El fin de la publicidad en TVE y la falta de sensibilidad para la competencia

Este fin de año vimos los últimos anuncios en la televisión pública española. No he oído, ni leído, quejas de productores o consumidores. Y es llamativo, porque la televisión pública sigue funcionando. ¿Cómo se financia? El nuevo sistema exige que la aportación presupuestaria directa se complemente con un porcentaje sobre los ingresos de los operadores del 3% para los operadores de televisión comercial en abierto, del 1,5% para los operadores de televisión de pago y del 0’9% para los de telecomunicaciones. Es decir, sus competidores directos e indirectos en el mercado de la publicidad van a pagar parte del coste de sus servicios. Adicionalmente se le asigna a la Corporación un 80% (con el límite de 320 millones de euros) de los ingresos anuales por el canon radioeléctrico.

En realidad si hubo alguna queja (ACTUALIZACIÓN, me dice Jesús F.-V. que él ya se había quejado antes en este mismo blog, mis disculpas por no estar atento). La Comisión del Mercado de Telecomunicaciones emitió un informe bastante crítico con el proyecto de Ley de Financiación de la Corporación Pública de Radiotelevisión. En particular, se sugiere que el pago de los operadores de telecomunicaciones podría violar una directiva europea que establece que las tasas que paguen éstas "cubrirán en total solamente los gastos administrativos que ocasionen la gestión, el control y la ejecución del régimen de autorización general, de los derechos de uso y de las obligaciones específicas." La CMT también piensa que la "aportación" es una nueva figura tributaria que podría violar el principio constitucional de igualdad en la tributación, que la Ley General Tributaria especifica a partir del principio de que la tributación "se basa en la capacidad económica de las personas obligadas a satisfacer los tributos." E incluso dice que el pago por el canon radioeléctrico podría violar otra directiva europea que especifica "los sistemas reguladores de las tasas administrativas y los cánones por el uso de radiofrecuencias y números no distorsionen la competencia ni creen barreras en el mercado."

Pero aparte de la potencial ilegalidad de las medidas, que no sé si alguien ha recurrido, lo que más me preocupa es la falta de sensibilidad al hecho de que un grupo de competidores paguen a otro, con ayuda del estado (el canon radioeléctrico) para que se salga del mercado. Por otro lado, no me sorprende, ya me he quejado antes en este blog del poco interés ciudadano (y, por tanto, de los políticos) por la competencia. Parte del problema, imagino, es que aún no hemos convencido al personal de que Nada es gratis, y por tanto los consumidores no ven directamente salir dinero de su bolsillo. El gobierno ya se ha preocupado de decir que la aportación pública no crece, y que los que pagan son otros. Pero dado que el número de competidores decrece, es probable que los precios de la publicidad suban (no es seguro porque la demanda global de publicidad en televisión disminuye). Y si el precio de la publicidad sube, lo lógico es que en cierta medida esos costes extras los pague el consumidor final en forma de precios más altos por los productos. Por otro lado, alguno de estos costes ya los estaban pagando antes, para sufragar los gastos de la publicidad en la televisión pública. De manera que el efecto neto para el consumidor es difícil de discernir.

No me consta que haya ningún análisis serio del efecto de esta medida. Pero hay algún precedente que nos ayuda a pensar en cuál puede ser el efecto. La publicidad del alcohol o el tabaco en televisión ha sido prohibida recientemente en varios países (en distintos grados). La evidencia empírica sobre el efecto de las prohibiciones publicitarias está lejos de ser concluyente, pero todo apunta a que este tipo de prohibiciones no tienen efecto sobre el consumo de estos productos, o sí lo tiene es muy pequeño. Hay varias explicaciones posibles, pero una que me gusta especialmente es la que propone este excelente artículo de Massimo Motta. Esencialmente la hipótesis es que la publicidad sirve, al menos en parte, para diferenciar productos. Cuando los productos son diferenciados la competencia en precios es menos intensa. Si la publicidad desaparece, es posible que se intensifique la competencia en precios, y esto lleve a un aumento del consumo final. Esto es más probable en industrias maduras con bienes relativamente similares y con publicidad "persuasiva" (es decir, publicidad que no informa sobre precios o características del producto). Así que, a lo mejor alguien en el gobierno ha estudiado el artículo de Massimo y resulta que ha tomado la medida por sus efectos pro-competitivos. Esto sí que sería una buena noticia.

Hay 9 comentarios
  • El problema no es la competencia ni su percepción, sino del convencimiento de que la televisión pública es gratis. La gran mentira del telestado convenientemente alimentada por los políticos para no dar cuentas a los ciudadanos. ¿Otra tragedia de los comunes?
    Hay análisis "serios" del efecto de una RTVE sin publicidad, aunque quizá todavía no haya ninguno desde el análisis económico o académico.
    Humildemente, somos muchos periodistas y analistas los que sí hemos analizado la nueva financiación de RTVE y sus efectos para la publicidad y las cadenas. Tanto en público como en nuestro trabajo profesional.
    Y algunos de ellos han sido publicados en los propios medios de comunicación, como mis columnas en Público y los diarios de Vocento.
    Un enlace donde encontrar algunos de estos análisis, sin pretensión académica ni de estudio económico, pero donde sí se analizan varios aspectos de los mencionados en este artículo, y algunos otros, como la misión del servicio público.
    Saludos

    http://periodistas21.blogspot.com/search/label/RTVE

    • Mil disculpas, Juan. Como señalas acertadamente, me refería a que no he visto un análisis cuantitativo detallado sobre los efectos finales en consumidores y competidores, que es lo que nos obsesiona a los economistas académicos. Las consideraciones que haces son muy relevantes, pero de otra naturaleza. Gracias por hacérnoslo ver.

  • Hola Antonio, tocas muchos temas (jurídicos, económcios, etc.) de interés y, en buena parte de ellos puedo estar de acuerdo. Sin embargo, déjame que recuerde un hecho que me parece relevante para analizar parte de lo que tratas. Las televisiones y de hecho también las operadoras de móvil no actúan en un mercado en competencia libre - no hay libre entrada. De hecho se trata de concesiones que en la mayor parte de casos el gobierno de turno ha "regalado" a las empresas en cuestión (no olvidemos el tema UMTS). Esto, por supuesto, no significa que el sistema de sufragar la TV pública sea el óptimo (claraente puede encarecer los servicios de telefonía móbil), ni nada por el estilo. Peor ante las quejas de los operadores de telefónía, o, por ejemplo, cuando las empresas de televisión se quejan del porcentaje que tienen que destinar a cine español y que esto atenta contra la libre empresa, me parece conveniente no olvidarlo.
    Saludos,
    aleix

    • Hola Aleix. Efectivamente, la ausencia de libertad de entrada en el mercado de telefonía hacen sospechosas las quejas de los operadores en este caso. Pero como también dices, sería más limpio que las licencias UMTS se subastaran. Y si se quiere luego sostener la televisión pública con fondos procedentes de impuestos o tasas (como pudiera ser ésta) la cosa resultaría más transparente. Si no, es todo muy raro. Por un lado te regalo una licencia y por otro te pido que (¿a cambio?) me hagas una donación para sostener las "buenas obras" de la tele pública.

  • Si en España todos los ciudadanos pagasen (como ocurre desde tiempos inmemoriales en el resto de Europa) un canon anual para sufragar la televisón pública por el simple hecho de poseer un aparato de televisión, todo este asunto sería mucho más claro y meridiano.

    Pero a ver quién es el político que se atreve a adoptar esa medida, visto cómo suele reaccionar el españolito medio ante cualquier tipo de tasa o impuesto sobre todo aquello que considera "gratuito".

    Por otro lado, también hay que decir que fueron las propias televisiones privadas las que pidieron que TVE dejase de emitir publicidad por considerarlo "competencia desleal", y quienes firmaron gustosamente el acuerdo por el que terminaba la publicidad en la televisión pública a cambio de financiarla con parte de sus ingresos.

    Con lo que dichas empresas privadas de televisión no contaban es que todo el mercado de medios de comunicación (y el de la publicidad con él) está pasando por un cambio bestial de modelo de negocio en el que la publicidad convencional cada vez es menos efectiva (cuando no genera rechazo por parte del consumidor).

    Así que menos quejarse ahora y menos echarle las culpas de sus males a una TVE que ha ganado importantes cuotas de mercado sin publicidad. El problema de las televisiones comerciales es bastante más serio y profundo que todo eso (empezando por la paupérrima calidad de sus contenidos).

    • Completamente de acuerdo con la apreciación de que tenemos un problema de percepción con lo gratuito. De ahí nuestro nombre. Y para que los competidores no se quejaran (que para mi gusto y lo habitual se quejan poco) lo ideal habría sido un poco más de análisis cuantitativo y riguroso de los efectos antes de empezar.

  • Aleix, lo que no tiene sentido es que efectivamente se paguen unos medios y, sobre todo, poder político, con bienes de otros mercados como las licencias de las que hablas, el reparto del dividendo digital o la ofensiva actual contra la neutralidad de la red.
    El problema es que todo eso no tiene nada que ver ni con la competencia, ni con la correcta gestión de los bienes y el dominio público, ni tampoco con los intereses de los ciudadanos, sino con la perpetuación del poder político.
    Por eso normalmente esas informaciones y análisis se hurtan a la opinión pública, con la aquiesciencia de los medios y grupos de comunicación involucrados e interesados.

  • Supongo que el aumento de costes de la publicidad, vía hacer los anuncios más cortos; o el aumento de los costes de explotación, han hecho que las tele-operadoras se hayan ceñido el cinturón o hayan afinado sus gastos. A saber: que paguen menos a "Belenes Esteban", por citar un ejemplo, lo que no deja de ser apropiado.
    La intención era aumentar el nivel de la pública, emitir programas poco competitivos por no estar a la altura cultural del personal.
    Ciertamente la cosa ha mejorado, pero no demasiado. Lo que sí, es que ha subido su ratio de audiencia y ha bajado el de la telebasura.
    ¿Falta de competitividad?
    Podría ser, pero el Estado ha intentado ocupar un espacio abandonado y promocionar la cultura y la calidad, a cambio de un impuesto sobre los que las estropean.
    Eso es como criticar el impuesto sobre el tabaco, cuando este sirve para sufragar los males que produce. En este caso nadie lo critica excepto el fumador, que viene a ser el principal beneficiado, en cuanto precisa más sanidad pública.
    El problema es que la televisión pública ha mejorado poco, y, en cuanto la sanidad, a la vista está.
    La intención es buena, desde mi punto de vista el procedimiento también, pero...
    Después de todo, la idea era que al disminuir la oferta de espacios publicitarios, la privada tendría menos problemas para venderlos y podría subir el precio del minuto. El resultado ha sido que la pública se encuentra que debe ocupar dichos espacios, por tanto: donde antes cobraba, ahora debe pagar.
    Ya veremos lo que dura el invento.

  • Exacto. La teoría de las cadenas privadas era que al apartar a TVE como competidor se quedarían con su trozo del pastel publicitario y por lo tanto podrían subir el precio de los spots de tal modo que aún pagando el nuevo canon sus ingresos crecerían notablemente.

    Con lo que no contaban (y mira que se veía venir...) es con que la publicidad convencional en todos los medios (no sólo en los audiovisuales) está comenzando un lento pero imparable declive ante su poca efectividad y la huída creciente de la audiencia hacia otras formas de ocio alternativas (vía internet) sin publicidad o con una publicidad mucho menos intrusiva.

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