciones que no se justifican en base a criterios de eficiencia o equidad. Muchos gastos tienen su causa en el clientelismo político, por lo que urge una reforma de partidos y sindicatos que luche contra él.

    Creo que la competencia se enfrenta en nuestros días a un problema serio, como es el de la existencia de bajos tipos de interés que hacen que los beneficios futuros de no competir, sino de llegar a acuerdos colusorios ilegales, tengan un elevado valor actual.

    La evaluación debe buscar que el evaluador no quede capturado por la Administración correspondiente. La independencia de cuantos órganos se dediquen a la evaluación y el control ha de ser uno de nuestros principales objetivos.

    La rendición de cuentas es fundamental. No puede ser que los fracasos en la gestión pública se premien con otros cargos, pero tampoco una criminalización del fracaso que nos lleve a que nadie quiera participar de la gestión pública. Aquí está uno de los desafíos más complejos: un sutil sistema de incentivos que premie el éxito y castigue el fracaso a la misma vez que dé garantías para que el gestor público elija libremente la mejor decisión, sin elegir necesariamente la que menos riesgos le presente.

    Un cordial saludo.

  • En la entrevista de hoy en "El País", aparece esta pregunta y respuesta:
    P. ¿Por qué defiende el contrato único?
    R. No es casual que los países del sur sufran más el paro. Tienen un doble sistema similar: el contrato indefinido, extremadamente protector, frente a otros que, como el temporal, están muy poco protegidos. O sea, hay un mercado dual. La mayor parte los contratos que se suscriben son temporales y estos trabajadores combinan contrato tras contrato con el paro. No tienen mucha formación porque sus empresas no invierten en ellos. No es buen sistema. Es necesario un contrato único.

    Y me voy a permitir recordar una entrada de NeG de octubre de 2011 titulada "El Nobel, con el contrato único" (https://nadaesgratis.es/?p=15330), que se refería a una entrevista, también en "El País", al Premio Nobel de Economía de 2010, Christopher Pissarides, titulada: "Debería existir solo un tipo de contrato", y a otra entrevista relativa a una charla que impartió en la Fundación Rafael del Pino.

    Son, obviamente, dos excelentes economistas, que han investigado sobre el mercado de trabajo (en especial Pissarides) y han llegado a la misma conclusión. Como muchos economistas académicos en España y otros países de Europa. Por desgracia sin ningún impacto sobre las decisiones de política económica.

    • Sí, por desgracia. Pero es que me temo que no tenemos buena fama. El mismo Tirole en la misma entrevista, dice también, en respuesta a una pregunta sobre la austeridad en nuestro país: "La cuestión es muy compleja. Está muy vivo el debate entre los economistas... Lo cierto es que los economistas no saben gran cosa"

    • El fuerte aprecio por la obra académica de Tirole no impide reconocer que sus propuestas de reforma serán ignoradas en las decisiones del gobierno francés o español. Las propuestas implican un cambio radical en la organización y la gestión de gobierno y su análisis debe tener en cuenta que pasar de X a Y tiene un costo fijo alto de manera que debe probarse que el beneficio neto de Y cuando esté funcionando será claramente mayor que ese costo fijo. En la estructura actual de la política y el gobierno, la historia reciente prueba que a los políticos poco importa que el costo total de una política nueva o proyecto de inversión sea superior a su beneficio total porque controlan la información sobre costos y beneficios sobre cada política o proyecto separadamente. Los políticos saben o intuyen el costo fijo incluso cuando el paquete de reformas es numeroso y complejo. Lo anterior se refiere al costo fijo de hacer Y operativo. A eso se debe agregar el costo de demoler X porque, además de valor bajo o negativo, es un mecanismo de generación de rentas para sus stakeholders dispuesto a bloquear Y.

      Quien haya seguido el debate sobre el control de ébola puede hacer ese análisis. La Administración de EEUU es la típica burocracia inepta que postergó decisiones importantes (su X probó tener valor negativo) y ahora está presionada a montar alguna Y pero el costo fijo de cualquier Y es alto y su beneficio neto incierto.

  • Reestructuración, competencia, evaluación y el rendimiento de cuentas.

    Totalmente de acuerdo.

    Sin embargo faltan dos elementos clave:

    Circunstancia y procedimiento.

    Circunstancia:

    Nos encaminamos al parecer hacia una tercera recesión y el horno no está para muchos bollos. Los maestros "bolleros" parecen no saber ni siquiera dónde está la levadura, aunque algunos empiezan a apuntar a la necesidad de una política fiscal más agresiva, financiada con deuda o con dinero, algo es algo. Si con aumento de la demanda las reformas son complicadas, en su ausencia pueden ser una misión imposible.

    Agotado casi el recorrido de la deflación salarial (empiezo a conocer un número creciente que ya labora "por lo que sea" ) salvo el filón seguro que ofrece el repartir trabajo de mala calidad y/o precario entre un mayor número de gente, con previsibles (dentro de lo que cabe) consecuencias políticas y demográficas, es necesario explorar otras vías.

    Adicionalmente el contrato único me parece de cajón, no porque piense que va a generar muchos puestos de trabajo, sino porque es la única medida que puede aportar un mínimo de seguridad y esperanza (aunque magra) a todo el "lastre" que la recesión ha dejado por el camino y a los jóvenes que intentan incorporarse al mercado de trabajo con mentalidad de pañuelos de usar y tirar. Si todos estamos en el mismo barco las condiciones deben ser equitativas, por lo menos en ese aspecto.

    Procedimiento: es la madre del cordero, lo dejo para cuando esté menos espeso 🙂 .

    • Procedimiento:

      Con un plan compartido y asumido, una secuencia ejecutoria y los agentes encargados de realizarlo en plaza todo es coser y cantar.

      Problemas: a día de hoy no hay plan compartido ni por tanto nada que asumir. El único proyecto en vigor es el austericidio deflacionario esperando que surja la demanda mientras se va repartiendo la pobreza. Huelga decir que sus probabilidades de éxito las estimo escasas. Las consecuencias del fracaso del "plan" pueden arrastrase decenios.

      Secuencia ejecutoria: la unión fiscal y bancaria está en pañales, la desconfianza crece y los partidos políticos alternativos para Europa a día de hoy crecen como hongos. Con las fuerzas en presencia e intentando limar los resquemores entre el bloque deudor y acreedor (dos caras de la misma moneda unidos en un destino común lo quieran o no, juntos o por separado) en mi opinión debería hacerse:

      Acelerar la unión fiscal y bancaria, lanzar un programa de inversiones destinado a mejorar y fijar el capital físico y humano disponible (si éste se larga es una inversión sin retorno) y coordinarlo simultáneamente con las reformas. Solo así se podrá degustar el plato con alguna posibilidad de éxito.

      La reestructuración debería incluir la de la deuda, pero tal y como está la cosa habrá que dejarlo para más adelante.

      Agentes: sin recambio (satisfactorio) a la vista la operación tendrá que hacerse con los que hay. Aunque ingeniería política obliga, no debe cesar la presión sobre partidos y alternativas.

  • Que lo impriman y lo envíen al gobierno y a los partidos, por favor. Y que hagan de nuevo los presupuestos de 2015.

    Me guardaré la entrada de Vox.

    Gracias por recuperar este post del (gran) Tirole.

  • La privatización y la externalización de los servicios no deja de ser un mal, además injusto y hasta diría que delictivo. Se trata de entregar la administración de un bien público a una empresa privada, para aumentar la productividad. Esto en realidad es una excusa para crear negocio a terceros, seguramente y dado el talante de los gobernantes, para beneficiarse a costa de la propiedad, es decir la ciudadanía.
    Hemos de empezar a entender que en la función pública también debería premiarse la productividad y promover la competitividad. Para esto se necesita independencia y, tal como cuentas, un buen sistema de control.
    ¿Cómo conseguirlo?
    Con transparencia absoluta,utilizando incluso el "open data". De hecho nosotros ya lo utilizamos y lo proponemos para toda la función pública. Actualmente con las nuevas tecnologías no representa un gran problema, mientras que los beneficios son enormes, tanto para promover la competitividad, como para demostrar a la ciudadanía dónde va su dinero.

  • Es dudoso que el contrato único sirva para reducir el paro. La “dualidad” observada no es debida a la legislación, sino a la sociología de las organizaciones.

    Desde las últimas reformas laborales, las empresas disponen de total libertad para contratar y despedir. Ateniéndose a la cuenta de resultados, las empresas deberían eliminar inmediatamente a todos sus empleados de contrato antiguo, todavía relativamente bien pagados. El coste es bajo y muy fácil de provisionar a cuenta del ahorro nacido de sustituir a esos empleados por otros con contrato nuevo. ¿Por qué, empero, muchas no lo han hecho?

    En primer lugar, los empresarios no son tan desaprensivos como a veces se cree; la mayoría se lo piensa mucho antes de poner en la calle a un padre de familia de 50 años que, con seguridad, no encontrará otro empleo. Por otra parte, en las grandes organizaciones, existe una relación simbiótica entre cada capa jerárquica y la inmediatamente inferior. Los directivos de un determinado nivel no desean acometer una optimización salarial en el que tienen por debajo, porque creará mal ambiente laboral y, peor aún, podría “levantar la liebre” para hacer lo mismo en el suyo. En definitiva, cuando el tiempo puede hacer la limpieza (jubilaciones de los empleados caros), se opta por eludir conflictos y malos tragos. Y los despidos suelen hacerse con una indemnización mayor que lo que permite la ley, a menos, claro está, que la empresa esté sencillamente hundida. Todo esto es otra manifestación del llamado “problema de la gerencia”.

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