(con la colaboración de Judit Vall) Aun conservo algún recuerdo, vago, del verano de 1980, a punto de cumplir 16. Aunque iba bien (muy bien) en el instituto y era incluso mejor jugador de ajedrez (alguna vez me crucé con Illescas, Magem y otros grandes jugadores), mi padre, vivíamos tiempos difíciles, insistía en que debía pensar en [leer más ...]