¿Deberían las empresas realizar “ensayos clínicos”?

¿Debería el call center de una agencia de viajes permitir que sus empleados trabajen desde casa?¿Es una buena idea que los trabajadores conozcan el salario de sus compañeros?¿Mejoraría la productividad de una empresa si sus gestores reciben durante varios meses lecciones de técnicas empresariales básicas? En algunas ocasiones la realización de evaluaciones experimentales aleatorizadas puede ayudar a contestar estas preguntas y otras similares, aumentando la productividad de las empresas y acelerando la adopción de nuevas prácticas empresariales.

Las evaluaciones experimentales aleatorizadas (“ensayos clínicos” en la jerga médica) han sido seguramente una de las claves del progreso de las ciencias naturales. En las ciencias sociales, aunque su uso es menos frecuente, también cabe destacar su contribución especialmente en la economía del desarrollo y en el ámbito educativo. Por ejemplo, gracias al trabajo de Jessica Cohen y Pascaline Dupas sabemos que para combatir la malaria es conveniente distribuir de forma gratuita mosquiteros tratados con insecticida. Y gracias al proyecto STAR desarrollado en Tennessee podemos hacernos una idea del beneficio que conlleva reducir el número de alumnos por clase en educación primaria. Y, si queremos mejorar la asistencia a clase de los niños que viven en condiciones de extrema pobreza, podemos aprender mucho de la experiencia del Programa de Educación, Salud y Alimentación, mejor conocido como PROGRESA.

No es habitual que una empresa utilice este tipo de técnicas de evaluación para determinar si debe adoptar una nueva práctica empresarial cuyo impacto a priori parece incierto. La decisión de adopción se ha basado tradicionalmente en la intuición y en la observación de otros casos de éxito. Esto da lugar a procesos de adopción graduales y relativamente lentos, como puso de manifiesto Griliches en su clásico trabajo sobre la difusión del maíz híbrido. Sin embargo, algunos estudios recientes muestran que el uso de evaluaciones experimentales aleatorizadas podría permitir que las empresas sepan con mucha más rapidez si es conveniente adoptar una nueva práctica empresarial.

Por ejemplo, ¿debería el call center de una agencia de viajes permitir que sus empleados trabajen desde casa? James Liang, fundador de una de las principales agencias de viajes de China y doctorando en Economía de la Empresa en Stanford, pensaba que era una medida arriesgada. Aunque en este entorno es posible observar el rendimiento de los trabajadores y las interacciones son relativamente poco importantes, Liang temía que, aprovechando la ausencia de jefes, el “trabajo desde casa” se convirtiese en el “escaqueo desde casa”. Ante la duda, decidió organizar un experimento aleatorio. Ofreció a sus empleados de la planta de Shanghai la posibilidad de trabajar cuatro días a la semana desde casa y uno en la oficina. De los cerca de 250 empleados interesados, se decidió que los nacidos en día par trabajasen cuatro días a la semana desde casa y los nacidos en día impar siguieran en la oficina. Al cabo de nueve meses comparó la productividad de ambos grupos. La productividad del grupo que trabajó en casa era un 12% superior. Este aumento se debió fundamentalmente a la reducción en las bajas de enfermedad y a la mejora de la puntualidad. Además, también se consiguió un importante ahorro en costes gracias a la reducción en el espacio de oficina requerido.

Otro tema polémico es la conveniencia de que los trabajadores conozcan qué salario ganan sus compañeros.  Hay organizaciones que lo consideran un positivo ejercicio de transparencia y consecuentemente divulgan esta información (esto sucede por ejemplo en el departamento en el que trabajo). En otros casos la empresa prefiere mantener el secreto, temiendo que los trabajadores que menos ganan se sientan agraviados o, incluso, que busquen un aumento de salario y abandonen la empresa. Un reciente trabajo de David Card, Alexandre Mas, Enrico Moretti, y Emmanuel Saez analiza este tema. Card y sus co-autores hicieron llegar a un grupo de empleados de la Universidad de California (escogido al azar) la dirección de una página web que les permitía comprobar cuanto ganaban sus compañeros. Después se realizó una encuesta a todos los empleados de la universidad acerca de su nivel de satisfacción y sus perspectivas laborales. El acceso a la información salarial no había afectado a los empleados con salarios altos. Sin embargo, entre los empleados peor pagados, aquellos que habían recibido la información mostraron un menor nivel de satisfacción y sus intenciones de cambiar de trabajo eran mayores.

A veces también es posible evaluar de forma aleatorizada prácticas que afectan al conjunto de la empresa.  Por ejemplo, en ocasiones se ha discutido la relevancia de los llamados principios clave del “lean manufacturing”, incluyendo el control de calidad, la gestión de inventarios y la gestión de recursos humanos. Nicholas Bloom y sus co-autores decidieron organizar una evaluación experimental aleatorizada para contrastar qué efecto tendría enseñar estas técnicas básicas de gestión a los gestores de un grupo de empresas del sector textil en India, escogidas al azar. Las empresas que recibieron formación en técnicas básicas de gestión experimentaron un aumento de un 11% en su productividad y un aumento de sus beneficios de unos $230.000, principalmente a través de mejoras de calidad y la reducción de su inventario.  También se observó una mayor descentralización en la toma de decisiones, facilitada por la disponibilidad de mejor información. En opinión de los autores, el hecho de que estas empresas no hubieran adoptado por sí mismas estas técnicas refleja la existencia de barreras informativas que retrasan la adopción de estas y otras técnicas modernas de gestión.

Aunque estos tres ejemplos ponen de manifiesto el potencial de las evaluaciones experimentales aleatorizadas en el entorno de la empresa, existen varias razones que quizás explican su aún escasa implantación. En primer lugar, los sujetos objeto de la experimentación podrían ser conscientes de su participación en un experimento y, de alguna manera, reaccionar al sentirse observados (el llamado efecto Hawthorne). En segundo lugar, la realización de una evaluación experimental aleatorizada supone de alguna manera aceptar que se desconoce el efecto de una determinada medida. Es posible que, tanto en el sector público como en el sector privado, a menudo no resulte fácil admitir la propia ignorancia. En tercer lugar, puede haber problemas éticos. Si se sospecha que una medida podría tener efectos positivos, ¿cómo se justifica que durante cierto tiempo algunos empleados no la disfruten? En cuarto lugar, la "validez externa" de estos estudios es en ocasiones limitada, por lo que hay que ser cuidadosos a la hora de extrapolar sus resultados. Por ejemplo, es probable que trabajar desde casa tenga menos sentido en ocupaciones donde las interacciones personales entre los empleados son importantes y la productividad es difícilmente observable. Por último, las evaluaciones experimentales aleatorizadas son en sí mismas una técnica de gestión moderna, facilitada por el desarrollo de las tecnologías de la información, pero siguen siendo un gran desconocido para muchas empresas, especialmente en España. Quizás una mayor colaboración entre las empresas españolas y la universidad podría ayudar a difundir mejor esta herramienta.

Hay 23 comentarios
  • ...algún estudio hay sobre los pros y los contras de permitir el acceso a Facebook a los empleados. ¿Mejora la productividad leer Nada es Gratis desde la oficina? xD

    • Uriel,

      No merece la pena realizar un experimento: seguro que leer nadaesgratis tiene un efecto muy positivo! 🙂

  • Es totalmente cierto que dudamos mucho sobre si los cambios que pensamos van a ser buenos o no, y que eso hace que dichos cambios se tomen a destiempo y de manera parcial, por lo que nunca obtenemos los resultados esperados. Eso nos desanima. Normalmente, no faltan las ideas, sobran miedos a los resultados. También creo que se tiende a cambiar las cosas cuando algo no va bien, y que debemos acostumbrarnos a innovar cuando las cosas van bien, antes de que fallen. Mirad a Zara, con unos resultados espectaculares este año y modifica el concepto de sus tiendas en Nueva York. Posiblemente esto sea experimentación.

    Ah! Y leer nada es gratis en el trabajo mejora la productividad. Lo puedo certificar personalmente.

    • Mireia,

      Me alegro de que te resulte útil la lectura de nadaesgratis!

      Sospecho que leer nadaesgratis en horas de trabajo no tiene directamente un efecto positivo sobre la productividad de la mayoría de las empresas, pero su efecto sobre la satisfacción de sus empleados debería importarle. Por ejemplo, en el caso de la agencia de viajes china que decidió dejar que algunos de sus empleados trabajaran desde casa, se observa un aumento en su satisfacción y una reducción de un 50% en la tasa de abandono. Dados los costes de formación de este tipo de empleados este es un tema que la empresa valoró muy positivamente. En aquellas tareas en las que es posible observar la productividad de los trabajadores, quizás merezca la pena permitir que gestionen su tiempo con cierta libertad.

      Por cierto, el caso de Zara es un ejemplo excelente!

  • No digo que leer NeG no sea positivo, pero nuestros "superiores" pueden considerar lo contrario (este comentario ya lo hago fuera de mi puesto de trabajo a diferencia del que he hecho a otro post -pero que conste que no tenía tareas pendientes).

    Respecto a los problemas éticos, la bioética tiene experiencia en ese aspecto: los ensayos clínicos tienen en cuenta estos problemas.

    • Fran Saurí,

      Las universidades americanas suelen tener un comité ético que aprueba los experimentos que quieran llevar a cabo sus profesores, incluidos los del ámbito de las ciencias sociales. No me consta su existencia en las universidades españolas, pero es posible que también existan. En las empresas no existen en general protocolos similares, quizás esto podría generar algunos problemas.

  • Manuel,
    Cualquier herramienta es útil si se la utiliza para el fin específico para el cual fue creada (o ha probado ser útil en su historia) y si las personas que la usan saben cómo usarla. Además, cualquier juicio ex-post sobre cómo ha sido usada en una situación específica requiere que personas especializadas --independientes de las responsables de su uso-- estén a cargo de la evaluación.
    Bajo ciertas condiciones, los ensayos clínicos son una buena herramienta para determinar el valor de otra herramienta (la que realmente se quiere usar --por ejemplo, trabajar en la casa). Por ejemplo, uno puede intuir que sí es una buena herramienta para determinar el valor de un nuevo proceso químico, pero que difícilmente lo sea si se aplica a un nuevo proceso de toma de decisiones en una organización porque en este último caso las acciones e interacciones humanas condicionan mucho el mismo ensayo y todos sabemos la menor certeza que tenemos respecto del comportamiento humano en relación a los procesos químicos (no quiero decir que tengamos certeza sobre los últimos). En otras palabras, la primer gran barrera para el mayor uso de los ensayos clínicos es la misma que ha estado condicionando el debate sobre las similitudes y diferencias entre ciencias naturales y ciencias sociales.
    Personalmente no me preocupa mayormente el tema porque he aprendido que la gente aprende, aunque sea de maneras menos sistemáticas que las que los intelectuales recomendamos. Uno siempre se queja de que los demás aprenden poco y lentamente, pero todos aprendemos algo aunque a algunos nos tome mucho tiempo. La aceleración del aprendizaje requiere o métodos probados que puedan persuadir a la gente de su alto beneficio neto o gente propensa al riesgo dispuesta a asumir las consecuencias de sus errores. Todos sabemos, sin embargo, que en el mundo hay muchos incrédulos (no compran billetes de lotería premiados) y muchos depredadores (intentan pasar a otros la cuenta de sus errores y pillerías).

    • Quasimontoro,

      Aún siendo consciente de sus limitaciones, creo que los avances en las tecnologías de la información hacen que hoy en día sea más fácil aplicar este tipo de técnicas en las empresas, especialmente en las grandes. Como bien dices, no es una panacea, pero podemos aprender algunas cosas. En cierta manera no se trata de un cambio radical, las empresas siempre han utilizado el ensayo y error para probar nuevas prácticas, pero ahora es posible hacerlo de una manera más sistemática y más fiable. También creo que hemos avanzado mucho desde un punto de vista metodológico. Por ejemplo, es revelador que el famoso experimento Hawthorne realizado en los años 20 en realidad no fuera interpretado correctamente por sus autores, como muestra el reciente análisis de los datos por parte de Levitt y List.

  • Un post excelente, gracias, me ha hecho reflexionar...

    Estoy de acuerdo con Quasimontoro en su exposición. Cuando habla de "Gente propensa al riesgo dispuesta a asumir las consecuencias de sus errores" está marcando la diferencia entre valientes (conocen los riesgos y los asumen) y temerarios (se lanzan sin conocer ni medir las consecuencias y luego culpan a todo menos a ellos mismos). Los segundos no harán un ensayo sistemático (ni nada) de manera consciente, ya que dejan sus decisiones a la intuición y al azar. Como además les funciona o (más bien) creen que les funciona, no van a cambiar sus modelos.

    Además creo que sería conveniente poder comprobar si la ignorancia "tanto en el sector público como el privado" es solo el desconocimiento técnico sobre gestión o también la falta de información adecuada sobre la totalidad de la propia empresa lo que está evitando que esta o cualquier otra herramienta se utilice y además con éxito. Aunque tengo mis sospechas.

    • Cruz,

      En parte quizás es desconocimiento de las técnicas de evaluación disponibles y de sus ventajas e inconvenientes, pero creo que a veces hay también un problema "político". No es fácil para un gestor admitir que necesita comprobar si una determinada medida es efectiva. Políticamente podría resultarle más rentable afirmar que ha decidido aplicar la medida X, porque no le cabe ninguna duda de su efectividad, y luego evitar que se haga una evaluación seria. Un ejemplo quizás sería todas las reformas educativas, como tantas veces nos recuerda Antonio Cabrales.

      • Ciertamente, Manuel. Aunque más allá de la cuestión política creo que hay un trasfondo de mentalidad cortoplacista, plagada de prejuicios, mezclada con aversión al cambio más una especie de soberbia que impide ver los errores objetivamente y por tanto, plantear correctamente la solución a los problemas. Pero además parece que no estamos acostumbrados a planificar, ni a diseñar estudios con un mínimo de rigor, ni a utilizar eficazmente la información disponible actual y potencialmente que hoy, con la aplicación correcta de las TIC , sería más facil incluso en tiempo real. Por eso comparto plenamente la pespectiva de Antonio Cabrales, no solo en cuanto a políticas educativas sino también en el resto, sobre la necesidad de evaluación y contraste de datos. Hace falta que los gestores sean capaces de entender que, en su propio beneficio y en el de los demás, les interesa hacerlo por su rentabilidad a largo plazo. Parece mentira que la crisis actual no les haya abierto los ojos.

  • La gran ventaja de estos 'ensayos clínicos' es su utilidad para detectar una relación de causalidad. Pero son en muchos casos su aplicación es complicada (problemas éticos mencionados, y en general, procesos costosos y largos). Si de otra forma puede estudiarse el problema, mejor, pero en muchos casos sería óptimo llevarlos a cabo y coincido en que sería positivo que se hiciese más uso de los mismo.

  • Una de las cosas más útiles de los "ensayos clínicos" es comprobar como el "sentido común" es en ocasiones el menos común de los sentidos. Multitud de actuaciones, tratamientos, creencias, que han prevalecido durante muchos años se vienen abajo tras hacer un ensayo clínico bien diseñado y ejecutado. Aplicar esto a las empresas supondría un gran avance. En vez de hacer un cambio y que la empresa quebrase o perdiese una gran cantidad de dinero se podría hacer un pequeño cambio y ver el resultado. Lo difícil es ver cómo se implementa esto en una pequeña o mediana empresa. Por cierto, no es un ensayo clínico pero sí una aproximación a una manera más "científica" de aproximarse a los consumidores lo que contó Roig sobre el centro de Mercadona que tienen en Valencia para estudiar las actitudes y comportamiento de sus clientes y actuar en consecuencia. Sólo oímos hablar de recortes pero nada de mejorar la productividad a base de mejorar los procesos y protocolos de las empresas o administraciones públicas.

  • J.L. Ortega,
    Ya que haces mención a Mercadona, en esta entrada de Dubner se hace mención a Mercadona en el contexto de un estudio comparativo
    http://www.freakonomics.com/2012/03/26/how-many-workers-is-the-right-number-for-a-retailer-stories-from-trader-joes-michaels-and-whole-foods/

    Si tuviera que elegir entre ese tipo de estudio (evaluación ex post de casos similares) y los ensayos clínicos para entender la gestión de la innovación en las empresas optaría por el primero porque permite descomposiciones alternativas del contexto en que las empresas actúan. Estas descomposiciones son necesarias para identificar las condiciones bajo las cuales una nueva práctica o proceso o producto podría tener éxito.

    • Gracias de nuevo por la referencia. El autor que menciona Dubner, Zeynep Ton,también ha preparado un caso de estudio para HBS sobre Mercadona. Empresas como Mercadona y Zara, ambas caso de estudio de HBS, nos recuerdan que también aquí en España hay ejemplos de buenas prácticas.

    • Paco,

      Gracias por la referencia. He mirado el índice y la temática (experimentos y pobreza) recuerda un poco a extraordinario reciente libro de Duflo y Banerjee (Poor Economics: A Radical Rethinking of the Way to Fight Global Poverty). No conocía a Dean Karlan y Jacob Appel, pero como su libro sea la mitad de bueno que el de Duflo y Banerjee ya merece la pena leerlo.

  • Manuel,

    Magnifico post, son muy interesantes los ejemplos que comentas.

    En verdad creo que lo sorprendente no es que empiece a haber documentados "ensayos clinicos"... lo sorprendente es que no haya muchos más.

    En la literatura menos rigurosa de "business administration" (Harvard Business Review, McKinsey Quarterly, Journal of Management…) si que ha surgido una cierta corriente de pensamiento para usarlos más , es el llamado Evidence-based management . Los principales impulsores de esta corriente desde el mundo académico son los catedráticos de Stanford Pfeffer y Sutton, Tom Davenport del Babson College, Gary Latham de la universidad de Toronto o la profesora Rousseau de Carnegie Mellon.

    En el mundo empresarial hay compañías como Yahoo, Amazon, Capital One o Harrahs’entertainment que siguen este enfoque explícitamente, su gestión se basa en gran parte en rigurosos procesos de test&learn con miles de pruebas distintas construidas por estadisticos especialistas en el diseño de experimentos. Si hay un proceso en el que tienes miles de casos en un periodo pequeño de tiempo(busquedas en la web, suscripcion de tarjetas de credito o clientes en las Vegas) se pueden probar pequeños cambios manteniendo grupos de control y así optimizar el negocio.

    Todo esto necesita de un rigor y una no-aversion a lo cuantitativo que no es muy normal en la gestión de las compañias... seguramente por eso sigue siendo sorprendente que se empiecen a hacer "ensayos clínicos" en las empresas.

    • Narciso,

      Gracias por tu excelente comentario y por las referencias, así da gusto!

  • Me ha resultado muy interesante la entrada y, además, me ha recordado lo curiosa que me resultó la respuesta de un compañero noruego cuando discutíamos la posibilidad de que se conociesen los salarios de todos los empleados de nuestra empresa:

    "Como Noruego yo no me preocuparía mucho [si se publicasen los salarios de todos en la empresa]. La información de mi sueldo (al menos el "sueldo imponible") esta disponible para cualquier persona curiosa en internet. El Gobierno Noruego ama la transparencia y proporciona listados de cada ciudadano con sus ingresos imponibles + cuanto han pagado de impuestos. La palabra en Noruego para esto es 'skattelister'. Busca en Google por la palabra más, digamos, 2008, y encontrarás la lista de impuestos del año 2008. Introduce el nombre de un noruego en el campo adecuado y verás sus ingresos imponibles. Cada año el gobierno Noruego publica esta información, y la mayoría de los periódicos se aseguran de coger los ficheros y crear un pequeño portal de forma que todo el mundo pueda buscar los ingresos deLos cualquiera, buscar quien ha tenido más ingresos en Noruega o, por ejemplo, los ingresos en un determinado código postal. El día en que se publica esta información es conocido como "peekers day". Para los curiosos entre vosotros http://www.skattelister.no, creado por uno de los mayores periódicos de Noruega."

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