¿Seleccionar políticos o seleccionar funcionarios?

Reproducimos hoy un artículo de Víctor Lapuente Giné publicado en eldiario.es el pasado 17 de septiembre y que aporta un punto de vista distinto al de César Molinas, discutido en la entrada de ayer de Antonio Cabrales, sobre los problemas institucionales de España. En este caso el foco es en la selección de funcionarios, algo que Jesús Fernández Villaverde ha discutido en ocasiones anteriores en este blog, por ejemplo aquí y aquí con Pablo Ibáñez Colomo.

¿Qué culpa tienen nuestras instituciones en la crisis que vivimos? Para algunos analistas, mucha. Nuestras élites (y las instituciones que las posibilitan) son los responsables últimos de nuestro estancamiento económico. Al frente de este grupo tendríamos a César Molinas y su tesis de las élites extractivas (ver aquí sus artículos en El País desarrollando esa tesis). Molinas da un barniz académico (poco refinado, pero, sin lugar a dudas, exitoso) a la vieja idea de que España está sometida por una casta dirigente de vocación rentista, adaptando para ello la teoría económica de moda (de Acemoglu y Robinson) al caso ibérico. Como Ferrán Martínez, Ignacio Sánchez-Cuenca, o José María Maravall han mostrado con poderosos argumentos (y ¡con datos!), la tesis de Molinas presenta problemas serios, tanto en la fiabilidad del diagnóstico como en las reformas que propone – que, además, muestran incoherencias extrañas y un desconocimiento general de la literatura de ciencia política.

Otros muchos analistas -disgustados con la banalidad con la que autores como Molinas despachan las instituciones políticas españolas (desde el sistema electoral al estado de las autonomías)- sitúan el origen de nuestros males más allá de nuestras fronteras: en las políticas de austeridad promovidas por Merkel, en la desregulación neoliberal o en la “pesadilla del euro”.

Por un parte, creo que ambas visiones tienen parte de razón. Es posible que “los incentivos malos de fuera” (la avalancha de crédito barato que llegó con el euro) hayan reforzado “los incentivos malos de dentro” (unas instituciones relativamente capturables). Vamos, que la droga (euro) fue a caer precisamente a la puerta del adicto (unas élites políticas y económicas españolas habituadas a extraer recursos sin sufrir demasiadas consecuencias penales o electorales). En esa línea de los efectos interactivos entre lo de fuera y lo de dentro destacaría el artículo de Fernández-Villaverde, Garicano y Santos.

Por otra parte, ambas visiones caen en cierto sesgo institucional, algo normal porque todo investigador tiene que limitarse a unos determinados objetos de estudio y, obviamente, las instituciones de las que todo el mundo habla más (como el sistema electoral) suelen generar también más atención académica que la (siempre gris y casi aburrida por naturaleza) burocracia.

La atención pública se centra sobre todo en las instituciones políticas más visibles: parlamento y ejecutivo – ya sea a nivel central, autonómico o local. O sea, donde se toman (formalmente) las decisiones políticas. Pero el estado es como un iceberg: la parte visible suele ser más bien pequeña y es la parte que está debajo de la superficie (la administración pública y los entes y organismos públicos y para-públicos) la que tiene un tamaño mayor y puede resultar más determinante. Las instituciones que en teoría se limitan a implementar lo que se les pide en las instancias políticas – pero que, en la práctica, tienen una gran influencia en la adopción de todo tipo de decisión – suelen pasar desapercibidas en los análisis más influyentes sobre la crisis española. La burocracia está claramente por debajo de la superficie de la atención tanto mediática como académica.

Sin embargo, el tipo de administración pública puede que importe más que otras instituciones más “celebrities”, como el sistema electoral. Siguiendo a uno de nuestros mayores expertos, Alberto Penadés, no estoy muy convencido de que nuestro sistema electoral sea tan malo (aunque creo que algún elemento perverso ). Os paso un par de gráficos, donde podéis ver, primero, cómo la forma de seleccionar empleados públicos (por criterios de meritocracia; o, por el contrario, por criterios de lealtad política) parece influir mucho a la hora de entender el “control de la corrupción” en un país (una variable correlacionada con todo lo bueno que nos podamos imaginar: crecimiento económico, confianza social….hasta felicidad subjetiva):

Gráfico 1: Meritocracia en la Administración y Control de la Corrupción. Fuente: Dahlström y Lapuente (2013), “Organizing Leviathan. Politicians, Bureaucrats and Government”, Paper presented at the 20th International Conference of Europeanists, Amsterdam.
Nota:“Control of Corruption” es el Control of Corruption Index del Banco Mundial (World Bank Governance Indicators 2011). La variable meritocracia viene de Teorell, Dahlström & Dahlberg (2011), donde se recogen las opiniones de cerca de un millar de expertos sobre las características de las administraciones públicas en un centenar de países.

En otras palabras, la forma de seleccionar a los empleados públicos puede importar tanto o más que la forma de seleccionar a los políticos (es decir, el sistema electoral) pare entender por qué unos países tienen más corrupción que otros. En este artículo, mostramos datos en apoyo de esta “ hipótesis burocrática”.

En el gráfico vemos cómo España ocupa una posición intermedia entre los países avanzados (OCDE). Pero tenemos margen de maniobra: hay economías todavía más “periféricas” o emergentes, como Estonia o Botswana, que tienen burocracias más meritocráticas. Deberíamos, por tanto, tratar de mejorar el reclutamiento de nuestros empleados públicos, evitando las tan frecuentes politizaciones en tan diversas instituciones públicas.

Pero, antes de que se me exciten demasiado los amigos del “principio de mérito” español, me gustaría que prestaran atención al segundo gráfico donde examinamos otra característica de las administraciones públicas – o, para ser más precisos, de un agregado de varias características que van cogidas de la mano (es decir, altamente correlacionadas y que, por tanto, emergen como un “cluster” en un “principal-component analysis”).

Las administraciones más “closed” – y, por cierto, España es la más “cerrada” de todas – son aquellas donde existe un nivel de formalización y de aislamiento de los funcionarios (de las condiciones laborales de los trabajadores mortales del sector privado) más alto. De forma sencilla, esto quiere decir que, en países como Francia, España, Bélgica o Grecia, los funcionarios forman una “casta laboral” diferente al resto de trabajadores: se rigen por una legislación laboral diferenciada (unos “estatutos de la función pública” muy regulados) y son reclutados y promocionados siguiendo exámenes muy procedimentalizados (las famosas oposiciones). Sabíamos que las oposiciones en España no tienen por qué ser especialmente meritocráticas y, como Manuel Bagüés ha señalado, “la evidencia empírica muestra que el éxito de los candidatos depende considerable y significativamente de una serie de factores independientes de la calidad” .

Viendo el gráfico podemos ver también cómo la “cerrazón” de una administración pública – o sea, que los funcionarios tengan unas condiciones laborales distintas a los trabajadores del sector privado (algo que nos han intentado vender durante décadas como el elixir de la imparcialidad y la poción mágica contra el clientelismo político) – no tiene un efecto positivo sobre la calidad de gobierno. De hecho, si acaso, tiene un efecto negativo: cuanto más cerrada una administración, peor es la calidad de gobierno.

Fuente: elaboración propia. Quality of Government es la media de los indicadores de International Country Risk Guide “Corruption”, “Law and Order” y “Bureaucracy Quality”, escalados 0-1 (de Teorell et al. 2013). La variable meritocracia viene de Teorell, Dahlström & Dahlberg (2011).
Gráfico 2: Administración Pública Cerrada y Calidad de Gobierno. Fuente: elaboración propia. Quality of Government es la media de los indicadores de International Country Risk Guide “Corruption”, “Law and Order” y “Bureaucracy Quality”, escalados 0-1 (de Teorell et al. 2013). La variable meritocracia viene de Teorell, Dahlström & Dahlberg (2011).

En resumen, tener una burocracia meritocrática importa mucho para entender la calidad de gobierno en un país. Pero, al mismo tiempo, una burocracia meritocrática no significa que los empleados públicos deban ser reclutados a través de unos sistemas de oposiciones formalizados y que, una vez, dentro, tengan unas condiciones laborales diferentes a los trabajadores del sector privado.

Estas dos características burocráticas (mérito real y “cerrazón” de la administración) deberían estar también presentes en el debate institucional en España.

Hay 45 comentarios
  • No está mal el argumento, pero hay que confesar que, atendiendo al segundo gráfico, la influencia de lo "cerrado" que sea el acceso a la función pública influye bastante poco en la "calidad" del gobierno.

    • Cualquier conclusión extraída del Gráfico 2, dada su elevada dispersión aparente, me parece como mínimo arriesgada. ¿Alguna medida de bondad del ajuste, o de significación de la regresión/coeficiente...? Y ya de paso, idem para el gráfico 1.

      Vamos, que al argumento se le puede dar la vuelta completamente. Una "apertura" de la administración no solucionaría nada o apenas nada. El problema debe de estar en otro sitio.

      Yo le he dado muchas vueltas a este tema. La "apertura" de la administración sin más, en el país que vivimos, sector privado incluido, estoy convencido que nos lleva de cabeza, y con un plomo al cuello, de vuelta al sistema de las cesantías. Relacionado con esto, en mi experiencia personal, la igualdad de oportunidades en el sector privado es una quimera y una verguenza y ya me parecería triste que desapareciese también del público.

      Yo estoy más en línea con la idea de que lo que pasa en este país "lo deciden entre cuatro, y a veces hasta en el palco del bernabeu". Se habla mucho de romper el vínculo entre el Estado y el sector financiero, pero yo creo que importa, tanto o más, romper el vínculo entre el Estado y todas las principales empresas de la economía española.

      • Como el autor dice "no tiene un efecto positivo sobre la calidad de gobierno. De hecho, si acaso, tiene un efecto negativo".

        • Toda la argumentación de este artículo en base a la evidencia presentada es extremadamente débil, en mi opinión. Si fuese un artículo de investigación y tuviese que evaluarlo, francamente, la evaluación no podría ser sino negativa. En mi opinión.

          Si la cerrazón es ortogonal a la calidad del gobierno, la conclusión de este artículo es que no se deberían mezclar, cuando lo que se insinúa es justo lo contrario.

  • Sacándome la oposición de economista del estado aprendí más de economía que durante toda la carrera de economía, y sobre todo aprendí a desenvolverme hablando en público (algo que ni se contempla en el sistema educativo español). Francamente consideré que la plaza se me asignó por mérito, y que estaba lista y preparada para trabajar como economista al servicio del interés público.

    Dicho esto, creo que ahora mis méritos (los logrados después de aprobar) valen bien poco, que promocionan a compañeros afines a uno u otro gobierno o a otros que han mostrado lealtad a uno u otro jefazo. Promocionan a gente leal pero mediocre, la gente brillante se queda en puestos técnicos pero de poca responsabilidad pública.

    El problema typically spanish es que creo que se premia la mediocridad y se castiga la excelencia, y las raices son muy profundas.

    Estoy planteandome pedir una excedencia y buscar trabajo en el sector privado, donde mis méritos y sobre todo mis ganas de hacer bien las cosas, valgan para algo.

    • Totalmente de acuerdo, y añadiría que la mejor forma de conseguir ese alejamiento del mundo económico-financiero y la Administración Publica es la TRANSPARENCIA. Sería ilustrativo y, me aventuro a decir que con una elevada correlación, un análisis que mostrará la relación entre transparencia de las instituciones y buen gobierno. De hecho, hay ya estudios que apuntan esta línea.

  • Por un lado, en la práctica no veo tan clara la distinción entre político y funcionario. La inmensa mayoría de los políticos en todos los niveles (central, autonómico, local) son funcionarios de carrera. Visto de otra forma, tienden a dedicarse a la poítica aquellas personas que cuentan con un paracaídas.

    Por otro lado, se cuestiona el tradiconal sistema de oposiciones para el acceso a la función pública, pero no se proponen alternativas.

    Por último, pocas veces se plantea la influencia que puede tener el hecho de que la inmensa mayoría de los funcionarios de primer nivel (y la casi totalidad de los políticos) sean licenciados en derecho. Creo que no es irrelevante. Para lo bueno y para lo malo.

    Saludos,

  • Haciendo frente a los movimientos reformistas y regeneracionistas han surgido en España los “militantes de la resignación”. Estos militantes predican la inutilidad del esfuerzo regeneracionista basándose en una constatación obvia: los análisis de los reformistas –los míos entre ellos- son ciertamente incompletos, probablemente simplistas y posiblemente erróneos. La realidad política y social es de una complejidad inmensa que desafía el entendimiento humano. No se debe actuar sobre lo que no se comprende completamente, porque en el mejor de los casos la acción será inútil y en el peor, contraproducente. Hay que resignarse.
    Estos nuevos troyanos de Kavafis tienen tres denominadores comunes: 1. Nunca proponen alternativas constructivas a las propuestas de reforma que critican. Lo mejor es no hacer nada o, como proponía recientemente el profesor José Mª Maravall inspirándose quizás en la Constitución de Cádiz (los españoles serán “buenos y benéficos”), que los ciudadanos sean “más participativos”, que viene a ser lo mismo que nada; 2. Parecen estar movidos por un fuerte instinto gremial que hace que reaccionen con gran irritación ante las supuestas intrusiones en sus áreas de conocimiento específico de personas que podrían no tener la formación “adecuada”; y 3. Esa furia les lleva a caricaturizar e, incluso, a tergiversar las propuestas reformistas, lo que inevitablemente lleva a las descalificaciones e, incluso, a los insultos (sigue...)

  • ... Así las cosas, desde su atalaya de Gotemburgo, el profesor Víctor Lapuente alza su regla de maestro para propinarme un correctivo. ¿Por qué? No lo sé, porque las conclusiones de su artículo – ilegible hasta que se cansa de darme pescozones y collejas- no están en absoluto en contradicción con mis tesis. Pero a Lapuente le da igual. Fiel al esquema resignado, el profesor empieza por caricaturizar mis tesis reduciéndolas a una versión deformada de las élites extractivas y al cambio de la ley electoral. Yo creo que toca de oído y que no se ha leído la mayoría -¿la totalidad?- de los artículos míos que él mismo referencia, cosa grave en el mundo académico. A continuación vienen las descalificaciones y los insultos. Me acusa de dar barnices “poco refinados”, de que mis tesis presentan “problemas serios” (no dice cuáles) de fiabilidad de diagnóstico y en las reformas propuestas que, además, presentan “incoherencias extrañas” (tampoco dice cuáles), de que tengo “un desconocimiento general de la literatura de la ciencia política” y de que hay muchos autores disgustados con mi “banalidad”. Gracias, profe. Por supuesto, no menciona ni una sola reforma alternativa a las que yo propongo.
    La semana pasada le pregunté a Jaime Pérez Renovales, en un debate público, por qué no estaba Lapuente en la comisión para la reforma de la Administración. Me miró con una sonrisa extraña y no contestó. Quizás pensaba “sabrá mucho de lo suyo pero ¿al lado de quién le siento?”.

    • Realmente la entrada del Sr. Lapuente merecía haber empezado en el 5º párrafo. Su artículo hubiera resultado igual de tibio y aguado manifestando que la suya era un perspectiva sobre los efectos del procedimiento de selección de funcionarios en la conformación y funcionamiento de la administración a diferencia de otras teorias que, intentando explicar cómo España se haya en una pésima situacion económica y política, apuntan por un lado las elites extractivas -dirigentes rentistas o por otro a las políticas de austeridad impuestas desde los patronos alemanes ...y no se hubiera encharcado como lo ha hecho.

    • Un par de aclaraciones. 1) No sé quien no ha leído el trabajo de quien, porque me gustan muchas de las cosas que dice Cesar Molinas, como indico en el post y de forma més explicita he manifestado antes (http://elpais.com/elpais/2012/04/25/opinion/1335361439_275076.html ), con lo que no me dedico a dar "pescozones y collejas" (este tipo de lenguaje tan agresivo, por cierto, me parece inadecuado). Eso sí, mi admiración por algunos argumentos de Molinas no me ciegan a la hora de ver algunas debilidades que vemos muchos politologos y en el post me limito a dar el link a esos articulos recojendo esas voces criticas de mi profesión (no digo que seamos todos, pero creo que son críticas fundadas). Y lamento no haberles dedicado más tiempo, pero es que el objetivo del post no era evaluar la cosmovisión del mundo del Sr.Molinas. Una nota: no es necesario leer las obras completas de un autor para criticar algunos de sus puntos. Faltaria más. Se puede criticar, como hace Ignacio Sánchez-Cuenca, las respuestas a una entrevista de Molinas a un periodico; o, como hacen Llamazares y Garzón, en una interesante carta en El Pais, una frase de un artículo de Molinas. 2) muchas gracias por calificarme como "militante de la resignación": dado que el 99% de críticas que recibo en esa dimensión van exactamente en la dirección contraria ("este reformista naive"), me sirve para compensar. 3) de verdad, no entiendo el mensaje de la anecdota personal del final: debo preocuparme por la "sonrisa extraña"?

      • Me ha gustado su manera de contestar ( tono ), Señor Lapuente.

      • ..o, por el contrario, debo sentirme bien? No lo se, porque sinceramente no entiendo el sentido de lo que Molinas intenta decir. Lo menciono porque poner la anécdota me parece el ejemplo característico de comportamiento en culturas jerárquicas/tribales/baja_confianza_social/alto_peso_conexiones_personales (llamémoslas como queramos, pero, vamos: la cultura que precisamente queremos evitar): "Yo he hablado con El Poder (quedaos con esto, mortales: yo hablo directamente con El Poder) y sé lo que El Poder piensa de tí". La próxima vez, por favor, preferiría un mensaje estéticamente más trabajado, algo así como un naipe en la puerta o una cabeza de caballo en la cama. Gracias.

        • No intento meterme en la conversación entre dos personas, no soy nadie, no me pertenece, y estaría mal el hacerlo. Simplemente, Señor Lapuente que al leer los comentarios del Señor Molinas y el de Usted, pues me ha gustado su forma educada de contestar, no tengo otra intención. Pero no la pague conmigo, por favor ( espero no mal entender esto, pero así me ha parecido al leer ). Le agradezco mucho más sus Gracias del final.

          Saludos.

          • Está claro, Dª Teresa, que la andanada no iba contra usted, sino contra el Sr Molinas. Simplemente su mensaje se coló en medio.

            • Gracias, por su comentario Ruralita y lleva razón, simplemente hice un comentario no meterme en una conversación, por supuesto.

              Saludos.

            • Ups pensaba que la respuesta de T Cabarrush era de broma, creía que estaba trolleando está bastante claro que se ha colado su mensaje.

        • Supongo que las personas mal interpretamos las cosas, sin querer a veces. Cuando leí su respuesta, sencillamente " me quedé helada", la primera pregunta que llegó a mi mente fue esta" ¿ y esto a qué viene ?, no sé tan siquiera a qué se refiere Usted, pero bueno puedo comprender o es lo que creo, que Usted quizás haya aprovechado mi comentario para decir lo que quería.

          Vuelvo a repetir, que mi comentario era algo muy simple, no iba por ningún otro camino, tan sólo dije que me gustó su contestación educada, nada más y me encuentro con lo que Usted me contesta, que por supuesto no me molesto, porque entiendo que no entro en esa película, la verdad.

          Lo doy por un mal entendido, y nada más. Sin dar más vueltas.

          Saludos.

        • Voy a explicar por qué la aplicación de César Molinas de la teoría de élites extractivas es correcta, y no es una teoría, sino un hecho.

          Para hablar de la crisis española hay que hacerlo con números (como decía Nouriel Roubini "sin números, tu opinión es una más"). A lo largo del periodo 2000-2008 España se endeuda con el exterior a un ritmo impresionante para hacer casas. Ver la página 3 del artículo de Ricardo Vergés "El dinero del auge". O los gráficos de deuda viva de hipotecas, deuda exterior neta (estos gráficos se contruyen en 5 minutos a partir de los datos de los Indicadores Económicos y del Boletín Estadístico del Banco de España).

          Además, nadie protestó. Ningún partido político, ni medio de comunicación habló de esta deriva peligrosa. El técnico del ministerio de Vivienda don Ricardo Vergés perdió su empleo por decir la verdad, y todos los medios de comunicación le dieron con la puerta en las narices cuando quiso contar su historia. Sólo gracias al boca a boca en Internet, un movimiento ciudadano le dejó comunicar. Recomiendo a todo el mundo que vean su charla.

          Por tanto, es una ignorancia decir que las élites extractivas es una afirmación vacía. Es una evidencia empírica

        • Una sugerencia para los politólogos. Mi análisis de esta crisis es que hay dos problemas estructurales. Uno, el cortoplacismo de la clase política. Un gobernante tiene los mismos incentivos que un banquero de Lehman Brothers: mostrar buenos resultados para ganar las elecciones, que luego uno ya no estará. Para mostrar que los gobernantes españoles pensaron exactamente de esta manera basta con leer el artículo El legado de Rato en que Miguel Ángel Fernández Ordóñez explica muy bien que la política que se hacía entonces generaba buenos resultados presentes a costa de problemas en el futuro (para luego hacer esa misma cuando él entró en el Gobierno y luego en el Banco de España)..

          El segundo problema estructural es que con el sistema de partidos español un gobernante se debe más a las fuerzas vivas de sus partidos que a sus votantes. Para ser presidente de Gobierno, primero hay que ganar un congreso del PP o del PSOE, y luego ganar las elecciones generales. En el primer proceso participan cientos de delegados, mientras que en el segundo millones de votantes. Por tanto, el peso del voto de un delegado es miles de veces mayor que el de un ciudadano. Entonces, si a un presidente de Gobierno se le ocurre pinchar una burbuja inmobiliaria, los intereses de ayuntamientos y comunidades que se financiaban con las recalificaciones e ingresos fiscales inmobiliarios pesa más que el interés de los ciudadanos.

          Todo esto muestra que sí hay un problema estructural con el sistema español.

  • Respecto al artículo en sí, se podría decir que no hay evidencia de que el sistema español de oposiciones seleccione a los mejores candidatos a funcionarios (aunque también entra gente muy competente), pues no está diseñado para eso hoy en día.

    Y en respuesta a César Molinas: ¿resignados? Más bien espantados de los arbitristas salvapatrias regeneracionistas. Es muy 'hipster' declamar demagógicamente contra la "casta política", porque es más dificil hacer análisis serios para proponer soluciones realistas y que contemplen todas las consecuencias de las mismas, aunque se puede empezar por un poquito de historia y ver a qué condujo el antiparlamentarismo, comprobar comparativamente cómo se engranan sistemas electorales y diseños institucionales en separación de poderes tanto como funciones del Estado así como subsistemas políticos territoriales.

  • Gracias Victor por el artículo. Al contrario de lo que parece por la entrada, no habla tanto del trabajo de César Molinas como de la importancia de una buena selección de funcionoriado. Que nuestro horrible sistema de selección que nos ha alejado a muchos de intentar ser funcionarios, no aporta nada positivo a la Administración estaba claro. Echo de menos que profundizará más esto, y hablara más de la que posiblemente sea una de las mayores causas de corrupción (relacionada con la falta de mérito) y es el gran poder de tomar decisiones arbitrarias por parte de los políticos.

    Saludos.

  • Interesante el artículo y con sus puntos de simpatía. Buen título, ¿ Seleccionamos Políticos o Seleccionamos Funcionarios ?, supongo que lo primero es Seleccionar Políticos, según la calidad de estos, será la calidad del Funcionariado. La política es la que manda en la Administración, queda claro. El problema reside en nuestra Arquitectura Moral, posiblemente.

    De todas maneras, siempre se habla de los Funcionarios mal, por parte de los ciudadanos ( no todos ), no todas las personas que trabajan en la Función Pública se podría considerar Funcionarios; ya sabemos, Funcionarios, Funcionarios...los que han conseguido su plaza " Decentemente".

    Muy al contrario, quizás los " verdaderos Funcionarios se han ido quedando solitos", y hacen su labor magníficamente, ¿ por qué desprestigiarlos ?, creo que no merece caer en ello. Tanto en lo Público como en lo Privado, hay personas muy valiosas profesionalmente y otras que no, algunas que se hartan de trabajar y otras que pasean.

    Magnífica mirada la del artículo en " Lo Visible" y " Lo Desapercibido".

    " Deberíamos, por tanto, tratar de mejorar el reclutamiento de nuestros empleados públicos, evitando las tan frecuentes politizaciones en tan diversas instituciones públicas.", no estoy segura en la mejora de los sistemas de selección, algunos son buenos, no tendría que mejorarse tan siquiera, otros sí, pero el problema surge con la politización.
    La politización de una Sociedad no es nada bueno, hasta a los niños pequeños se les escuchan hablar de política, y eso es preocupante, deberían ser " Niños".

    http://www.youtube.com/watch?v=IIboxQNEkHM

    Saludos.

  • Me sorprende ver la reacción de Molinas al artículo, mofándose de que Lapuente no está en la comisión de reforma de la Administración. Probablemente no lo está porque, entre otras cosas, su generación, sr. Molinas, todavía es un techo con el que gente muy preparada de la generación siguiente se da de bruces cada día. Catedráticos e intelectuales que llevan copando todo desde los ochenta. Así que usted puede ser todo lo regeneracionista que quiera, pero me temo que esa etiqueta se le cae en el momento en que le parece gracioso que una persona joven con la que podrá estar más o menos de acuerdo, pero que sin duda está preparada, es ignorada por esos poderes públicos a los que usted pretende regenerar. Desmonte los argumentos de Lapuente, pero no los desacredite porque a él le ignoren y a usted le escuchan. Pregúntese también por qué ocurre eso.

    • Toca un tema muy importante Señor Ignacio, cuando las generaciones anteriores les cierra el camino a las generaciones futuras. Enhorabuena a las personas que siguen apoyando a la juventud, porque a nivel personal tiene que ser muy gratificante, y en esas caras nuevas y jóvenes siguen viéndose ellos, de ahí que les tienda la mano. No creo que haya muchas personas, muy al contrario se han cerrado muchas puertas a las personas que lo merecían, porque a éstas no les da miedo competir ni valer por sí mismos, así nadie tendría que decirles " tu vienes de parte de tal..." o " tu tío es tal...", porque en primer lugar, nace en ellos mismos el no tener que decir..." mi padre es tal...".

      Quiénes cierran más puertas, los que menos valen. Aunque también nos encontramos con personas que valen, pero con el tiempo, nos volvemos como el vino...ya saben...primero cosecha, segundo crianza y luego reserva...y en la reserva, está la cuestión o nos volvemos muy categóricos para bien o para mal.

      Hay una frase muy bonita: " las libertades para vivir abren los caminos, pero no cierran los destinos."

      https://www.youtube.com/watch?v=gENYy5w4Dv0

      Saludos.

  • Interesantísimo! He aquí un extracto del artículo de Manuel F. Bagües (conculsiones, hoja 41)
    “Finalmente otro aspecto destacable del proceso de oposiciones es el largo tiempo que su preparación exige. La obtención de una plaza requiere de media al menos 5-6 años de preparación. Este periodo puede suponer un restricción importante para los candidatos con menos recursos. .... El sesgo de autoselección que este sistema de selección provoca merecería ser estudiado más atentamente.”
    Alguién me puede recomendar estudios sobre el nivel de recursos de los candidatos, sobretodo en oposiciones de nivel alto como las que trata este artículo? Algún estudio sobre la necesidad de un (caro y lento) sistema de oposiciones para trabajos de menor cualificación? En general, es necesario un sistema de oposiciones? La respuesta que me suelen dar es “que evita enchufismos, que garantiza igualdad de oportunidades”. Tengo claro que esto no es cierto por al menos tres razones: que este sistema no existe en todos los países (luego hay alternativas), que las iniciativa privada existe en España y es exitosa (luego es posible la selección de candidatos objetiva por méritos y no todos los españoles (ni mucho menos!) se dedican al enchufismo y las trampas) y que no todo el mundo puede encerrarse a estudiar 5 años y vivir de sus papás (luego el sisema actual no garantiza igualdad de oportunidades, es más, creo que refuerza la desigualdad).

  • Los ERE de Andalucía y otros casos de corrupción ( Gurtel, privatizaciones de la gestión hospitalaria en Madrid) son el producto de la externalización de la función pública a empresas que se rigen por el derecho privado (sean de capital público o privado) donde la asimetría en las condiciones laborales del funcionario y del resto de los trabajadores se ha suspendido. Es la existencia de una administración paralela y de una red de servicios públicos gestionados por empresas privadas; lo que posibilita los casos de corrupción que es una forma especialmente grosera de ineficiencia administrativa. Los argumentos que se dieron ( allá en los noventas) para crear la administración paralela en Andalucía o las privatizaciones de gestión en Madrid son muy parecidos a lo que el autor de este post propone como remedio modernizador

  • CURIOSO: países con "casta laboral" más "cerrada" de funcionarios están estrechamente asociados con la crisis del Area euro (Grecia, España, Italia, Bélgica, etc.). IMPRESCINDIBLE: Greece: Review of the Central Administration http://www.oecd.org/fr/grece/oecdpublicgovernancereviews-greecereviewofthecentraladministration.htm
    "All the areas covered by this review – from HR management to budget processes – reflect a massive issue of “legal formalism” which stands in the way of effective and efficient governance. [.] Legal formalism is partly the by-product of a legal system based on civil law, which traditionally emphasises the need for a comprehensive and detailed structure of laws and regulations to cover all issues. [.] The weakness of evidence-based approaches to policy making is one of the seriously negative effects of legal formalism, which disconnects the public administration from the economy and society. The development of laws rests on a largely internal “conversation” within the government. It is thus carried out without any strong sense of their impact on the real world, or – crucially – of how they will be implemented on the ground. [.] Legal formalism, for example, whilst originally intended to protect the administration against political interference and to secure its integrity, has become excessive to the point that it renders administrative/political processes opaque and complex, providing a screen for individual behaviours that undermine the common good."

  • Gracias por compartir con nosotros estos gráficos. Pero en mi ignorancia pienso que el profesor Lapuente debería quizás complementarlos con argumentos de mayor peso antes de escribir esto:

    "Una burocracia meritocrática no significa que los empleados públicos deban ser reclutados a través de unos sistemas de oposiciones formalizados y que, una vez, dentro, tengan unas condiciones laborales diferentes a los trabajadores del sector privado."

    A ver, ¿jueces y policías deberían tener las mismas condiciones laborales que cualquier trabajador? ¿Despido libre por su empleador (es decir, por el político) con una indemnización de XX días de salario? ¿Sí? ¿Hay bonitos gráficos y sesudos estudios en la literatura que confirman que esto sería mucho mejor? Querría verlos, si es posible.

    Y el sistema de acceso, ¿cuál debería ser? ¿El que de hecho aplican las empresas, fundaciones, entes y demás fauna pública nacida para huir del Derecho Administrativo? Quizás sería bueno que el profesor Bagüés aplicara también su metodología al reclutamiento por parte de estos entes. Así, a priori, apuesto 100 contra 1 a que en este caso sería aún mucho más cierto que “la evidencia empírica muestra que el éxito de los candidatos depende considerable y significativamente de una serie de factores independientes de la calidad”.

  • Aprovechando la presencia de Molinas, cabe decir que su currículum es posiblemente el mejor ejemplo de "élite extractiva" que podamos encontrar en nuestro país. De lo contradictorio de algunas de sus recetas hablaremos después de la publicidad. Desconfíen de los regeneracionistas y los salvadores de la Patria.

    Por lo demás, si en España queremos comprobar los resultados de la "laboralización" de nuestra Administración, tenemos algún nivel administrativo donde los malvados funcionarios son minoría y que se caracterizan por ser la mayor cantera de chanchullos y poca eficiencia en nuestras AAPP. Otra cosa es que los sistemas de selección puedan ser de otra manera o que se aplique el régimen disciplinario si fuera previsto. Pero igual soy raro cuando pienso que si necesito un señor que hable inglés, le hago una prueba o le pido un título homologado. Inventando en concurso-oposición.

  • Yo no sé cuántos de los que aquí critican al señor Molinas se han leído su libro o sus artículos, pero sí que merece la pena introducir otros puntos de vista al debate, así que gracias Víctor y gracias Gerard.
    No obstante, hay que recordar que podría una relación causativa entre funcionarios y políticos "alejados" de la realidad. Muchos ministros de todos los gobiernos de todos los colores han sido y son altos funcionarios. Por lo tanto, ni se plantean una reforma de la Administración ni de la Ley Electoral que retoque sus protecciones.

  • Para mi el carácter cerrado del estamento funcionarial podría tener algunas ventajas.
    La principal es el hecho de que el que los funcionarios tengan sus puestos garantizados les debería servir como escudo frente a sus jefes, los políticos, a la hora de denunciar la mala administración o directamente el fraude éstos.
    Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
    Nunca he visto una huelga de docentes reclamar realmente por la caída en los estándares educativos o por la endogamia departamental de las universidades. Sólo utilizan la escusa de la calidad de la enseñanza para salir a la calle cuando les bajan el sueldo. Lo mismo ocurre con los sanitarios, los funcionarios de justicia...
    ¿Cuántos comportamientos corruptos de los políticos podrían salir a la luz si los funcionarios que los conocen los denunciaran? ¿cuántos comportamientos de mala praxis?
    ¿qué tienen qué perder? Poco o nada y ¿qué es lo que hacen?: poco o nada.
    Si realmente los funcionarios se convirtieran en servidores públicos leales a la ciudadanía y no a sus jefes y a sus propios intereses no sería popular que a los funcionarios les congelasen o rebajaran los salarios.
    Todo dicho, con la salvedad de los funcionarios que realmente se preocupan por la gente a la que sirven, estos funcionarios son, seguro, apreciados y felices en la vida.

  • Un mensaje que empieza "... desde su atalaya de la Universidad de Gotemburgo" lo dice ya todo. Qué respuesta más desafortunada en tono, contenido y forma la del señor Molinas. Y cuan fuera de lugar en un foro tan sensato y abierto al debate racional como NdG.

  • Como funcionaria de carrera, de uno de los "cuerpos de élite" más cerrados y de los que más políticos salen (al menos del PP) me parece que los dos Victor y Cesar tienen parte de razón. Coincido que se puede llamar a Victor inmovilista, pero creo que a alguna de las otras personas que cita, especialmente a Maravall, sí. Y es verdad que todo análisis puede tender a la simplificación, máxime cuando no viene de la "academia" aunque sí de un profesional muy ilustrado y con muchas inquietudes y "calle" lo que me parece doblemente meritorio. Porque si algo se echa en falta en España ahora es a los intelectuales y a la academia, sinceramente. Dicho eso, yo no creo que haya un problema burocrático muy distinto del problema de las élites políticas y económicas. La selección de los empleados públicos es, en primer lugar, mucho menos meritocrática de lo que se cree, quizá salvo los llamados "grandes cuerpos" (y no se rían) que son tradicionalmente Abogados del Estado, técnicos comerciales, jueces, fiscales, diplomáticos, técnicos de la administración civil, etc. También es meritocrática para niveles inferiores, bien es cierto, pero los funcionarios B, C, D o E no tienen mucha capacidad de decisión. El sector público queda extramuros de las oposiciones y dependiendo de los sitios, tambíén en gran parte de la meritocracia. Y al final, como apunta algún comentarista, la élite política y la élite funcionarial por activa o por pasiva acaban en un proceso de simbiosis muy interesante.

  • perdon, quería decir que NO se puede llamar a Victor inmovilista...perdón por las prisas.
    Y en cuanto a la composición de la CORA es estrictamente "de la casa", nada de gente de fuera, César, no vayan a tener ideas raras..:-))

  • Puyas personales al margen, la hipótesis de las elites extractivas que parece un marco conceptual muy útil para interpretar que le esta pasando a España y como podría regenerarse el país. La oposiciones para funcionarios me parecen magnificas, pero si luego su labor no es fiscalizada por unos superiores íntegros y por los usuarios, pues ocurrirá lo que tantas veces ocurre: absentismo, pasotismo, búsqueda del interés personal mas que el interés publico, venta del alma al político que lo promociona, corporativismo, etc. Para estas lacras véase universidad, hospitales, judicatura, y otro largo etcétera. Hay también muchos funcionarios magníficos, que deben ser los mas dolidos por la practica de los que no lo son

  • Ciertamente la referencia en el post al artículo de Maravall introduce cierto descrédito. Maravall concluye que es mejor no hacer nada ante la complejidad del asunto. Al leerlo la reflexión que me vino a la cabeza es cuanto le habrían "pagado" por escribirlo. A esa elite intelectual de politólogos la hemos estado esperando en el proceso de degeneración de la vida política española. Debían estar ocupados en otros temas más apasionantes. Pero parece que las opiniones de César Molinas les han "motivado" y sacado de sus "importantes ocupaciones". Bien por Molinas. Mal por los cuatro primeros párrafos de este post, muy lamentables. Y los datos tan importantes que aportan los restantes párrafos, plantean no pocas dudas sobre su influencia real. Me siguen pareciendo mucho más sólidos los argumentos de César Molinas.

  • Víctor, tu segundo gráfico tiene el problema de siempre con esto de las regresiones lineales de dos variables: pongo una recta y explico el mundo.

    Aquí tienes una explicación alternativa: es un modelo dinámico que podemos llamar "gravitacional": http://tinyurl.com/o6amms8

    Supongamos que hay un camino óptimo en la transformación de las administraciones, que es la línea roja en mi gráfico (¡regresión exponencial, al menos, D. Víctor!...) Imagina un gran campo magnético o gravitacional en el punto más a la derecha de la línea roja.

    Las trayectorias de ajuste pueden ser óptimas, cuando atraviesan este campo y continúan reduciendo exclusividad y ganando calidad de gobierno. También pueden ser fallidas, cuando debido al ángulo de su trayectoria, son repelidas por el "agujero negro": así es como Estonia se convierte en Grecia y España (God forbids) en Polonia. Este modelo explica:

    - En una primera fase de desarrollo, hay que dar mejores condiciones laborales funcionarios, luego igualarlas, a la vez que se mejora la promoción por mérito, transparencia, etc.
    - Se puede intercambiar protección de los funcionarios por mejor gobierno o por más corrupción. Precarizar al funcionario no funciona per se.
    - España está en un punto crítico en el que debe transformar su administración, pero es crucial cómo: otra de nuestras chapuzas nos llevará de vuelta por la línea azul (muy) oscura
    - Es un modelo más vistoso: hasta he dibujado volumen en el agujero negro, si te fijas

  • Dos preguntas:

    1.- .¿Dónde están los datos de los artículos de Sánchez-Cuenca, Maravall y Ferrán Martínez? Me los he leído y al margen de coincidir o no con su opinión, no me parece que tengan algo que pueda ser parecido a una "base fáctica". En alguno se aporta algún dato a modo de condimento, pero desde luego no tiene entidad como para hacer que lo dicho en el artículo pase de la mera opinión.

    2.- En cuanto a la correlación entre funcionariado abierto/cerrado, sacar de ahí nada me parece aventurado. Entre otras cosas porque la siempre crítica vinculación entre correlación y causalidad en este caso parece todavía más crítica.

    Saludos.

  • Perdón por la imprecisión, la segunda no es una pregunta, sino un comentario.

  • Mi aportación a este debate es lo que yo llamo: "El misterio de la marmita de Obelix" .
    En pocas palabras dice así:
    Un joven recién licenciado, en busca de su primer empleo, aprueba, tras dedicarle varios años de su tiempo y esfuerzo, una exigente oposición, e ingresa en la Administración Pública con la ilusión propia de quien encuentra un trabajoen un país como el nuestro con cerca de seis millones de parados.
    Pues bien, tras un periodo que suele oscilar entre 1 y 2 años, en el que nuestro joven experimenta el modo de trabajar de su nuevo destino laboral ("la marmita de Obelix"), su ilusión primigenia le ha abandonado, se encuentra absolutamente desanimado, y, resignado, asume que, al menos, su tiene un trabajo (¿estable?)
    ¿Qué le ha ocurrido al personaje de esta historia? ¿Le han abducido las élites extractivas? ¿Acaso su actual desidia y resignación se debe a un sistema de acceso no meritocrático? ¿Es debido a que la ley de la demanda y la oferta del mercado de trabajo no le afectan? Puede que sí, pero a mí me parece que donde hay que indagar es en la "marmita de Obelix": hay que entrar con lupa y bisturí, en el complejo entramado de relaciones (micro) que conforman, por dentro, la Administración , para descubrir cuál es el antídoto que permita despertar a los que han caído y siguen cayendo cada día en la "marmita de Obelix".

  • Hola, a los políticos se los elige y a los funcionarios se los selecciona. Además de que seleccionamos mal, no utilizamos esa cosa tan tonta de "las competencias", tenemos un grave problema de indefinición entre políticos y funcionarios, a partir de ciertos niveles. A partir de aquí, un ejemplo. El empobrecimiento en la redacción normativa, que no solo afecta a las leyes que "hacen los políticos", es flagrante en decretos y otras normas. Causa rubor. Basta con acercarse al ámbito fiscal.
    Es evidente que la cualificación de los funcionarios se esta deteriorando y algo hay que hacer al respecto.
    Pero a ello habría que añadir el temor a las consecuencias de las resistencias a aceptar las corruptelas y esto es fruto de la "calidad" de políticos, juristas, periodistas. En definitiva, de los cuidadanos, no miremos a otro lado

  • De esta entrada creo que lo fundamental plantea cuestiones del régimen funcionarial que en resumen son dos: modo de reclutamiento y régimen estatutario.

    Respecto al modo en que se reclutan los funcionarios en España sorprende que no se pase de oposiciones sí-no.
    Una oposición es en definitiva una competición de méritos reglada, y habría otras maneras de hacerla mucho mejores que la presente. En NeG se ha hablado de ello con conocimiento y sensatez.
    Se podrían hacer pruebas competitivas que no sean memoristicas, p.e. (se han tratado aquí). Se podría exigir un periodo de experiencia laboral anterior (especialmente en cuerpos de élite y judiciales). Se podría (¡deberia!) comprobar el conocimiento y habilidades del aspirante para las tareas reales y su actitud para actualizarse y aprender.
    Lo mejor de todo, aunque exigiría ya una Administración distinta, se podría contratar en prácticas o temporalmente un periodo, antes de obtener puesto fijo.
    Todo eso podría hacerse (por equidad y eficiencia) independientemente del estatuto legal del funcionario. Y deberíamos verlo reclamar a tantos regeneracionistas funcionarios a quienes no parece preocuparles.

    Problema distinto es el estatuto legal. También creo que el régimen laboral normal sería mejor, pero el problema es:
    ¿Cómo diseñas incentivos que disuadan a cada nuevo gobierno de despedir a la Administración en pleno para colocar a sus acólitos (lo que este gobierno, por ejemplo, ya ha hecho en toda la medida que podía).
    ¿Indemnizaciones por despido? El problema, el dinero público y el contribuyente no les importan... qué más les da tirar con pólvora del rey.

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